introducción

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Jamás en mi vida pensé llegar a este punto. De coger una pistola para proteger mi vida, robar unos pesos para mí familia y amedrentar a quien se me enfrentará, a limpiar con esponja y jabón la mierda de el tipo de personas que más odio.
Hablo de aquellos con la superioridad hasta el techo, que creen que por tener dinero pueden humillar a quien les de la gana.
Miro con desdén, a aquel payaso de trenzas que me pasa por en frente.
Bajo mi mirada al ver que se posa en el marco de la puerta, de repente se cruza de brazos y me escupe una pregunta.

- ¿Tu eres Alya. La hija de Sophie?

- si señor.

Atino a responder cortante

- ya veo. Me dijo tu madre que desde hoy eres la encargada de limpiar mi habitación.

-si señor. Que necesita.

Que carajos quiere ahora, es que no ve que estoy lavando el baño? "Pense en mis adentros".

- Quiero que entres a mi habitación y, organices de forma correcta mis gorras. Se organizan por color y quiero que limpies el espacio en dónde van ubicadas.

- claro que sí. enseguida, apenas termine el baño voy a su habitación.

Que mierda importa como estén organizadas su gorras, de todas formas ni siquiera se las coloca.

-  ah! Y otra cosa. Manchaste mi camisa favorita, así que será descontado de tu salario quincenal.

Abrí mis ojos como platos al escuchar semejante estupidez, tanto así que lo mire a los ojos con el desprecio más latente.
Pensé en responderle. Pero el pensar en lo que me dijo mi madre me detuvo en seco, y es que está era mi última oportunidad de alejarme de la calle y tener una vida "normal". Y si mi madre y yo perdiamos este empleo todas las oportunidades para que Jorge salga adelante, se irían a la basura.

- si señor usted disculpe.
Volví a agachar mi cabeza, y rastrillando mis dientes, mientras decía estás palabras.

- Bueno, que no vuelva a pasar.
Te espero en 20 minutos para que arregles mis gorras.

Me límite a asentir con la cabeza, mientras lo maldecia con todas mis fuerzas en mi mente.

Después de 20 minutos, termine de lavar y acomodar cada cosa del baño en su lugar.

Proseguí a la habitación del trenzado, y al llegar a su puerta. toque, pero nadie respondía del otro lado.
Así que pedí permiso y abrí despacio la puerta. Para encontrarme con la imagen de el trenzado dormido.

No le di importancia, y decidí entrar.
en mi mano derecha, agarraba con frustración, un trapo semi seco, mientras veía gorras de todos los colores y estilos colgadas en estacas de metal del piso hasta el techo. Maldije en mis adentros y proseguí a agarrar una silla, de un escritorio próximo a mi, subirme a este, y quitar una por una las gorras, y dejarlas cuidadosamente encima de su cama en dónde esté se encontraba dormido.
Después de un rato, y sin terminar mi tarea.

Voltee a mirarlo solo un momento, y lo detalle con la mirada. Su piercing del labio, su piel blanca, su mandíbula y bueno...
Tenía que reconocer que era bastante guapo. Con razón era tan famoso entre las chicas.
Botaban las bragas por este imbécil y babeaban como idiotas.
Pero al mirar con más detalle quite mi vista de su rostro, y la pose sobre su mesa de noche.
Entonces. Ví a lo lejos un cofre de madera. De repente me entró la incertidumbre.
Que tendrá ahí a dentro el trenzado.
Me baje de la silla con sumo cuidado, y me dispuse a caminar al lateral de su cama hasta llegar al cofre. Algo me decía que no debía, pero la tentación pudo más y en un movimiento rápido, abrí este, contenía varias cosas. Entre ellas un brazalete de oro, con incrustación de esmeraldas.
Los ojos me brillaron como faroles. Si lo vendía bien me ganaría una buena pasta, y podría comprarle a Jorge, una prótesis nueva.
Me dispuse a guardar está en mi bolsillo.

-¿Que es lo que estás haciendo?!!

Esa voz, hizo que soltará la caja de madera y está cayera, esparciendo todo su contenido por los suelos.

Sentí como una mano grande, me sujetaba fuertemente la muñeca. Mientras el trenzado se levantaba de la cama y me acorralaba contra la pared.

En un giro sorpresivo ví como mis brazos estaban sobre mi cabeza, apoyados contra la pared al igual que mi cuerpo. Alcé mi vista y sentí su respiración caliente sobre mi rostro.
Lo mire fijamente, retándolo, ya que me causaba curiosidad su siguiente acción, y sonriendo de forma ladina a causa del dolor que este me causaba en las muñecas y espalda por el impacto.
El cual me provocaba excitación.

Sin mas escuche su voz llena de ira.

- te eh pillado maldita rata!.



sumiso corazón  ( Tom - Tokio hotel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora