Two-Man Team (Lams)

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¿Por qué John estaba en una barra tomando su quinto vaso de cerveza? A este punto de la noche ya lo había olvidado. Bien podía ser por su padre, su falta de vida romántica, sus estudios, o simplemente porque había querido salir a beber.

La bebida lo ayudaba a nublar los pensamientos de su cerebro, a entorpecer sus emociones, a dejar de repetir palabras y respuestas que pudo haber dicho ante algún comentario, a obligarse a bucear en el ojo del huracán, ajeno a lo que sucedía a su alrededor, lo suficientemente enfocado en avanzar —o siquiera mirar hacia al frente— como para darse la vuelva y esquivar las corrientes.

Estaba hambriento por un desafío, algo que le hiciera sentir algo, un objetivo inalcanzable, alguien que absurdamente sobrepasara su barra. Entonces, un idiota que apenas podía alcanzar el banco elevado de la barra lo golpeó con su hombro y le hizo derramar la cerveza.

—¡Hey! ¡Ve a otro lado! —el frío de su bebida cayó sobre sus jeans, la viscosidad se quedó pegada en sus dedos y su enojo ahora estaba dirigido al hombre a su lado que ni siquiera se inmutó ante sus gritos.

El barista apenas los miró y caminó al otro lado de la barra. John abrió la boca para protestar, quedándose a media frase cuando vio lo tranquilo que se veía el otro hombre.

Era como si lo estuviera ignorando a propósito. Como si estuviera provocándolo. Como si la noche de él había sido igual de aburrida como la de John hasta que se propuso a utilizar su libre albedrío.

John negó con una sonrisa.

—Eres... eres nuevo —señaló tratando de sonar natural antes de ponerse a la defensiva—. No me puedes llevar la contraria porque soy un cliente habitual, se lo puedes preguntar a... al barista...

Estaba diciendo la verdad. La verdad era que sí, él iba al bar varias veces a la semana, pero en ninguna de esas ocasiones se había tomado el tiempo de preguntarle el nombre al chico que le servía la misma cerveza todas esas veces.

—¡Sebas! —el hombre a su lado llamó al barista y le hizo una señal que este aparentemente entendió puesto que asintió en su dirección.

Por supuesto, el hombre bajito había decidido continuar ignorándolo. A lo mejor necesitaba arriesgarse más.

John se aclaró la garganta.

—Yo te invito... Lo que sea que hayas pedido, yo te invito —se inclinó hacia adelante, girándose en el banco elevado para poder recostar su espalda contra la barra.

Por primera vez en la noche, el desconocido lo miró a los ojos y detrás de esos ojos negros como el café pasado vio un brillo de astucia que lo intrigó de inmediato. Por cómo se comportaba, John había pensado que podía ser un turista perdido en medio de la noche, un chico del que cualquiera se podía aprovechar, un sujeto en blanco listo para ser manchado por la tinta de los periódicos neoyorquinos y las calles sucias en las que acababan.

Las cejas del extraño se levantaron como si lo estuvieran evaluando, se rascó la punta de la nariz y se llevó un vaso a los labios. John ni siquiera había notado cuándo le habían servido el trago.

Me gustan tus pecas.

La sonrisa que el hombre le entregó hizo que John flaqueara, parpadeó varias veces y se resistió a la tentación de limpiarse los oídos. Había dicho algo, por centrarse en esa sonrisa se había perdido del mensaje.

—¿Qué?

Parpadeó.

Y tus ojos, tienes unos ojos muy bonitos. Pero me quedo con tus pecas.

En esta ocasión, John se había enfocado completamente en los labios del extraño, en la sonrisa que tiraba de la comisura superior, de la confianza con la que hablaba. Y, aun así, no había entendido ni una sola palabra.

In the Winter's Trail - one shots lamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora