Capítulo 289

94 14 4
                                    

Miro la hora cuando el estomago me reclama algo de comer. Son casi las doce y centrado en preparar el viaje para traer a Alex aquí no he probado alimento desde esta mañana. Cansado voy a la cocina a prepararme un bocata, cuando está listo me lo llevo a la terraza. Septiembre se presenta más fresco que otros años, pero me cuesta resistirme a las bonitas vistas de Madrid. Mi móvil suena con su nombre. Hemos cogido la bonita costumbre de hablar cada noche antes de dormir y agradezco que su extraño comportamiento de hoy o la cena con Melendi no la hayan hecho olvidarse de ello.

+ Hola...

- ¿Dormías?

+ No.

Un silencio incómodo se apodera de nosotros.

- Me apetece verte.

Es ella quien los rompe, con voz dulce.

+ Malú, es tarde, Eva duerme y...

- Estoy fuera.

Me interrumpe.

- ¿Me abres?

Me dirijo apresurado a la puerta, y tal como ha anunciado, allí la encuentro. Me saluda besando mis labios con ganas, y aunque quisiera corresponderle, me alejo, mirándola confundido.

- Hoy he sido una idiota, lo siento.

Se disculpa sincera.

- ¿Puedo?

Pide permiso para abrazarme. La recibo y al instante la tengo escondida en el hueco de mi cuello.

- Quiero contarte lo que me pasó.

Anuncia sin salir de su sitio. Acaricio su pelo, dispuesto a escucharla.

- Me acojoné...

Confiesa y se aparta ligeramente apoyando su mentón en mi torso para mirarme a los ojos.

- No de ti.

Aclara.

- De mí.

Su abrazo incrementa la fuerza buscando ser correspondida.

- Me haces sentir demasiadas cosas.

Su sonrisa dulce y tímida me enternecen.

- Todas nuevas para mí.

Sus ojitos color chocolate brillan expresivos.

- Me daba miedo estar obsesionándome contigo y perderme a mí.

Explica.

- Y busqué consejo en mi mejor amigo.

+ ¿Tu tienes que ser tan adorable incluso cuando quiero enfadarme contigo?

Sonríe tímida.

- No quiero que te enfades conmigo.

+ Es que las cosas no se hacen así, Malú.

También le hablo dulce.

- Ya lo sé, pero no sé cómo sí se hacen, y voy a necesitar que tú me enseñes.

Pide poniéndose de puntillas y roza mis labios. Me dejo hacer, saboreando los suyos.

+ Me tenías nervioso.

Ahora le cuento mi parte.

+ No sabía si te habías arrepentido de algo, si querías dar marcha atrás a lo nuestro, si lo que te asustaba era mi reacción al haber quedado con Melendi o si te hice algo sin ser consiente de ello.

- Lo siento.

+ ¿Te ha servido hablar con él? ¿estas más tranquila? ¿Quieres que nosotros también lo charlemos?

La acribillo a preguntas.

- No hace falta.

Reparte besos por mi barbilla.

+ No quiero que te pierdas a ti por estar conmigo. Me enamoré de ti, no de mí.

Le recuerdo acariciando la punta de su nariz con la mía.

Sonríe precioso.

+ De verdad.

Intento explicarme mejor.

+ Quiero que siempre estes a gusto contigo estando conmigo. No creo que vayas a perderte, pero tampoco deseo que temas hacerlo.

- No lo haré.

Asegura.

- Solo voy a tener que aceptar que me tienes muy enamorada, y que en contra de la independencia de la que siempre he presumido, tendré que dejar de luchar con las ganas que tengo de estar todo el rato pegadita a ti.

Vuelve a conseguirlo. Vuelve a robarme una enorme sonrisa.

Atrapo su carita con mis manos y acaricio sus mejillas antes de besarla con vehemencia.

Creo que va a explotarme el corazón.

+ Te quiero tanto, vida.

Prometo con mi frente apoyada en la suya. El oxígeno nos ha obligado a separarnos, pero nuestros ojos cerrados aún buscan conservar el sabor de aquel beso cargado de sentimientos.

+ Reinona, tengo que decirte algo...

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora