Nunca hubo una guerra. Yo llamé a mi caos la guerra.
Ese día caí ebrio. Pasó la tarde y perdí la noción del tiempo. Me levanté cuando todo estaba oscuro. Aún no sonaba el despertador. Le hablé a las sombras de mi cuarto y pensé que quizás me responderían, porque sentía los ojos de la noche encima. La noche no me cuida, me esconde. Me dio miedo sentir que me miraba. Había algo malo en mi.
Vomité el resto de la noche y lloré mares. De todos mis sufrimientos, la culpa es el peor calvario. La noche y yo nos consolamos mutuamente, porque sabemos que no todo puede ser malo y no todo puedo ser bueno. La noche no tiene respuestas, contiene mis vivencias y la evidencia de cuanto provoca mis lágrimas durante el día. La noche ve a través de mi.
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La guerra se acabó y yo la perdí
SonstigesCuando todo terminó, lo único que deseé fue ser bendecido con la eternidad. Y así estancarme en un eterno bucle.