Tardo unos segundos en reaccionar, tras haber reconocido a la persona que me observa desde mi portal, en la acera. Está igual que la última vez que lo vi.
Pol me mira y percibo la interrogación en sus ojos. Niego con la cabeza, haciéndole entender que no tengo ni idea de que va esto.
Simón, enfrente nuestra, nos devuelve la mirada, apoyado en su coche. A medida que nos acercamos, su rostro refleja una sonrisa cordial. Aunque no me pasa desapercibido como analiza a Pol y su brazo, que aún sigue sobre mis hombros.
—¿Me quedo contigo? —me susurra Pol.
Dudo unos instantes. No me apetece estar a solas con Simón. Pero no quiero hacer la situación más tensa.
—No. Sube. Pero... estate pendiente del móvil, si no te importa.
—Cualquier cosa, me avisas, Sara —añade, con una mirada un poco preocupada.
Saluda a Simón con la cabeza y este le devuelve el saludo, con una expresión amable. Bueno, por lo menos, parece que no viene buscando guerra. Se gira hacia el portal y yo acorto la distancia que me separa de Simón.
—Hola.
—Hola, Sara.
Parece que no va a decir nada más.
—¿Qué...? ¿Qué haces aquí? —no puedo evitar que mi voz suene nerviosa. Su visita me coge por sorpresa.
—Mañana tengo una reunión con un cliente, aquí en Madrid. Pensé en llamarte... pero como no contestaste a mi último mensaje... No quería ser pesado. Pasaba por aquí y estaba debatiendo si llamarte o no, cuando apareciste.
Asiento y trago saliva.
—Bien... Pues... dime.
—¿No me invitas a subir?
—No, Simón —contesto firme.
—¿Y un café? ¿O a tu novio le parecerá mal?
—No es mi novio.
—Sara, no te preocupes. No tienes que mentirme. Si eres feliz...
—No es mi novio —le corto —. Solo somos amigos.
—Vale, vale. Bueno. ¿Un café entonces?
Lo medito unos segundos y asiento. Echamos a andar hacia la primera cafetería, al lado del piso, y nos sentamos en el interior. Cojo el móvil y le mando un WhatsApp a Pol, informándolo.
—Bueno. Y entonces... ¿Qué tal todo por aquí? —pregunta Simón.
Lleva una gabardina negra, que deja a la vista una camisa blanca con una corbata perfectamente anudada. Analizo su rostro. Su cara inteligente, su frente lisa, sus ojos despiertos y sus labios finos.
—Pues bien, Simón. Estudiando y esas cosas.
—Te veo muy a gusto aquí.
—Lo estoy —sentencio.
—Bien. Me alegro. ¿Ainhoa bien?
Asiento, seria.
—Yo... bueno. Quería disculparme contigo —su frente se arruga y su mirada se achica —. No me porté bien. Y no te merecías lo que hice ni lo que dije en Galicia.
—Lo sé —no sé qué más añadir.
—Dime algo más, Sara —suplica Simón.
—¿Qué más quieres que te diga?
Simón suspira y se mesa el pelo con una mano.
—No sé. No voy a mentirte. Me encantaría oír que aún me quieres.
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La magia de dos corazones en movimiento [Parte 2 Bilogía]
RomanceSegunda parte de la biología. _____ Sara lleva tres meses en Madrid. Sara ha reído, ha vivido, ha soñado y se ha enamorado. Sara ha besado a Pol. Y luego ha huido. Pol lleva tres meses ensanchando su colección de sonrisas. Pol ha fluido, ha luchado...