Cuando algo termina, algo nuevo empieza

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Lo del vendaje de telarañas es un asco, honestamente. Pero es eso o desangrarme, y la verdad es que quiero llegar a mañana.

Normie y yo llevamos unos 20 minutos allí tumbados, contemplando el cielo.

Acabamos de cerrar un círculo de violencia y odio. Nos merecemos un descanso para variar.

Hemos conseguido algo que parecía imposible. Y por ello, desde que nos hemos puesto a salvo, no he dejado de sonreír.

Sí, siento como si me estuviera muriendo por la herida, pero la red está haciendo su trabajo. Además, así tumbada, sin moverme, es soportable.

Aunque tras esos 20 minutos, Normie habla, y la realidad vuelve a mí.

-Tienes que entregarme, May. -Me dice. Al poco empiezan a sonar las sirenas de la policía.

Yo suspiro profundamente antes de responder.

-Lo sé...

Sé que es lo que tengo que hacer. Necesita ayuda antes de que pueda relacionarse con alguien, pero aún así... Merece algo mejor.

-Y esta vez prometo que no me escaparé. -Me dice, intentando que el ambiente no esté tan tenso. En verdad ha conseguido sacarme una sonrisa. -Estaré fuera viviendo mi vida, curado, antes de lo que crees, May.

-Seguro que sí, Normie. -Le digo. -Confío en ti.

-Entonces ya sabes lo que tienes que hacer.

Yo simplemente le asiento. Ambos nos levantamos, no sin antes quejarnos de nuestras respectivas heridas.

Me pongo la capucha de la sudadera del viejo traje de mi padre, y Normie me permite enredarlo con telaraña. Así lo bajo lentamente del edificio justo delante de la policía.

Antes de bajarlo, he visto a mis padres junto a la policía, así que le he dicho a Normie que les dijera dónde podrían encontrarme (y rezar por que mi padre no lo matara nada más verlo).

En cuanto está junto a la policía, mis padres y yo cruzamos una mirada. Una corta, pues no quiero quedarme allí mucho. A pesar de tener la capucha no me fío de que no me puedan ver el rostro.

De un salto, me largo del edifico, dejando todo ese escenario atrás, balanceándome hacia el lugar en el que he dicho a Normie que dijera a mis padres que me iba a encontrar con ellos.

No me balanceo todo lo bien que quiero, la herida me lo impide, pero tampoco me molesta demasiado, no tengo prisa. Es más, este tiempo me viene de maravilla para procesar todo lo que ha pasado.

Aunque me he asegurado que sea en una azotea no muy lejos de allí. Y en lo que llegan, me da tiempo a reposar.

En el camino al edificio, tengo la sensación de que alguien me sigue. Si fuera peligro, el sentido arácnido me habría avisado, así que supongo que tiene que ser aliado. O al menos alguien inofensivo.

Pero, de todas maneras, no quiero quedarme si saber quién es. Paro de golpe en el siguiente edificio que veo, y tal y como pensaba, a mi admirador le pilla de sorpresa por lo que se pasa de largo unos metros antes de parar.

Y ahora que caigo, si me mira de frente me va a ver la cara. Tengo que taparme aunque se la zona de la boca.

Antes de que se dé la vuelta, hago un pañuelo de telaraña y me lo pongo alrededor de la boca. Con esa parte tapada y la capucha haciendo sombre debería estar a salvo.

¿Por qué no me sorprende que sea Zumbido?

-Podías haber avisado de que ibas a pararte. -Me recrimina acercándose a mí. -¿Por qué llevas esos harapos?

The Amazing Spider-GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora