Capítulo 8

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Después de que el niño gritara de esa forma y se soltara de la mano del apuesto hombre, hubo una conmoción en general, ya que detrás de ellos, aparecieron unos hombres trajeados que venían directamente corriendo hacia Harper y su hija.

Por inercia agarró a su hija y la protegió con su cuerpo, mientras se agachaba sobre ella y los hombres la tironeaban de un lado a otro.

—¡Basta! ¡Sueltenme! ¡No hice nada!—chillaba mientras luchaba—. ¡Suelten a mi hija!

Su hija de repente comenzó a llorar y a ella le entró una rabia tan grande que le dio un codazo tan grande en la nariz a uno de los mastodontes que sujetaba a su abejita, que la soltó y maldijo mientras su nariz comenzaba a sangrar.

Su hija seguía llorando y los hombres no dejaban de tirar, Harper se preparaba para tirar más golpes, como toda una mamá leona incluso obviando todo el dolor que esas manos le estaban causando por las heridas en su espalda, hasta que oyó un rugido enorme que llenó prácticamente el vestíbulo e hizo que los hombres trajeados se quedaran rígidos y pálidos en dos segundos.

—¿¡Qué están haciendo tocando a mi esposa, pedazos de inútiles!?

Harper abrazó a Hannah que se calmó un poco más cuando los hombres abrieron paso para el hombre apuesto que caminaba lenta pero firmemente hacia ellas.

El niño que había salvado, corrió a su encuentro.

—¡Angel brillante! ¡Estás aquí! ¿Viniste a verme?

Harper sonrió mientras abrazaba a su hija con un brazo y al niño con el otro.

—¿Estás bien pequeño?

El niño asintió para luego abrazar a su hija. Quedó tan en shock que momentáneamente se quedó sin habla. Así tal cual el hombre, que miraba la escena sin entender absolutamente nada.

—¿Ya te sientes mejor de la pancita?—preguntó el niño.

Hannah asintió, tímidamente y se limpió las lágrimas.

—Mami dijo que tenía que venir aquí a trabajar y que luego me haría un té de manzanilla…

—Hannah, ¿conoces al niño?—Harper no podía evitar que su voz sonara tan sorprendida.

Su hija asintió bajo la mirada todavía perpleja del hombre que no había dicho aún ninguna palabra.

—Es Edu, y es mi compañero en la escuela.

Brake abrió y cerró la boca. ¿Qué demonios acaba de pasar?

¿La niña acaba de llamarla mami? ¿Y es compañera de Edu?

—¿Señorita Harper Meyers?

La mujer volteó hacia él, entonces el CEO le dio la mano para levantarla del suelo.

—Soy Brake Black, tu esposo.

Hannah y Edu miraron a ambos adultos. Harper también miró fijamente al hombre, a Brake, quién se había presentado con ese nombre antes de estallar en carcajadas histéricas.

Era el mismo hombre con quien había chocado horas atrás, mientras buscaba al CEO de PWC.

—Señor Black, se está equivocando. No…

El CEO observó por el rabillo del ojo que todas las miradas de las personas del vestíbulo e incluso aquellas que iban entrando, estaban sobre ellos, por lo que hizo una seña a esos inútiles que tiene como guardias.

—Traigan una pastilla contra el dolor de estómago y vómitos para infantes de la farmacia de la familia Black, no podemos permitir que la compañera de Edu siga con dolor ¿Verdad?

Todos los hombres asintieron con rapidez, aún sin que el color blanco se les vaya de la cara.

—Por favor, Harper. Vayamos a mi despacho, aquí abajo hay muchas miradas indiscretas.

Por acto reflejo, Harper miró a su alrededor y era verdad. Todos los estaban mirando.

—Lo siento—murmuró como de costumbre y dejó que el hombre posara una enorme mano en su espalda alta, guiándola hacía unos pasillos al fondo

(...)

—Estamos aquí.

La mujer asintió, mirando de reojo a su hija con el pequeñito a quien había salvado. Edu, le dijo Hannah que se llama. Ambos apartados de ellos, jugando con unos dinosaurios que quien sabe de dónde sacó Brake de su oficina.

—Como le dije, señor Black, está…

—Brake, y trátame de tú a tú, por favor. Me hace sentir menos mayor.

Harper mordió su lengua con desesperación. Todo era una pérdida de tiempo inexplicablemente estúpida.

—Brake. No estoy aquí para ser esposa por alquiler, de hecho vine con mi hija porque se puso malita del estómago, iba a averiguar sobre mi puesto de auxiliar porque el único documento que he firmado es para pedir un puesto de trabajo…

Black, con una calma pasmosa, abrió un cajón de su macizo pero elegante escritorio y le entregó unos papeles, los mismos papeles que ella había firmado con tanta prisa el día anterior, solamente, que ahora tenía una portada sobria con letras enormes:

"Esposa por alquiler"

—¿Te refieres a estos documentos que firmaste el día de ayer?

—Oh, Santo Cielo—se sentó en la silla que encontró más cercana—. No…no puede ser verdad, yo..yo no—comenzó a balbucear—. Yo no vine aquí para ser esposa por alquiler, yo quería el trabajo de auxiliar…

—¿Cómo fue que firmaste un formulario de postulación para ser alquilada como una esposa sin sospechar que no era el trabajo común que deseabas? ¿No te sacaron una muestra de ADN también?

Harper sintió como el color rojo, el color de la vergüenza subía por todo su rostro hasta el nacimiento de su cuero cabelludo. Estaba tan apurada y se sentía tan amenazada por la larga fila de personas que estaban antes que ella, que firmó todo rápidamente sin leer ni siquiera el segundo párrafo de la jerga legal.

Y sobre el hecho de recolección de ADN, ella supuso que ahora el gobierno era muy estricto con los empleadores y tenían que habilitar algún tipo de seguro social para los empleados y por eso le quitaron un poco de saliva. Para ver en el sistema de sanidad y toda la cosa.

¿Cómo Harper iba a saberlo? Hace más de dos años que no tiene un trabajo.

—Tenía la cabeza en otras cosas y tampoco disponía de mucho tiempo—se limitó a responder.

Brake observó detenidamente a la mujer. Es la misma encantadora persona que estaba buscando al CEO tan desesperadamente horas atrás y ahora ve la causa de toda esa corrida por los pasillos.

Esposa por alquiler//BUENOVELA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora