Prologo

9 1 1
                                    

Actualidad

Cassie - 17 años

Lento.

Así se sentía todo aquí abajo, en este océano de olvidó, de alcohol, de destrucción. Sentía que era parte de mi, solucionando mis problemas, mi vida, funcionaba.

Era tan dañinamente reconfortante.

No recuerdo la última vez que me sentí libre de pesos, libre de esos sacos en mis hombros, libre de esos pensamientos que me comían cada esquina de mi cerebro, martillando una y otra vez. Libre de los bloques de hierro en mis talones. Así se sentía mi vida a menudo. Quizás la de muchos. Quizás no.

Mi cuerpo se movía tan lento, sentía el cálido tacto del agua contra mi piel, la pregunta era ¿El agua era cálida?. Por supuesto que no. Era fría, pero para mí era la sensación más cálida que tenía en días y quizás meses. Probablemente en años.

Mi ojos subieron hacia la superficie de mi propio océano mental, observaron sombras, ninguna me saco, ninguna me ayudó. Porque no me escuchaban? No sabía si estaba gritando o si solo era mi imaginación, no sabía siquiera si realmente mi boca se movía.

Nadie se recordaba de mi?

Nadie me veia aquí abajo?

Mamá ? Papá? No me ven?

Me sentía en el limbo, flotando sin moverme.

Mis ojos detectaron algo, una sombra, allí arriba, se hacía cada vez más grande con cada paso que se acercaba. Nunca nadie se acercó tanto. Vi sus movimientos detalladamente. Se acercó hasta estar en el borde.

Es posible que alguien me salve de mi propia mente?

Extendió su brazo, se acercaba hacia mi, hacia mi mano. Está flotaba a mi lado esperando ser sujetada. Pero no ahora. No en este momento. No estoy preparada.

Que haces? Aquí duele menos! Pense.

Ahí lo sentí, el tacto. Esa mano tocando la mía, envolvíendo la mía. Exigiendome que la sujetara con firmeza. Era un tacto delicado, sutil, Cálido.

Luego tuve la sensación de que me asfixiaba. El agua, me estaba ahogando. Mi mente sufría de espasmos. Mi propio mente me estaba asfixiando. Cada pensamiento me atacaba. Entraba por cada orificio de mi cabeza recordando porque estaba allí. No debía salir de ahí, estaba segura.

Una parte de mi quería que me vieran, pero la otra parte solo quería permanecer así.

El brazo me jalo hacia arriba, me saco del pozo.

Mi vista se enfoco y pude detallar los rasgos fáciles de la persona que me vio.

El rostro de la persona que se acercó a salvarme de ahogarme en mi propia miseria. La única persona que se atrevió a sujetar mi mano. Me sonrió.

El aire me golpeó en la cara, y tan solo por una vez, pude respirar.

Aire en mis pulmones.

Ya no flotaba.

Ya nada era Sombras ni mucho menos borroso.

•••••••••••••••••••••••••••••••

Nota de Autora.

Si se sienten confundídos este capítulo se refiere a una metáfora de cuando nuestra propia mente nos atrapa.

La historia está en edición así que no es perfecta aún. Ninguna historia lo es.

Voten y dejen sus comentarios. Love u

El vacio de tus besos En Mis Cicatrices Donde viven las historias. Descúbrelo ahora