1 - Despertar

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Escuchó varios sonidos a su alrededor, incluso antes de intentar abrir los ojos. Alguien gritaba pidiendo auxilio de manera desesperada. Un olor a césped fresco inundó su nariz mientras intentaba abrir los ojos, pero sus párpados pesaban demasiado, como si nunca antes hubieran sido abiertos. Respirando con dificultad trató de entender la situación, sentía que estaba acostada boca abajo en el suelo, su cara estaba ladeada, así que podía sentir la hierba húmeda en su mejilla. 

Su cuerpo no se movía, le dolía cada músculo, hueso y articulación como si hubiera recibido una fuerte paliza. Pudo entreabrir los ojos lentamente, sintiendo la desesperación crecer en su interior, su visión era borrosa. Intentó abrir la boca, quería gritar, pedir ayuda, pero ningún sonido salía de su garganta. No tenía control alguno sobre su cuerpo, se sentía desesperada, atrapada.

 Solo era capaz de vislumbrar las personas a su alrededor como desfiguradas sombras, mientras oía una voz femenina gritando muy claramente: 

—¡Aquí está!

 —¡¿Cómo demonios sucedió esto?! —gritó la voz de un hombre que sonaba muy enojado, sintió las fuertes manos masculinas poniéndola con suavidad boca arriba— Tiene algunos golpes, pero aún respira, gracias al cielo —suspiró aliviado— ahora hay que llevarla de regreso, tiene que verla un sanador lo antes posible —la urgencia era perceptible en sus palabras.

 Sintió como el hombre la cargaba con delicadeza mientras ella, aún confundida, comenzaba a mover los ojos aun intentando enfocar su borrosa vista, que comenzó a aclararse muy lentamente.

 —Está despierta —susurró la voz femenina con incredulidad. 

—Habla alto, no puedo escucharte si susurras —soltó el hombre aún enojado— vas a tener muchos problemas por est...

 —¡Está despierta! —chilló la joven mujer interrumpiéndolo de repente.

 Su vista apenas se estaba aclarando cuando pudo ver en el rostro del hombre que la sostenía en brazos el asombro y la felicidad. La luz del sol golpeó con demasiada intensidad sus ojos, haciendo que dolieran y provocando que los cerrara de inmediato. Intentó abrir la boca nuevamente, pero sus labios apenas se separaron, a la vez que las voces se volvían lejanas nuevamente, había perdido la conciencia.


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 Se despertó, pero esta vez tuvo cuidado de no abrir los ojos. Estaba confundida, muy confundida. Ella definitivamente había muerto, podía recordar el dolor y la sensación de dejar su cuerpo atrás. No recordaba detalles, pero tenía la seguridad de que esto había sucedido en realidad.

 Tal vez estaba soñando, sí, tal vez era uno de esos sueños vívidos donde sientes que todo lo que pasó fue real, pero entonces como era posible que no recordara ni siquiera su propio nombre. ¿Amnesia?

 Entreabrió los ojos lentamente al no escuchar a nadie. Estaba acostada en una cama con dosel de seda blanca, amarrado en los enormes postes de madera tallada con hermosos y detallados patrones de flores. Al estar acostada no podía ver mucho de lo que la rodeaba, pero definitivamente pudo comprobar que no le era para nada familiar este lugar. 

Intentó moverse, pero su cuerpo no respondía ¿Este era su cuerpo? Porque se sentía raro, como si no le perteneciera, como cuando te pruebas ropa de alguien más y no te queda. 

Haciendo acopio de todas sus fuerzas, pudo erguirse, mientras cada músculo de su cuerpo gritaba que se detuviera, lanzándole fuertes dolores y calambres. Intentó bajar de la cama, pero sus pies no pudieron sostenerla y cayó de bruces en el suelo, añadiéndole aún más dolor a su cuerpo. Respirando entre cortadamente por la súbita caída y el enorme esfuerzo que estaba haciendo, levantó su mano que estaba engarrotada, no podía mover ni siquiera los dedos. Con la frustración bullendo en su interior por sentirse tan inútil, alzó la vista, se apoyó de un mueble que estaba junto a la cama y haciendo un esfuerzo sobrehumano, finalmente pudo ponerse de pie. Estaba sudando y sus fuerzas estaban llegando al límite, sentía que se desvanecería en cualquier momento. 

Justo frente a ella había una ventana abierta, estiró la otra mano hasta el alfeizar y arrastrando los pies, finalmente pudo llegar. El aire fresco golpeó su rostro sudado por el esfuerzo y sus ojos se abrieron por el asombro. Estaba en lo que parecía ser el tercer piso de una enorme y lujosa mansión. Había un carruaje tirado por caballos llegando y personas que parecían ser sirvientes moviéndose de un lado al otro en la entrada. Un enorme grupo de hombres, con armaduras de un color negro brillante, montados a caballo, se acercaba entrando por las grandes puertas de hierro de la enorme entrada a toda velocidad. Al frente venía un hombre que parecía ser el líder, usando una gran e imponente armadura roja.

 Su respiración se aceleró, la vida que apenas recordaba era muy diferente de esto. En su mente aparecieron súbitos recuerdos de edificios hechos de metal y cristal, altos, tan altos que llegaban hasta el cielo, autos y otras cosas que le provocaron un fuerte dolor de cabeza antes de desaparecer. Su cabeza se sentía como si fuera a estallar cuando un grito tras ella la hizo girarse.

 —¡La señorita está despierta! —la sirvienta lucía aterrorizada, como si estuviese viendo un cadáver que se acababa de levantar de un ataúd —¡Está de pie! 

Ante el ruido, un grupo de personas se apresuró dentro de la habitación. Ella, aún sorprendida, miraba a todas estas personas que no conocía abalanzarse hacia ella. En su asombro y confusión olvidó que estaba apoyada en una ventana abierta y su mano resbaló al perder totalmente las fuerzas. Cayó hacia atrás ante las miradas atónitas de los presentes, esto no era posible, recién se había despertado y ya iba a morir nuevamente. ¿Qué clase de broma de mal gusto era esta? 

Cerró los ojos esperando el golpe fatal, pero no llegó. Una deliciosa calidez se extendió por todo su cuerpo y sintió como la velocidad de su caída disminuía. Una rara sensación de estar flotando en el aire se apoderó de ella. Lentamente, sintió que aterrizaba en el regazo de alguien, mientras unos fuertes brazos la abrazaban. Un relincho bajo ella le indicó que estaba sobre un caballo ¿Entonces había caído en los brazos de uno de los hombres que había visto llegar a caballo? 

Abrió los ojos lentamente, mirando hacia arriba, hacia el rostro de su salvador. La luz del sol era demasiado intensa y le daba en los ojos, haciendo que doliera, pero aun así pudo ver la mirada de asombro en los iris rojos del hombre, que la miraba con una tremenda intensidad mientras sus labios dejaban escapar un: —¿Aylah?

 Perdió la conciencia nuevamente en ese preciso instante, su esfuerzo había sido demasiado.

Destinada a renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora