Capítulo 3.

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Ella me ha abrazado en señal de disculpa, no desaprovecho la oportunidad, la tomo de la cintura y la beso profundamente. Cada vez que siento su cuerpo cerca de mío, logro sentirme vivo.

Normalmente no puedo sentir nada, ni siquiera el frío o calor, pero con ella siento de todo... desde lujuria, deseo, compasión e incluso amor. Juno Dawson, ella es el ángel más hermoso que eh visto en mis 700 años de vida, eh llegado a la conclusión de que Dios me castiga con mis sentimientos hacia Juno.

No puedo soportar que alguien más se atreva a siquiera mirarla, soy un celoso e impulsivo, no puedo controlarme.

El día de hoy seguí a Juno por las calles y ahí fue donde la vi besándose con aquel lobo rabioso, Lucian.

Juno se intenta separar de mis brazos torpemente, pero no se lo permito, la tomo de la cintura para luego cargarla en mi hombro. Ella da unos ligeros pataleos, la deposito en su cama y me posiciono encima de ella.

Esta sonrojada y algo nerviosa, le tomo sus muñecas y las arrastro hacia arriba de su cabeza.

― ¿Qué me harás?― pregunto sofocada.

―Nada que tú no desees, Juno― responde Sebastián.

Sebastián comienza a besarme el cuello, sin soltar mis muñecas. Estoy actuando de una mala manera, me estoy revolcando con mi enemigo y lo peor de todo, es que me está gustando...

En cuanto Sebastián libero mis muñecas, comenzó a introducir sus manos por debajo de mi vestido. Al sentir el rose de sus manos con mis piernas me hizo temblar, por mi parte, yo también le comencé a tocar.

El llevaba una túnica color negra con un cinto plateado, dicha cinto me impidió poderle tocar la piel de su espalda, pero dirigí mis manos hacia su cabello y los comencé a revolver.

Continuamos besándonos de una forma pasional, nos separamos unos momentos para poder tomar oxígeno y él se dirigió hacia mis muslos para acariciarlos. Di un ligero suspiro de placer, Sebastián me miro divertido y abrió mis piernas.

Me sentí avergonzada y cerré mis piernas lo más que pude, para mi mala suerte, Sebastián se encontraba entre mis piernas.

― ¿Eres virgen, cierto?

No le conteste, solo lo hice a un lado como pude y me acomode mis ropas. ¿Cómo sabe que soy virgen? ¿Soy muy obvia acaso?

―Juno― dice―. Te hice una pregunta.

―Sí― conteste.

―Yo seré el primer y el último hombre en tu vida― dice aun recostado en mi cama―. Y tú, serás la única mujer en mi vida.

― ¿Esa es tu condición para que seas mi demonio personal?

―Yo ya soy tu demonio personal, pero como demonio que soy... tengo necesidades carnales― responde.

― ¿En qué consisten dichas necesidades?

―En poseer tu cuerpo y poder sentir tu calidez.

― ¿Poseer? ¿Te meterás en mi cuerpo? ¿Cómo los poseídos?― pregunto con curiosidad.

―Llegado el momento lo entenderás, Juno― dice.

― Y en este pacto, entre demonio y mortal... ¿Habrá algún sentimiento de por medio?

―Yo estoy enamorado de ti, Juno― dice. Eres el amor de mi vida.

Me sonrojo al escuchar la declaración de Sebastián y cambio de tema.

― ¿Quieres comer algo?― pregunto nerviosa. Tengo manzanas y podría preparar algo con ellas.

― ¿Te puso nerviosa mi declaración, corazón?

Eres mi perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora