golpes|| emilio lara

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Hacer sonreír a Emilio se me hacía cada vez más difícil. Desde su autogol en el clásico de clásicos, había perdido titularidad, y ya eran nulos o casi inexistentes los minutos que tenía dentro de la cancha.

Y eso lo hacía sentir horrible. Yo lo sabía. Todos lo días hacia mi mayor esfuerzo por hacerlo feliz y animarlo a cómo podía. En las mañanas antes de que se fuera a entrenar, sin falta, de verdad ni un día había faltado en pasar por su casa antes de llevar a la universidad a dejarle un desayuno ligero, así fuera un simple Shake de proteína con una notita bonita dándole ánimos. No importaba que me quedara del otro lado de la escuela y tuviera que irme 20 minutos más temprano para llegar a tiempo. Nada me importaba más que hacerlo feliz.

Luego, una vez que terminaba el entrenamiento lo veía en su casa o en la mía para comer juntos, hablar de nuestro día o simplemente pasar tiempo de calidad solos el y yo.

Y la mayor parte del tiempo funcionaba. Excepto por hoy, en partido de cuartos de final de America Vs San Luis en el estadio azteca.

Desde muy temprano me aliste para estar a tiempo, le escribí un gran párrafo a mi novio diciéndole lo mucho que lo amaba y que no quería que se echara para abajo, pues, una vez más su nombre no estaba dentro del 11 titular del partido.

Y eso fue lo que sucedió hasta este momento, me encontraba sentada esperando que salieran a calentar mientras miraba desinteresadamente mi celular.

Ya comenzaba a arrepentirme de mi elección de outfit, el frío comenzó a calar por mis piernas descubiertas así que decidí frotar mis manos contra ellas para que tomaran un poco de calor.

Dure un rato haciendo eso, hasta que comencé a sentir una pesada mirada caer sobre mi provocando que me pusiera muy incomoda.

Discretamente voltee a mi al rededor hasta que me encontré con el dueño de aquella intensa mirada.

Era un hombre, de unos 25-28 años si mis cálculos no fallaban, el cual me veía fijamente mientras bebía de un vaso grande de cerveza.

Sus ojos se encontraron con los míos así que rápidamente quite el contacto visual y regrese mi vista a la gran cancha en donde los futbolistas ya comenzaban a salir poco a poco para empezar a entrenar.

Busque con la mirada a mi precioso novio, y casi se me cae la baba al encontrarlo. No importa cuantas veces lo viera con su uniforme, siempre tendría el mismo efecto en mi.

Su playera pegada, sus delgados shorts que se marcaban en lugar que no deberían, y su cara de concentrado casi enojado causaba una debilidad muy grande en mi.

No podía evitarlo. Estaba demasiado enamorada de ese hombre.

Sus ojos luego chocaron con los míos y rápidamente elevé mi mano al aire y luego la agité en forma de saludo muy emocionada.

Pude ver como rio al verme para después devolver el saludo y tirarme un beso el cual recibí encantada.

Sonreí aún más y tiré ahora yo el beso al aire, hizo como que lo atrapó con su mano y lo guardo.

Reí al ver como me seguía todas mis payasadas y olvide el mal momento que había pasado, ahora solo podía pensar en el.

En mi hombre.

Pase otro rato atenta a la cancha hasta que el calentamiento terminó y volvieron a entrar al túnel para prepararse para el partido.

Nuevamente saqué mi celular y comencé a responder mensajes de mi amiga y del grupo de familia que tenía con la mamá y los hermanos de Emilio.

Siempre acompañaban al mayor a sus partidos, pero anoche Diego y Camilla pescaron un resfriado y amanecieron muy enfermos como para venir al juego, y era por eso por lo que estaba yo sola sentada en las gradas.

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