No tengas miedo

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Advertencia, capítulo extremadamente largo, pero muy necesario para la historia, especialmente la primera parte. Incluye tres mini-arcos que pueden tomar como bloques para que, al terminar cada uno, les sirva de descanso.

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Berlín, 1942

Sentí los bruscos movimientos de los labios de Craig sobre los míos, nada parecidos a los tiernos besos que Wendy me depositaba. Su aliento cálido me estremecía y el roce de su lengua sobre mi boca me instaba a abrirla. No obstante, en el fondo sabía que esto no estaba bien, es decir, ambos éramos hombres, estaba penado por el régimen, ¿por qué Craig hacía esto si él era un oficial de la SS? Si alguien se enteraba de esto terminaríamos en algún campo de concentración con un triángulo rosa invertido en el pecho.

Abrí los ojos mientras lograba separarme de él y lo observé frente a frente, jamás habíamos estado tan cerca uno del otro y pude apreciar con mayor detenimiento sus ojos de distinto color, eran hermosos y le daban un aire de misticismo a su cara, cuyas facciones se encontraban en un equilibrio perfecto de estoica masculinidad con una belleza casi femenina y por primera vez en mi vida pensé que un hombre era realmente atractivo al punto de sentirme atraído por su físico.

No es que nunca antes no hubiese admitido que otro sujeto fuera apuesto, es decir, el rostro de Kenny parecía haber sido modelado por los cánones de los antiguos dioses griegos; de revuelto cabello rubio, mirada misteriosa y sonrisa grácil; una vez que le quitaron los frenos, su cara cambió para mostrar a un joven de rasgos estilizados y perfectos. Sin embargo, por mucho que yo fuera consciente de esto, jamás me sentí atraído a él o tuve ganas de besarle como ahora me sentía por el capitán lo cual me generaba un extraño contraste de emociones entre mis verdaderos deseos contra la moral que me fue inculcada desde que era niño.

Aunque no estaba seguro de si este sentimiento mío nació precisamente en el momento en que el capitán se atrevió a besarme, es decir, ¿antes de este día su persona me hacía sentir de una manera similar?

—¿Qué sucede? —me preguntó, más que curioso, decepcionado por romper aquel beso que poco a poco se tornaba más profundo. Aunque no se alejó de mi cara, parecía no querer romper la atmósfera que nos rodeaba.

—Esto... —susurré contra sus labios pues en ningún momento me aparté de su agarré y eso llamó mucho mi atención, ¿por qué no parecía molestarme realmente?— no está bien.

—¿No está bien porque no quieres o porque está prohibido? —supongo que debía acostumbrarme a que Craig no se iba por las ramas. En la medida de lo posible, ese chico solía hablar claro, por lo que no me sorprendió su pregunta.

—Está prohibido —pronuncié con temor y lo vi esbozar una sonrisa cínica.

—¿Entonces no te molesta? —me preguntó altivo y yo me detuve a pensarlo un momento. Realmente no era que me incomodara, al menos no de la forma en que debía hacerlo, por alguna razón la presencia de Craig me hacía sentir protegido de maneras en que hacía tiempo no me sentía, por lo que negué con la cabeza y eso fue suficiente para que Craig volviera a unir sus labios con los míos de manera casi desesperada.

Mientras tanto, mis anteriores palabras no solo respondieron la pregunta del capitán, sino que también la mía. En efecto, desde el primer momento en que lo conocí me sentí atraído por él de maneras que nunca admitiría ni siquiera para mí mismo. No solo me atraía su mirada que parecía escarbar en mi más profundo interior, sino que su personalidad cínica y amenazante me resultaban como el fruto prohibido que no debía tocar. Era como si rondara el punto intermedio del bien y el mal. Así era, Craig Tucker era como un pecado que yo estaba dispuesto a cometer, pues su presencia me prometía la salvación eterna en el Edén, así tuviera que retar al mismísimo Dios para cumplir su palabra.

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