Dandelion Rosedove recordaba perfectamente todo su entrenamiento de bibliotecaria, recordaba como, desde que la eligieron, no paraban de recordarle lo importante que era ese trabajo y que tenía que hacer todo perfecto, pues un solo error rompería el equilibrio entre los mundos. Y así lo había hecho, durante años no había cometido ningún error y había sido la representación de la perfección. Hasta que esas historias empezaron a llegar.
No recordaba cual fue la primera historia que le tocó vigilar de él, pero recordaba muy bien lo que la había hecho sentir. Insatisfecha. Insatisfecha con el que le habían prometido era el trabajo de sus sueños. Y es que, como bibliotecaria, vivía enredada en cuentos, palabras y vidas tan fascinantes que era tan injusto no poder experimentarlas en carne propia.
Desde ese momento, sus historias no pararon de llegar, y ella se quedaba tan embelesada mientras más leía. No entendía como alguien que ni siquiera conocía podía hacerla sentir así. Como ningún otro escritor lo había logrado.
De repente se encontraba a sí misma esperando cada vez más, con más ansia y más desespero a ver su nombre en un nuevo libro. Crator Blacksky, el escritor al que por alguna razón ya se moría por conocer. Ocupaba ver a aquel que la hacía sentir cosas que nunca había sentido.
Claro que eso estaba prohibido, los escritores y las bibliotecarias tenían prohibido acercarse. De hecho dudaba alguna vez haber visto alguno, para ella eran tan extraños como aquellas criaturas de las que escribían y daban vida. Sin embargo, era un tanto curioso que nunca hubiera conocido a un escritor, a pesar de que los leía siempre. Desde su punto de vista, eso contaba mucho para conocer a alguien. Pero al parecer, lo único prohibido era que se acercaran los unos a los otros.
Muchas veces se llegó a preguntar si acaso no sería suficiente con seguirlo leyendo, pero no podía aceptarlo. Su cuerpo y alma le pedían de manera insistente conocer a aquel que relataba la vida que ella tanto había querido vivir sin saberlo.
Los escritores se encargaban de crear los diferentes mundos que las bibliotecarias vigilaban día con día. Universos tan fantásticos que a Dandelion le seguía resultando a veces sorprendente llegar a conocerlos o verlos. Aunque fuera como espectadora nada más. Y cuando los libros de Crator empezaron a llegar, ese asombro simplemente creció. Le parecía increíble las historias que escribía llenas de criaturas cada vez más admirables; dragones, sirenas, hadas, ángeles, demonios, dríadas y muchísimas más. La biblioteca se había vuelto un lugar mucho más fantástico de lo que ya lo era.
Así que el día del accidente en el que se perdieron algunas historias y todo el lugar estaba hecho un desastre por lo que Dandelion tuvo la oportunidad de entrar al lugar de trabajo de los escritores por primera vez. No sabía que esperar, ni siquiera sabía si lo iba a lograr ver. Con verlo un segundo se conformaba, era todo lo que necesitaba. Darle un rostro a aquellas palabras que la habían hechizado.
Cuando escucho que alguien lo llamaba sintió que se quedaba sin aire, de repente respirar le parecía imposible. Y lo vio. Y sabía que era él, y sabía que lo hubiera sabido incluso sin escuchar su nombre, porque era justamente como se lo había imaginado.
Dandelion no esperaba que él la viera, y claro que no esperaba tener alguna interacción con él, más bien, no debía acercarse a él. Ella estaba al tanto y no pensaba deshacer el equilibrio. Pero en el momento en que él la vio, un breve instante, un solo segundo, también sabía que necesitaría más que su sola fuerza de voluntad para mantenerse alejada. Quería conocerlo y escucharlo ¿Si hablaba acaso serían sus palabras tan hermosas como lo eran escritas?
— Hubo un desbalance en el libro 586, al parecer la bibliotecaria que se encargaba de vigilar el mundo no lo colocó bien y un kappa escapó — dijo Crator con una voz profunda y seria y Dandelion trataba de no mantener su vista puesta en él — Ha de estar vagando en alguna de las bibliotecas. Hay que encontrarlo
— ¿Lo traemos aquí una vez lo encontremos para que lo vuelvan a incluir en la historia? — preguntó uno de los guardias
— No, una criatura o personaje no puede volver al libro una vez que escapa. Habrá que reescribir la historia
El libro 586, lo recordaba bien, él lo había escrito y ella lo había procesado para pasarlo a las estanterías. Era uno de sus favoritos, no podía imaginar que lo reescribiera.
— Pero cambiará toda la historia y el propósito de algunos personajes — no era su intención decirlo, pero cuando menos se dio cuenta las palabras ya habían salido de su boca.
Eso sí que había captado la atención del escritor, la miró fijamente como si estuviera considerando si contestarle o no, ¿esa pequeña platica rompería las reglas? ¿haría algún daño que le contestara? Ella deseaba que le respondiera.
— Será una lastima para la historia, pero en verdad no hay ninguna otra opción. Así son las reglas — parecía que se refería a algo más, pero aún así le estaba respondiendo. Una leve sonrisa se asomó en sus labios — créeme que nadie lamenta esto más que yo, es mi historia. Pero me halaga que te preocupes.
— Bien, primero hay que centrarnos en encontrar al kappa — interrumpió otro escritor — es un ser principalmente acuático así que hay que centrarnos en eso para empezar a buscar. Y recuerden que le gusta hacer bromas, mucho cuidado con todo lo que vean.
Todos empezaron a buscar pero Crator la seguía observando, con curiosidad en la mirada. Le gustaría decir que ese fue el final de su interacción, pero solo fue el principio de todo lo que ocurriría después. Al fin y al cabo, Dandelion recordaba todo de él y no olvidaba lo prohibido que era también. Pero sus palabras ya formaban parte de ella.
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La bibliotecaria
FantasyLa única regla que tienen las bibliotecarias es mantenerse alejadas de los escritores. El trabajo de ambos es sumamente peligroso para el otro, solo con una mínima interacción podían alterar todo el sistema del limbo entre mundos. Pero lo que es pro...