Hace tanto tiempo

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– Hermano, ¿podemos hablar?

Las chicas a lado mío pusieron sus peores expresiones – Lestrange, no tiene nada que hablar contigo – Arantza abrazó mi brazo con fuerza.

– No te preocupes, estaré bien – La besé, tomé mi café y fue con la chica de Ravenclaw con esencia de Bellatrix.

– No tardes mucho, dentro de poco tenemos Pociones y no quiero que nos regañe por llegar tarde – Advirtió Jessabeth, a modo de respuesta asentí.

Una vez que ya estábamos algo lejos de mis compañera de casa preguntó con voz temblorosa – ¿Cómo has estado? Hace bastante tiempo que no se de ti, dejé de recibir tus cartas desde que... Bueno, tú sabes

– Me encuentro bien, aunque desde el ataque de los Mortífagos en la Copa Mundial de Quidditch las cosas en la Mansión Malfoy se pusieron tensas. Tio Lucius siempre ha estado enterado de cada movimiento de estos mismos y la verdad dudo que sea la excepción – Confesé a mi hermana por lo bajo.

 – Me llegué a enterar de lo sucedido, ¿crees que haya estado involucrado? Al fin y al cabo, él también fue uno hace mucho tiempo – Me preguntó.

«¿Acaso me está interrogando? ¿Será que ya la reclutaron para la Orden del Fénix? ¿Le habrán pedido acercarse a mí? ¿Tendrá que intentar recolectar información de mí? ¿Acaso ella...» 

Se abalanzó sobre mí con el fin de abrazarme – Veo que has pasado por cosas complicadas, no es necesario que respondas. 

«¿Qué cosas piensas? ¡ES TU HERMANA!, y al parecer hace mucho no habla con nosotros. No la creo siquiera capaz de acercarse a mí con dobles intenciones, además estaban mis amigas, ya vi como reaccionaron. Él solo hecho de acercarse ya implicaba una gran cantidad de valentía. Sus intenciones son buenas», aseguré en mis adentros – La verdad es que ni siquiera yo lo sé... – Respondí con un sabor amargo la duda que se había dejado hace unos segundos.

– Estoy tan feliz de que quieras hablar conmigo. Extrañaba tanto tu voz – Apretó su cabeza contra mi pecho.

Tomé su nuca para corresponder el gesto – Prometo ponerme al corriente contigo.

– ¿Lo dices en serio? – Desde antes estaba al borde del llanto, ahora con eso no pudo controlar derramar sus lágrimas y dar leves sollozos.

– Lo juro por Merlín y Belvoix, así se llama mi gato – Aclaré en caso de que no supiera.

Soltó unas risitas felices – Sabía que tenías un gato pero no sabía su nombre. Yo tengo una lechuza, su nombre es Harina, es una historia muy chistosa.

– Muero porque me la cuentes.

– Así lo haré. ¿Qué me dices de Arantza? ¿Eres feliz con ella? – Se apartó y limpió sus lágrimas.

– Pues... como te podrás dar cuenta es algo posesiva, sin embargo eso no quita el hecho de que sea bastante considerada conmigo

– Lo tomaré como un sí. 

– ¿Qué me dices tú?

Casi de inmediato apartó la mirada, logré notar como sus mejillas se enrojecían – Hay un chico en mí clase Transfiguración, se llama Finnigan Lupin es...

– Él hermano pequeño de Rosa, perteneciente a Gryffindor – Interrumpí antes de que comenzará a explicar quien era puesto que yo ya lo conocía, lo había visto al frente de ella la noche anterior. Era imposible no recordarlo tenía un pelo fuccia, haciendo imposible que pasará desapercibido. Parecía tener una buena relación con su hermana, aunque a ella le parecía algo molesto la forma en que comía.

– Sí... ¿así le llaman a Lucille? – Cuestionó dado que no le resutaba familiar el apodo.

«Esto le va a traer tantos problemas a futuro» pensé manteniendo una sonrisa – Si, todo mundo le dice de esa forma, seguramente no le importará que tú también le llames así.

– Está bien, ¿te gusta la idea de algún día comer o desayunar todos juntos? 

– Es una buena excusa para reunir a las familias 

– Hace tanto tiempo que no interactúo con ella, supongo que no es la misma chica que conocí alguna vez – Se le veía nerviosa, pareciera como si estuviese analizando cada una de sus palabras antes de expresarlas. 

Tomé una de sus manos, hicimos contacto visual, después de aquello le sonreí, ella hizo lo mismo por inercia – Espero las cosas funcionen entre ustedes dos, y si llega a...

Fuimos interrumpidos por Ballard – ¡Lestrange, es hora de irnos!

– Creo que te tienes que ir

– Así es, aún no acabamos está conversación. Hablaremos después, ¿te parece? – Aprobó la moción con la cabeza y yo la dejé antes de que me gritarán otra vez.

Al llegar con las chicas recibí la pregunta que me esperaba por parte de mi pareja – ¿Qué era lo que quería?

– A ti que te importa – Me adelanté junto con Potter y la dejé atrás.

Durante el camino dimos un repaso a lo aprendido el anterior curso de Pociones, llegamos al salón y no había señales del Profesor Snape. Arantza quería que tomara lugar con ella pero Potter demostró tener mejor entendimiento así que opté por estar cerca de la pelinegra.

– Antes de que se te olvidé me gustaría recordarte que me debes 50 galeones de ranas de chocolate – Aseguró acomodando su área.

– Mmm... ¿de qué estás hablando? –

Aparentemente olvidé un dato muy importante – ¡No me vengas con escusas, Lestrange! ¡Gané la apues...

Le tapé la boca antes de que llamará más la atención – Me encuentro lleno de promesas. Agradecería bastante que me refresques la memoria.

Quitó mi mano de su boca y con una seriedad de ultra tumba explicó en susurros – Como Arantza llevaba un tiempo detrás tuyo, con lo calenturiento que eres supuse que en cualquier momento terminarían juntos en la cama.

– Aja, ¿y?

– ¡YYY! Que durante la fiesta de despedida del último año terminaste cediendo a sus insinuaciones, por lo tanto debes de pagar – Me tomó del cuello y me acercó para estar frente a frente, pude notar un fuego intenso en sus ojos. Con eso me dio a entender que me perseguiría hasta el fin del mundo con tal de conseguir su recompensa.

– Está bien, haré el primer encargo.

– Más te vale, Lestrange.

El profesor Snape llegó casi tumbando la puerta y todos los que estaban teniendo alguna conversación amistosa pasamos a callarnos por completo.


Las clases acabaron, salí de con ellas como con 40 puntos más para Slytherin, principalmente por la clase de Pociones, en la que Potter y yo destacamos.

– Bueno... tengo que irme, debo atender unos asuntos – Intenté marcharme para atender la reunión que tenía con McGonagall pero Ballard me detuvo sosteniendo mí muñeca.

– Prometiste que cuando regresáramos a clases tendríamos un picnic – Colocó cara de puchero.

– En este momento tengo cosas que atender – Realice un jalón para salir de su agarre – Lo haremos después.

Mientras me alejaba escuche un grito proveniente de Potter – Yo no seré tan compasiva contigo, si rompes tu palabra.

«Esa chica de verdad ama el chocolate» pensé gran parte del camino, la otra mitad me concentre en tratar de ignorar el montòn de miradas que tenía, no sé si era por mí forma de caminar demasiado rápida o tal vez mi rostro. 

Escamas de SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora