Capítulo 3.

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    Al salir de la enfermería me dirigí al salón y, como era de esperarse; al entrar, todas las miradas se posaron en mí, por haber llegado con casi veinte minutos de retraso. Hice caso omiso a todos los ojos que me examinaban, un don que había ganado con los años, y me acerqué lentamente al profesor Aldrin, quien me observaba con curiosidad.
   -Marano...- dijo él -¿Cuál es el motivo de su notable tardanza?
   -Mil perdones profesor, es que un compañero de esta misma clase, Ross Lynch, tuvo un accidente y lo acompañé a la enfermería- le entregué la nota-. Él no va a poder asistir.
    El hombre, que no debía llegar a los 40 años, leyó el papel que le ofrecí y dijo:
    -Puede tomar asiento, señorita.
   Le obedecí y me senté en el único pupitre vacío que era, obviamente y casi por ley, el de la primera fila.
    Apenas pude concentrarme en la clase, en lo único que pensaba era en Ross, y en cómo era posible que nunca haya notado a una persona como él, que parecía tan atento, dulce, y gentil. Ni hablar de lo  hermoso que era.
     ¿Acaso acababa de decir que un chico era hermoso? Eso era nuevo.
    Sin embargo, dejando atrás mis pensamientos estúpidos, según él, nos conocíamos desde el primer día de escuela primaria, pero yo no podía recordarlo. Tal vez recordar me hacía mal. O tal vez mis buenos recuerdos fueron reemplazados por los más horribles de ellos.
    Todo mi debate mental fue interrumpido con la campana del recreo. Me sorprendí a mí misma, pues recogí rápidamente mis cosas, como con impaciencia. Normalmente, en estos tipos de momentos yo hacía las cosas lentamente, pero ese día algo en mi interior estaba haciendo que me apresure. No supe qué era lo que me estaba haciendo correr hasta que me di cuenta hacia dónde me dirigía.
     Estaba yendo a la enfermería.
     Ni siquiera lo estaba haciendo intencionalmente.
     Solo lo hice, pero, ¿por qué?
     Era obvio, necesitaba ver a Ross.
     Pero otra vez la misma pregunta pasaba por mi cabeza.
     ¿Por qué?
     No tuve tiempo para responderme, pues ya había llegado a la puerta de la enfermería. Ingresé y ni siquiera pregunté por él, podía verlo, a unos metros de distancia. Estaba dándome la espalda, por lo que tuve tiempo para inspeccionarlo. Por su postura, parecía bien, como si el golpe no le hubiera hecho nada. Era alto, muy alto; o tal vez no tanto. Solo que, con respecto a mí, todo el mundo lo era. Su cabello rubio estaba largo y desordenado, le quedaba totalmente bien. No quise mirarlo más de esa manera, por alguna razón. Tal vez sería el hecho de que tenía miedo de pensar en voz alta, o de que alguien en la habitación leyera mentes.
     Me acerqué hacia Ross y, cuando estaba por llamarle la atención, él se dio vuelta. Inmediatamente, sus ojos se posaron en los míos, y dejo salir una gran y auténtica sonrisa. Por un momento olvidé cómo respirar, hablar y mantenerme parada, era como si me hubiera derretido.
     Cuando me recuperé, le pregunté:
   -¿No tienes ninguna contusión cerebral o pérdida de memoria?
   -Nop – dijo, haciendo énfasis en la P-, estoy totalmente sano. ¿En serio pensabas que este fortachón se debilitaría por un golpe en la cabeza?- bromeó, y acompañó a la frase con otra sonrisa. Yo hice lo mismo, pero si él sonreía una vez más, yo iba a evaporizarme.
   -Siento que tu ego se rompa cuando diga esto, pero sí, pensé que te debilitarías. Parecías un bebé llorón – dije.
    Ross estaba a punto de contraatacar si no hubiera sido por la interrupción de la enfermera que más temprano nos había recibido.
     -Oh, hola otra vez – me dijo la mujer, de buen humor, y luego dirigió su mirada hacia mi compañero-. No hay excusas para mantenerte aquí encerrado, así que puedes continuar con tus clases con normalidad, estás totalmente bien. Tú y tu novia pueden irse.
    ¿Novia? ¿Ross tenía novia?
     De pronto sentí a mi estómago dar vueltas y a mi pecho incendiarse.
    -¿Qué? Laura no es mi novia- dijo el rubio entre risas incómodas. Un peso se fue de encima mío cuando escuché eso e hice lo mismo que él, porque realmente no sabía qué otra cosa hacer ante esa situación.
   -¡Ay, lo siento!- dijo ella, agradablemente- Los había visto tan unidos que pensé que estaban juntos. En fin, váyanse de aquí, en cualquier momento van a llegar tarde a clases.
    Los dos obedecimos, y al salir de la enfermería hice una retrospectiva al momento en el que la mujer habló acerca de Ross teniendo novia, y cómo eso me hizo sentir. Me sentía furiosa, enferma y angustiada en el momento en que lo dijo, y mi pecho ardía en llamas, como si me hubiera dirigido hacia el sol. ¿Acaso sentía celos? Suponía que sí, pues eran los efectos obvios de los celos. Pero, ¿por qué me sentía de esa manera? ¿Por qué me enfermaba pensar en él con otra chica? ¿Por qué?
    Odiaba a esa pregunta, con todo mi ser.
    Odiaba estar celosa de nadie, con todo mi ser.
    Odiaba no saber qué clase de sentimientos estaban invadiéndome, con todo mi ser.
    Odiaba a Ross por ser tan jodidamente perfecto, con todo mi ser.
    Odiaba odiar a Ross sin razón aparente, y era culpa mía.
     Me odiaba, al maldito por qué, a Ross por ser tan descuidado al tropezarse y hacerme sentir todo esto, y a la enfermera por ponerme celosa acerca de alguien ficticio.
      Odiaba mi último primer día de clases.
       Y todavía no había terminado.
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Hola Charlie Charlie, amigo que siempre está ahí cuando no tengo lectores.
  Estoy publicando capítulos ultra ultra seguido porque well, no tengo casi nada de vida y tengo muuucho tiempo libre durante los fines de semana, y dije: "fue, publico y que charlie me diga qué opina" Así que Charlie Charlie, ¿te gustó el capítulo?  *el lapicito se mueve al no* bueno, no hablo más de gusto, si alguien lee esto y le gustó, please voten, la estrellita ama ser tocada, pervertida.
Adiós y nos vemos muy pronto, lluvia de besos y corazonessss (?

Tightrope. || Raura. || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora