Caminaba de un lado al otro en su departamento con intranquilidad, mirando a su alrededor para asegurarse que todo estaba en orden y no quedaba nada sin hacer. Repasó en su cabeza, una y otra vez, la lista de cosas que había comprado para convivir con Privel esta noche y volvió a revisar que todo estuviera sobre la mesa en orden.
¿Por qué estaría tan nervioso por algo como esto? Ni él lo sabía.
Le había dicho que viniera esa noche, pero nunca le dijo una hora exacta, pronto el temor de que no llegara apareció para plantear en su cabeza una que otra duda que no hacían más que ponerlo más nervioso de lo que estaba.
Ya había tomado su celular para escribirle o llamarlo, pero el sonido de golpes en la puerta lo interrumpió, caminó hasta un espejo que estaba cerca para revisar su aspecto antes de continuar hasta la puerta, la abrió y se encontró con la figura despreocupada de Privel parado al otro lado, sosteniendo un par de botellas de cerveza y un paquete de papas envasadas.- Hola. -saludó sonriente desde afuera, levantando las botellas y las papas.
Caín soltó un par de carcajadas antes de abrir por completo la puerta y darle paso libre a Privel. Caminaron juntos hasta la sala mientras tenían una pequeña y cotidiana conversación, hasta que Privel vio los tragos sobre la mesita de centro. Se volteó para ver a Caín con sorpresa, ya que ninguno de los dos era muy tolerante al alcohol.
- Creo que será mejor que guardemos algunas, ¿no crees? -preguntó Privel mientras caminaba hasta la cocina con algunas botellas en la mano.
- No es necesario. -respondió Caín mientras sujetaba el brazo de Privel- Después de todo estamos en mi casa, nada malo nos va a pasar.
Privel dejó escapar un suspiro, seguido de una amable sonrisa que provocó en Caín una igual de amable. Dejó las botellas sobre la mesa y abrió un par para comenzar la noche.
Durante un buen rato todo fue risas y charlas animadas, seguidas de una y otra botella de cerveza más. Ya estaban bastante mareados cuando decidieron dejar de beber por un rato y pasar a otros temas de conversación.- Caín, yo tengo una pregunta. -dijo Privel mientras arrastraba las palabas- ¿para qué querías que viniera?
- Porque quería demostrarte que no quiero nada con Christian... -respondió también arrastrando las palabras.
- ¡Ja! Digamos que te creo...
- Hablo en serio... -Caín estiró el brazo y tomó el cuello de la chaqueta de Privel atrayéndolo hacia él, provocando un pequeño roce entre sus labios que erizó la piel de Privel. Caín soltó un suspiro sobre sus labios y sonrió- ¿Me crees ahora?... -preguntó a centímetros de su boca, haciendo que Privel sonriera de forma coqueta.
- ¿Esperas que con un beso te crea? -dijo Privel provocando que sus alientos chocaran entre sí- Tendrás que esforzarte un poco más... -agregó mientras sonreía de forma burlesca.
Una pequeña idea pasó por la mente de Caín, una idea que puede ser un poco cruel, pero él tampoco estaba en sus sentidos como para detenerse a pensarlo con mayor claridad. Se levantó del piso mientras aún sostenía la chaqueta de Privel, logrando levantarlo también y entre risas caminaron a paso torpe hasta el cuarto de Caín, con el corazón acelerado por los nervios y el alcohol. Se pararon frente a la cama, tambaleando por los mareos que les provoco el alcohol y los rápidos latidos de sus corazones, y se vieron directamente a los ojos sonriendo mientras la atmosfera comenzaba a cambiar a su alrededor, dejando que Caín diera marcha a esa loca ideas que volaba por su cabeza.
ESTÁS LEYENDO
Después de una noche
Romansa||PORTADA EN PROCESO|| "¿Por que soy el único que sufre?..." Fue la única pregunta que pasaba por la cabeza de Caín después de recibir esa foto que advertía la llegada de días difíciles y dolorosos para él, pero al menos tendría el apoyo de su mejo...