Decir que estaba nervioso era poco.
Tallaba sus manos con ímpetu en sus pantalones de vestir. Su cuerpo temblaba de pies a cabeza. Estaba pulcramente vestido para la ocasión, con su traje negro y un moño a juego con su pañoleta azul marino.
Sus violáceos ojos viajaban por la gran catedral. Todo el pueblo estaba ahí, incluso sus amigos más cercanos, charlando con gran entusiasmo entre ellos y elogiando las perfectas decoraciones que le daban vida a la iglesia.
Escuchaba la charla a su alrededor, sin embargo no estaba enfocado en lo que el círculo de sus amigos hablaban.
Uno de ellos, el más bajo de todos, ya se encontraba bebiendo de su anforita, hablando alegremente sin medir sus palabras y el peso de estas."¿Sabes?" el híbrido de pato dejó caer su mano derecha en su espalda mientras que con la izquierda apretaba el recipiente plateado "Yo siempre creí que se casarían... Que al menos serían novios ¡Vaya! Siempre estaban en esa mierda de estar juntos todo el tiempo y cuando se veían, los ojos de ambos brillaban de una manera que no he visto jamás"
Eso hizo regresar a Spreen de sus pensamientos.
El pequeño grupo de amigos se quedó en un silencio incómodo imperceptible para la gran iglesia en la que se encontraban.
"Quaks..." Llamo uno de los hombres trajeados.
"Callate, que todos aquí pensábamos lo mismo, incluso tú" señaló al hombre que lo había callado "Tú Mariana, habías apostado con el tonto de Slime sobre cuánto tardarían esos dos en formalizar... Perdiste un stack de diamantes ¡Ja!"El grupo volteó a ver a Spreen, quien se encontraba en silencio escuchando todo, sintieron lástima por el pelinegro, por saber en la situación en la que se encontraba.
Él sabía que la había cagado en grande. Sabía que Roier gustaba de él, y decidió ignorar aquellos sentimientos ajenos y propios durante años. Para él era mejor de esa manera, nadie salía herido y podría conservarlo a su lado por tiempo indefinido. Ni siquiera entendía esa mierda estúpida del amor. Él no fue hecho para eso.
Sus manos tenían unas garras que salían para matar a sus enemigos, para cazar a sus presas. No estaba hecho para amar.
Todo su mundo se vino abajo cuando aquel chico de cabello castaño se le acercó con timidez un día.
"Estoy saliendo con... Cellbit".
Su mundo tembló de pies a cabeza.
Se sentía remplazado e idiota.
Idiota por creer que Roier estaría siempre enamorado de él, aunque perfectamente sabía que Roier anhelaba con toda su alma formar una familia; las cosas hogareñas como la chimenea y los niños corriendo alrededor de una hermosa cabaña.
Él quería darle eso. La familia que Roier siempre quiso.
Pero nunca tuvo amor, y nunca supo cómo darlo.
"No van a durar" pensó en un apuro de sentir seguridad.Pero era un cobarde. Un cobarde que aún con la invitación dorada en sus manos decidió no correr por él. Dejarlo ser feliz con alguien que podría darle el sueño que tanto anhelaba al amor de su vida.
No sabía que Roier lo estaba esperando al final del día, en lo recóndito de su corazón.
Y no es que Roier no amará a Cellbit, lo quería, pero en el fondo sabía que jamás amaría a alguien que no fuera Spreen, sin embargo, no creía prudente dejar de lado sus sueños solo por la falta de determinación del pelinegro, así que aceptó la propuesta de matrimonio muy conscientemente de que quizás debía dejar ir al oso.
Sin embargo toda su vida tuvo de compañero a Spreen, ambos crearon sus vidas en torno al otro.
Sus casas estaban en la misma zona. Había ropa de Spreen en el closet de Roier y viceversa. Los cuadros en las paredes y los planes a futuro.
Eran tan cercanos, que incluso Roier pidió verlo antes de la boda.
Frente a un gran espejo en un elegante traje blanco se encontraba el castaño, luciendo espléndido como siempre, pero con una sonrisa más pequeña que en otras ocasiones. En cuanto vio entrar al híbrido de oso tomó bocanadas grandes de aire que inundaron sus pulmones.
Estaba perdiendo la cordura.Él había elegido ese traje que llevaba puesto el pelinegro, hace mucho tiempo, con la esperanza de que el chico lo usará el día de su boda.
Una boda donde él fuera el novio.
"Si tu me lo pides no lo hago" soltó sin más, sintiendo más liviano su cuerpo al liberar el nudo en su garganta.
El brillo en los ojos del pelinegro expresaban todo lo que no podía decir.
Ilusión
Y de pronto, la mirada acuosa del castaño contagió al de los ojos violetas.
"Sé que está mal, yo... yo lo sé, pero no quería irme sin dar ese último empuje".
Tomó las manos del mayor entre la suyas, y el otro acarició el anillo plateado con suavidad, mirando con malestar la brillante joya.
"Sé por qué no has luchado, Spreen. Te conozco como si fueras otra parte de mi" una pequeña sonrisa pero dolorida se formó en los labios de Spreen. "A mi no me puedes engañar".
Una lágrima traviesa resbaló sobre la mejilla de Roier, cristalina y fulgurante.
"Te amo".
Un hilo de voz que hizo temblar la sonrisa del mayor. Roier le había dicho que lo amaba.
Y de repente volvió en sí, frente a su grupo de amigos que lo observaban expectantes al notar la tensión de sus hombros.
Silencio...
El novio había llegado, perfectamente vestido de blanco y con una sonrisa nerviosa. Todos los invitados enternecidos con la escena.
Sus miradas se conectaron fugazmente, esperando alguna reacción del otro.
Cellbit pudo apreciar eso, él sabía que Roier no era para él.Desde siempre supo la extraña relación que tenía su prometido con aquel oso, y la aceptó sin problemas; al final del día, siempre supo que no podía llenar el espacio de Spreen.
No lo sentía correcto.
"No te guardaré rencor si lo haces" susurró una vez que lo tuvo enfrente.
Roier sabía perfectamente a lo que se refería. Ambos sonrieron melancólicos.
Spreen estaba indeciso. Nunca luchó por el amor de su vida, y se sentía egoísta por siquiera pensar en interrumpir lo que se suponía sería el momento más importante de la vida del castaño.
Sin embargo... todos en la isla sabían que Spreen era egoísta.
"...Que hable ahora o calle para siempre".
"Yo me opongo".
Su voz firme, la misma que usaba contra sus oponentes, inundó la catedral.De pie con las manos temblorosas, todos los ojos sobre él. Miradas en toda la habitación, miradas que no le importan porque solo lo está mirando a él, al amor de su vida.
Los invitados se encontraban sorprendidos, excepto por el borracho que sonreía alegremente, como si ya lo hubiera visto venir.
Y como usualmente pasaba, sus miradas cruzaron.
Un violeta intenso que relucía expectante por una respuesta. Y los ojos oscuros y acuosos que destilaban la esperanza en ellos.
El suspiró de alivió, soltando la mano de Cellbit, quien contenía una ligera sonrisa en sus labios.
Ambos caminando al centro del pasillo.
El oso no dudó en acunar el rostro del otro entre sus manos, observándolo nítidamente al estar llorando de alegría.
Estampó un beso dulce, cargado de emociones y salado por la mezcla de las lágrimas. Sentían los fuegos artificiales a sus espaldas, los gritos lejanos y la suave melodía que indicaba que todo había acabado.
Eran solo ellos dos ahora.
Sonriendo cómplices, el mayor enlazó sus manos y lo motivó a correr fuera de la gran estructura barroca.
Riendo como niños pequeños después de hacer una travesura, sonrojados y listos para formar la familia que tanto estaban esperando, por el que vivían....
NotaAl fin me animé a subir algo.
Decidí que ya estaba demasiado grande para andar teniendo pena por hacer lo que me gusta: escribir.
Si esto tiene apoyo quizás siga escribiendo.
- Besos, Ela. 🪐
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Speak Now; Spiderbear
FanfictionDonde Roier está apunto de casarse y Spreen solo espera que el cura diga la esperada frase. * Shipp de cubitos * Ambientado en QSMP * One Shot * Inspirada en la canción de Taylor Swift "Speak Now" *1240 palabras