Yes Sir | PROFESSOR STAN

Punishment

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Te revolcaste en la cama durante horas. Esperando su respuesta. El día se sentía como una semana y cada hora se sentía como un día. Tratando de mantenerte distraída para poder ser paciente. Tú estabas equivocada aquí, no él, necesitabas darle algo de tiempo para pensar.

Te quedaste dormida alrededor de las 9 pm, te aburriste de esperar, sentirte tan sola. Suzy pasó la noche en el dormitorio de Aspen, estabas celosa de lo cercanas que eran, deseabas poder estar con Sebastian. Estaba en tu mente las 24 horas del día, los 7 días de la semana, incluso mientras dormías.

Despertándote brillante y temprano, todavía pensando en lo idiota que eras, te preparaste para el día. Todavía revisabas tu teléfono cada cinco minutos para ver si había respondido. Comenzaste a impacientarte, habían pasado casi 24 horas desde que te envió un mensaje, incluso si no fue el mejor texto de todos. Decidiste visitarlo hoy, con la esperanza de arreglar las cosas.

El pobre hombre todavía estaba procesando lo que pasó, odiaba ignorarte, pero no parecías segura cuando dijiste que no pasó nada con Winston. La idea de que ese chico te tocara lo hizo llenarse de ira. Cada vez que pensaba en ti, pensaba en Winston jodiéndote, aunque no sucediera. Eras su pequeña posesión, de nadie más.

Te vestiste lo más bonita posible, deseando ese impulso de confianza para cuando te encontraras cara a cara con Sebastian. Quién sabe, si todo salia bien podrían ir a tomar un café después, o una 'cita de estudio' como tendrías que decir. Llevabas un pequeño top de encaje negro, combinado con una falda negra vanguardista. Terminando el atuendo con un cárdigan a cuadros, que picaba un poco, pero completaba el look de estilo callejero.

Decidiste tomar la ruta hacia el apartamento de Sebastian, nunca habías aparecido sin anunciarte, así que era mejor que planearas tus palabras de antemano. Disfrutando de la rara cantidad de vegetación que el camino tenía para ofrecer. Por lo general, caminarías directamente por la ciudad, pero algo en la naturaleza te hizo sentir en paz, calmando tus nervios.

La gente vio cómo te diste una pequeña charla de ánimo en el camino, esta visita estaba destinada a terminar en una discusión, de una forma u otra. Estabas enojada porque te estaba ignorando y dudando de tu confianza, y él estaba enojado porque le mentiste.

Al llegar al alto edificio, saludaste al portero mientras entrabas, él ya estaba acostumbrado y te veía muy a menudo. El viaje en ascensor se sintió como una vida, los 36 pisos. Cuando las puertas se abrieron, tu corazón comenzó a latir aceleradamente mientras caminabas hacia su apartamento. El pasillo estaba en silencio, eran solo las 10 am, lo más probable es que la gente todavía estuviera dormida.

Esperaste unos momentos antes de llamar a la puerta, retrocediendo mientras esperabas que abriera.

Parecía feliz pero decepcionado de verte, por un momento pensaste que todo estaba bien. Todavía en pijama, te metió dentro, no quería despertar a los vecinos.

- ¿Qué te hace pensar que puedes aparecer por aquí sin avisar? - dijo luciendo molesto.

- Oh, entonces necesito una invitación para ver a mi novio... está bien - sacaste tu teléfono - ¿Debería enviarle un mensaje preguntándole si puedo ir? Oh, espera... no responde.

Tu yo malcriado salió, lo odiaba, estabas actuando como una pequeña perra.

- Dios, es por eso que dudaba en salir con una estudiante... eres demasiado inmadura para tener una relación estable - golpeó la mesa con la mano - eres una adolescente

- No me digas, sherlock, por supuesto que lo soy, ¡tú eres el que se enamoró de mí! Puedo ser una niña pero al menos no soy una pervertida - gritaste, arrepintiéndote instantáneamente de las palabras que salieron de tu boca.

Sebastian caminó hacia ti, con el rostro rojo de ira. Retrocediste, sintiéndote un poco nerviosa ahora, solo para ser recibida con la puerta. No había dónde mas moverse. Llegó a tu lado, elevándose sobre ti, mirándote.

- ¿Como...mierda...acabas de llamarme? - Dijo en un tono enojado pero tranquilo y silencioso.

- N-No quise decir eso - dijiste, nerviosa con su aura.

Sus ojos se llenaron de rabia, ¿cómo te atreves a llamarlo pervertido? Puso una mano con fuerza en la puerta detrás de ti, evitando que te movieras a algún lado. Extrañamente te excitó, pero tenías que mantener la compostura, este momento era serio, no había tiempo para perder el tiempo.

- Lo dijiste ahora, ¿crees que soy un pervertido T/N? ¿Me estoy aprovechando de ti? ¿Tendría que ir a prisión? - su rabia lo consumía.

- ¡No, no, no! ¡Joder, me retracto! Lo siento, lo siento por todo.

Se acercó más que nunca, levantando tus piernas para que las envolvieras alrededor de su cintura. Agarró tus manos y las sostuvo sobre tu cabeza, presionándote contra la puerta con fuerza. Tus ojos se entrelazaron con los suyos todavía llenos de ira, los tuyos con confusión. Pensé que estaba molesto.

- ¿Cuánto lo sientes, muñeca? - susurró en tu oído, sus palabras enviaron un escalofrío por tu espalda.

- Lo siento mucho - te diste cuenta de lo que estaba haciendo - lo siento mucho, señor.