Perfecta

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No lo dudó y se quitó el saco empapado con un rápido movimiento.

Ella se detuvo en cuanto lo vio desnudo y con la erección arriba, así como le gustaba verlo. Sabía bien que aquella dureza solo significaba lo mucho que le gustaba.

Se quedó perpleja mirándolo cuando la cogió por la cintura y buscó su pecho.

Kiara curvó la espalda para entregarle su pecho sin titubear. A Nikolay le hechizó sentirla tan entregada y tuvo que rasgarle la ropa que la separaba de su boca para poder probarla.

Ella gimió ante su actitud agresiva, pero luego se rio al descubrir que aquello solo la mojaba más.

Le devoró un seno, succionándolo completo entre sus labios y lo masajeó con su lengua. Ella gimoteó agitada y le clavó las uñas en los brazos humedecidos, buscando eliminar todo ese torbellino de emociones que la empezaba a volver loca.

Nikolay se arrodilló y Kiara negó sin decir palabra, conforme el hombre pasó uno de sus muslos por su hombro y espalda y le devoró el coño con la boca bien abierta.

El agua fría siguió tocándola, convirtiendo las lamidas de Popov en sensaciones más profundas que la acercaban cada vez más a ese punto que a ella tanto le urgía volver a probar.

Cerró el agua y buscó toallas para secarse por igual. Kiara estuvo quieta, siguiendo sus movimientos como si estuviera embrujada por todo él.

Ella temblaba, pero no de frío. Era la ansiedad la que la estaba volviendo loca.

Él la llevó a la cama entre sus brazos y la tumbó con suavidad.

Nikolay no vaciló y se montó en la cama. Se miraron a la cara por largos segundos. Los dos respiraban apurados y estaban agitados.

Con suavidad se metió entre sus piernas. Ella lo recibió y se envolvió en su espalda. Él notó lo exaltada que estaba y puso su mano gruesa sobre su pecho. Lo presionó apenas, pidiéndole sin palabras que se tranquilizara.

Ella cerró los ojos y respiró más lento.

Le tocó el clítoris con los dedos y la lubricó con su propia esencia. Muy poca sangre brotó desde su interior y Nikolay supo que el momento sería perfecto.

De seguro el agua fría se había llevado todos los rastros de sangre y estaba limpia y muy húmeda.

Nikolay se estiró sobre ella para besarla, pero la joven estaba tan tensa que se levantó asustada sobre sus codos.

—Relájate —le pidió dulce y la besó en la boca.

Ella lo tocó también. Bordeó su mano por todo su largor. Lo encontró húmedo.

—¿Estás asustada? —le preguntó.

—No —reveló temblorosa, sin dejar de acariciarle la corona del miembro—. Estoy nerviosa.

—Yo también lo estoy —reveló y le besó la sien y la frente con lentitud.

Kiara cerró los ojos y se dejó llevar por su dulzura, esa que muy pocas veces le había mostrado y buscó su boca para besarlo con pasión.

Compartieron un último beso antes de dar el gran paso.

Nik se lo tomó con calma. Se sentía muy estimulado por la joven, quien se veía realmente apetecible. Con las piernas abiertas, completamente expuesta y esperando a por él.

Rozó la punta de su masculinidad por su abertura y tomó su mano para pedirle ayuda.

—Hazlo tú —le dijo y ella le miró con la cara roja.

El mejor compradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora