CAPÍTULO 27

112 11 0
                                    

—Es una injusticia— alegó Jan cuando su padre lo arrojó dentro de su habitación —Me obligaste a hacer lo que yo no quería— se puso de pie y se posicionó frente a su padre — Recuerda muy bien mis palabras— lo miró directo a los ojos —En algún punto, no importa en qué momento, yo voy a matarte.

Louis solo rio —Niña insolente ¿Así agradeces al que te dio de comer durante años? Claro, ya lo sabía. Tu madre no supo educarlos bien.

—No hables mal de mi madre— comenzó a intimidar, pero solo obtuvo un golpe de su padre.

—Suficiente— habló él —No permitiré que vuelvas a faltarle al respeto a tu padre, mucho menos que escapes, así que vete familiarizando con esta habitación porque no volverás a salir de aquí nunca— dicho eso se giró y salió de la habitación, ordenando a los demonios que cerraran y custodiaran muy bien la habitación.

Jan intentó salir de una y mil maneras, pero a pesar de todos sus intentos, no pudo hacerlo. El chico sabía que le sería imposible, ya que había estado en esta habitación antes.


(…)


—Alisten a Janet y a mi sobrino— ordenó Louis —Quiero que estén presentables, saldremos a dar un paseo— sonrió y se acomodó en su silla.

Los demonios siguieron la orden y dos de ellas entraron a la habitación de Jan —Señorita Janet— habló una de ellas —Su padre ordenó alistarla— dijo y le mostró el vestido que él había elegido para ella —Tenemos que arreglarla.
L
—¿Qué quiere ese hombre? ¿Para que me quiere ver vestido así?

—Dijo que saldrían a dar un paseo— respondió la otra mujer.

—¿Un paseo?— el chico sonrió, esa sería su buena oportunidad de escape. —Suena agradable— se acercó a las mujeres y permitió que lo alistaran.

Una vez listo, los hombres que custodiaban entraron y lo encadenaron, para que no escapara. Después lo llevaron hasta la presencia de Louis, en donde ya se encontraba listo también, su primo Auguste.

Cuando llegaron, Jan pudo ver a Noah, encadenado al lado de la silla de Luis, sus ropas estaban gastadas y llenas de sangre seca, sus costillas sobresalían y parecía que agonizaba. Parecía pedir la muerte.

—Pero que hermosa hija tengo— Louis se levantó de la silla y caminó rápidamente a donde él se encontraba —Tan parecida a tu madre— sonrió y tomó dos hilos de su cabello.

—¿Dónde iremos?— Jan se soltó de su agarre y caminó hasta donde Auguste se encontraba.

—Iremos a visitar a un conocido.

—¿Quién?— cuestionó Auguste —¿Mi padre sabe sobre esto? ¿Él sabe que me tienes cautivo?

—Por supuesto que no, ¿Crees que se quedaría de brazos cruzados, viendo que tengo a su hijo aquí?

—Libérame entonces, prometo no decir nada de esto.

Louis solo rio —Temo que no puedo hacerlo, te necesito para completar mis planes, así como necesito a Edén y a Derek. Quiero que me vean triunfar.

—¿A que te refieres?— cuestionó Jan.
Louis solo comenzó a caminar y jaló de la cadena de su perro fiel —Andando— ordenó y después su séquito, acompañado de su hijo y sobrino, lo siguieron.

Se dirigieron hacia donde se encontraba el clan del padre de Edén. Louis quería ser coronado como emperador de los clanes, ser el ser supremo, el líder.

Teo salió a recibir a su hermano, con una sonrisa agradable, con el amor de hermano que él tenía hacia su hermano menor. —Hermano, que agradable sor…— no terminó su oración, ya que al girar su vista pudo ver a los tres chicos encadenados —¿Qué es lo qué haces, Louis?— cuestionó molesto.

—Simplemente he venido a reclamar lo que es mío— sonrió y se acercó a su hermano, aún jalando la cadena que ataba a Noah. —El clan Real Blood me pertenece— susurró en su oído.

—¿Estas loco?

—Puede que si— tomó la daga de plata de dentro de su abrigo y apuñalo directo al corazón. La sangre comenzó a salir casi al instante, llenando la mano de Louis con ella y también cubriendo la ropa de Teo.

Teo miró con ojos de horror a su hermano, ¿En serio él era su hermano? Claro, ¿Qué podía esperar de él? Tenía muchas expectativas, pero al final, terminó siendo el mismo. Su amor por él solo lo había cegado, no se había dado cuenta en lo que se había convertido.

—¿Por qué?— susurró, mientras que un par de lágrimas salían de sus ojos.

—No preguntes eso, hermano— respondió Louis —Sabías sobre mis planes, pero no quisiste darte cuenta lo mucho que deseaba ser emperador— se acercó a su oído —Te veré en el más allá— susurró.
Después sacó la daga y el cuerpo de Teo calló al suelo.

—¡PADRE!— Auguste comenzó a forcejear, quería ir al lado de él, ayudarlo, pero la cosa que lo ataba solo lo debilitaba, no podía moverse, el dolor se apoderaba de su pecho, su padre había sido asesinado por su propio hermano.

—Ahora soy el Emperador— Louis arrebató la joya de la ropa de Teo, lo cual significaba que él era el gobernante de todos los clanes, que los demás demonios estaban bajo su dominio.

Los demás solo se arrodillaron ante él, sabían que no podían hacer nada, rebelarse sería ir en contra de las leyes de la diosa y eso era un pecado muy grande, que podía conducirlos a la muerte.

Pese a que Auguste y Jan sabían eso, no se inclinaron ante él. Ellos sabían las consecuencias, pero también sabían que él no era su emperador. Ese hombre no merecía su respeto.

Ahora que Louis era el emperador, no había nada que él no pudiera obtener, con el dominio de los clanes, se había convertido en el ser más poderoso de todos. Incapaz de ser vencido, tenía de su lado a todos los demonios, cualquiera que se atreviera a tocarlo, terminaría con un destino poco favorable.

Alfa y Omega   [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora