0.7

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La madrugada amenazaba con llegar y ella no había podido conciliar el sueño desde que llegó a su habitación, solo giraba por todo el colchón buscando comodidad, aunque fue en vano.

No sabía que hacer, se sentía tensa y realmente necesitaba un abrazo. Se sentó sobre la cama y aterrizó la idea de ir a su cuarto.

Con pesadez en el cuerpo se levantó y se encaminó hacia su dormitorio, causando cierto temor que quizá me la rechazara, por un momento pensó en regresar a su cama y cerrar los ojos mientras escuchaba música, pero no lo hizo, siguió por el pasillo hasta llegar a su puerta.

Toco con suavidad la puerta, escucho movimiento en la habitación acompañado de un pequeño "¿si?". Abrí la puerta y me recargue en el marco de la puerta viéndolo recargarse sobre sus brazos.

– Hola pequeña, ¿qué haces aquí? –

– No puedo dormir. – con nerviosismo empecé a jugar con el borde de mis shorts. – ¿Puedo pasar? –

– Claro que sí, princesa. Ven aquí. –estiró sus brazos quitando la sábana encima de él, dejando al descubierto su torso desnudo.

Corrió a sus brazos, él correspondiendo. Sus rodillas estaban en el cama y rodeando su cuello con sus delgados brazos, la jalo un poco y con ambas manos tomó el cuerpo de la joven entre sus brazos, haciendo que quedara sobre su regazo.

Sus manos encontraron camino en su espalda y piernas, subiendo y bajando, rozando su tersa piel. Se removió en busca de encontrar la mejor posición y dejo sus dedos garabatear en su pecho mientras pequeñas y discretas lágrimas caían.

Elevo su rostro y conectaron miradas, por impulso empecé a acercar sus labios a los suyos, él no se quitó, se atrevía a decir que disfrutaba de el pequeño juego.

Su mano seguía recorriendo el cuerpo de la castaña, pero esta vez, con un poco de temor toco por encima de mis shorts, dándole un pequeño apretón a su trasero, haciéndola jadear.

Seguían rozando bocas cuando subió su mano a la cintura apretando con un poco de fuerza, optó por hablar pero sin separarse de ella.

– Esto está mal princesa. – su dedos encontraron camino debajo de la delgada blusa, llegando a sus costillas.

– Me gustas... – susurro dejando escapar jadeos al sentir su tacto casi llegar a mi pecho.

– También me gustas... – su mano salió abruptamente y ahora llego a los tirantes.
– Pero...– intento alejarse.

– Por favor, Seb... –

Su gran mano empujó su espalda hacia él y la beso. La beso y era lo mejor del mundo, su lengua experta abriéndose paso en su boca y sus manos explotando su cuerpo sin pena alguna, haciéndola jadear, casi gemir.

Acomodo el cuerpo de Adelaide para que quedara a horcajadas sobre él, tocando mi cintura y bajando hasta llegar a mi trasero, apretándolo mientras usaba su otra para bajar los tirantes de mi blusa.

– Sebastian... – recargó sus manos en los hombros de rubio y tomó aire.

– Pequeña. – bajo sus besos a mi cuello, dando algunas mordidas. – Una vez que empecemos... –

– No podremos parar. –

Acabo su oración y enrede los dedos en su cabello, jalando un poco para poder elevar su cara y verlo a los labios para poder besarlo, sus labios ahora estaban rojos por el impacto, la respiración agitada.

Sus cuerpos anhelaban más.

Quito la camisa dejándola únicamente en sostén y dejo escapar una pequeña risa al ver los pequeños dibujos de flores.

– Lindo sostén, princesa. – pasó su mano hacia atrás y con agilidad lo desabrochó.

Con esto, sus pechos rebotaron ligeramente, él volvió a reír ante la repentina timidez, con delicadeza bajo los tirantes y casi por instinto intento cubrirse.

– Tranquila. – con la misma delicadeza que antes, bajo las temblorosas manos de la chica, dejándola expuesta.

Acuno sus pechos y le dio un beso a cada uno mientras dejaba escapar pequeñas risas al ver mi reacción.

– Seb, por favor. – movía mis caderas con relativa desesperación.

– ¿Por favor qué? – besaba su cuello y sus pechos, conocía su cuerpo a través de besos.

– Tócame... – su voz sonaba como un susurro mientras sus caderas iban aumentando la velocidad, buscando calmar la tensión de mi centro.

Hazme tuya Seb, por favor. –

Su mirada se volvió sombría y la veía con lujuria, sus manos tomando sus caderas, deteniendo el movimiento y viéndola a los ojos.

– ¿Estás segura?. – no podía unir sus pensamientos, así que solo asintió. – Usa tus palabras, amor. –

– Si, Sebastian. –

Volteo su cuerpo dejándola recostada sobre la cama, se puso sobre ella sin dejar caer su peso, rozo sus labios y pintó besos a lo largo de su cuerpo hasta llegar al resorte de mi short. Esta vez, sin cuidado alguno, jalo de ellos, dejándola en braguitas a juego con el sostén.

Se entretuvo unos momentos analizando su cuerpo y garabateando en el. Puso dos de sus dedos sobre su boca y de algún modo, comprendió lo que quería, por lo tanto los introdujo a su boca, jugando un poco con elllos y dando besos pequeños besos en la punta de su dedo, tras unos segundos más, retiró su dedos y bajo hasta sus muslos.

A todo esto, no había prestado atención a el bulto que se había formado en su entrepierna. Y no podía negar que le causaba una excitación gigantesca saber que había sido ella la que provocó eso.

– Mira esto. – pasó los mimos dedos que antes había lamido por encima de mi intimidad. – Estás muy húmeda, princesa. –

Dejo escapar un gemido por el movimiento de sus dedos sobre su mojado centro. Se divirtió por un rato haciéndola soltar silenciosos gemidos con su nombre de por medio hasta que por fin se decidió por hacer a un lado la tela y hacer contacto directo con su entrepierna.

– Dime pequeña. – se agacho un poco para quedar a la altura de los labios de Adelaide – ¿Vas a ser una buena niña para mi? –










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ᴹʸ ᴮᴱᴸᴼⱽᴱᴰ

My little girl - Vettel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora