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"Si se supone que no fue mi culpa, ¿Por qué soy el único que sufre?".

Fue la pregunta que se repitió a si mismo una y otra vez sentado en el piso, mientras veía atento la lata de cerveza frente a él y junto a ella su celular, mostrando una foto de su ahora ex besando y abrazando a un hombre que no era él, en el parque donde solían reunirse después de clases.

Dentro de unos meses cumplirían 6 años juntos, pero eso ya no era importante.

Caín conoció a Christian poco después de cumplir 15 años, apenas había entrado a estudiar y no tenía muchos amigos, de hecho, no tenía ninguno más allá de su hermana. Lo conoció por 2 años antes de animarse a declararse el día que lo invitó a su casa.

La relación iba bien, siempre fueron comunicativos, no les gustaba discutir, tenían muchos gustos en común y jamás sintieron vergüenza del otro, eran la pareja perfecta. Por eso le sorprendió cuando su propia hermana le envió esa foto la misma tarde que Christian le dijo que estaría en la universidad hasta tarde.

Lo llamó para preguntarle, no, exigirle una explicación y respuesta que le dió lo dejó aún más aturdido de lo que se encontraba.

- Perdona Caín, pero nuestra relación murió hace tiempo y eso era muy evidente. -respondió del otro lado del teléfono.

-No entiendo, nunca me dijiste nada, nunca me demostraste estar cansado de lo nuestro... -dijo intentando contener las lágrimas- Creía que lo estaba haciendo bien...

-Caín, -Interrumpió- esto no es por ti, es por mí. -mencionó casi sin sentimientos.

No podía creer lo que estaba escuchando, no quería creerlo de hecho. Tensó el cuerpo como preparándose para recibir un golpe, aunque no sirvió.

-Esto se acabo Caín, si eres inteligente me dejaras en paz. -y colgó.

Sus ojos se nublaron, su respiración se entrecortaba, su cuerpo se entumecía y temblaba mientras veía en la pantalla de su celular como ese chico lo había bloqueado. Sin saber que sentir o a quien acudir decidió hablarle a la única persona con la que sabía que podía contar. Vió directamente a su pantalla mientras caminaba al refrigerador y tomaba un pack de cervezas que había ahí.

Él no tolera muy bien el alcohol.

{Ven, te necesito} Tecleo.

Así llegamos al punto de inicio, con Caín cuestionándose el porque de toda esta situación mientras se terminaba de beber su cuarta cerveza, y eso que apenas eran las 6 de la tarde.

Sintió un golpeteo desesperado en la puerta principal que lo sacó totalmente de sus pensamientos, se levantó tambaleante del piso y caminó para abrirla, pero a pocos pasos de llegar tropezó y cayó al suelo torpemente mientras reía. Ya estaba borracho.

- ¡Mierda Caín, ábreme! -gritó desde afuera.

Se escucharon un par de golpes más antes de detenerse sin previo aviso, pero el silencio no duró por mucho tiempo, pronto el sonido de la puerta siendo abierta bruscamente se sintió, dejando ver a la persona que golpeaba tan desesperadamente.

-Hola Privel... -Saludó desde el piso, arrastrando las palabras mientras sonreía.

-Te ves fatal. -respondió su amigo mientras terminaba de cerrar la puerta detrás de el- Me asustaste hijo de puta. -agregó mientras se acercaba a Caín para levantarlo y sentarlo en el sillón de la sala.

-Me veo como la mierda amigo.

Privel era su mejor amigo desde la infancia y el mayor enemigo de su ex. De jóvenes solía molestarlo con apodos amorosos cuando los veía juntos, cosa que siempre hizo reír a Caín, pero a Christian no le hacía gracia ver a su novio tan amoroso con su mejor amigo. Pero, aun así, siempre estuvieron ahí para el otro.

Y esta no seria la excepción.

-Cuéntame que paso, bonito. -dijo Privel mientras miraba los ojos vidriosos de Caín, con una mano en su muslo y una pequeña sonrisa en sus labios.

Caín respondió con una sonrisa melancólica mientras tomaba su teléfono la de mesita de centro, lo desbloqueó y le mostró la foto que Esmeralda, su hermana, le había enviando hace un par de horas. El rostro de Privel cambió totalmente al ver esa foto, sus ojos se llenaron de asombro y rabia mientras subía la mirada para ver a su amigo.

- ¿Tienes unos minutos? -preguntó mientras posaba su mano sobre la de Privel.

Después de una nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora