-Lo amas?-

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Llegaron corriendo al despacho de Hann e ingresaron para encontrar que Gins estaba arrodillada al lado de él y lo sostenía contra su pecho. Levantó la vista para mirarlos y vieron las lágrimas que corrían por sus mejillas.

El corazón de Ross dejo de latir. Su padre no podía estar muerto, claro que no.
— ¡Llamen al doctor Henry! —exclamó Heeseung y se acercó hasta ellos para alzar a Hann en brazos.
Con una facilidad que sorprendió a la muchacha salió de allí y comenzó a subir las escaleras, como si su padre no pesara nada. Ella simplemente no podía reaccionar, estaba totalmente ida.

— ¿Qué estas esperando? — le preguntó Andy —¡Sube con ellos!
Asintió tontamente y subió corriendo detrás de los pasos de Heeseung. Llegó a la habitación de su padre y vio como Heeseung lo acomodaba sobre la cama. Se acercó hasta ellos.
—Papá —lo llamó y se arrodilló a su lado —Por favor, papito, despierta…

Hann no reaccionó. Entonces los ojos de Ross soltaron las lágrimas que había estado acumulando durante todo el camino. Su padre lo era todo para ella. Y si él… se iba... ella… ella no iba a soportarlo.
—Tranquila, Ross —le dijo Heeseung y acarició su hombro. Ella siguió con la mirada fija en su padre —Le tomé el pulso, está vivo… solo está inconsciente.
Ella se giró a verlo.
—Me muero si le pasa algo —dijo con la voz quebrada.

Heeseung se arrodilló a su lado, la tomó del rostro y la acercó a él para acurrucarla contra su pecho. Ella se echó a llorar a conciencia y se apretó más contra él.
—Nada va a pasarle, te lo prometo…

Alguien entró al cuarto. Era Gina. Ellos la miraron y se pusieron de pie. Ella se acercó hasta la cama y se sentó al lado de Hann. Estaba pálida y el cuerpo le temblaba.
—Ya viene el médico —dijo apenas audible.
—Mamá, todo va a estar bien – la calmó él.

Ella simplemente asintió y miró a Hann. Había ido a buscarlo a su despacho para decirle que si… que se quería casar con él y compartir el resto de los años que le quedaban… juntos. Y lo había encontrado tirado en el suelo, inmóvil, con los ojos cerrados. Su mundo se había venido abajo. Ella simplemente iba a morir si al amor de su vida le pasaba algo… Él creía que ella ya no lo amaba, cosa que no era cierta. Lo miró y levantó su mano para acariciar su rostro.

Siempre iba a amarlo, no importaba el daño, el dolor, los años… Leonard Steier era la otra mitad de su alma.
Andy entró corriendo al cuarto, todos se giraron a verlo.
—Llegó el doctor —avisó.

Ross salió rápidamente de la habitación y vio al hombre bastante mayor que terminaba de subir con algo de dificultad las escaleras. Tardó un poco en reconocerlo, pero lo hizo. Ese era el doctor que los atendía a ellos cuando ella aun vivía allí. Por Dios ese hombre todavía estaba vivo… debía tener como más de 100 años.
Sacudió la cabeza y se acercó hasta él.
—Por aquí está mi padre, doctor —le indicó. El hombre la miró sobre sus anteojos y asintió con la cabeza. La siguió en silencio en ingresó al cuarto. Ross iba a entrar, pero él la detuvo.
—Necesito estar solo —le dijo con voz rasposa. Ella asintió. Y se quedó parada en la puerta. Apoyó la frente contra esta, y suspiró.
—Ven, Gina —dijo Andy —Vamos abajo… voy a hacerte un té de tilo a sí te calmas un poco… Hanni va a estar bien.
—Vamos, vamos —susurró ella.

Heeseung vio como ellos dos desaparecían por las escaleras. Giró y observó a Ross apoyada contra la puerta, dándole la espalda. Se le encogió el corazón. Saber que ella estaba mal lo angustiaba. Se acercó un poco…
—Tengo miedo —escuchó que ella murmuraba.
—Ven aquí, Ross —le dijo.
Ella giró para mirarlo. Y sin dudarlo dos veces casi corrió hacia él y se metió entre sus fuertes brazos. Aquel único aroma a campo, sol, hombre y algo dulce la invadió. Era el aroma de él. Aroma que la calmaba, que la abrumaba.
Él la abrazó con firmeza, haciéndole escuchar los latidos rápidos de su corazón.

—¿De verdad crees que él va a estar bien? —preguntó ella contra su pecho.
—Si, mi amor, va a estar bien…

Ella alejó su cabeza para mirarlo a la cara. Le había dicho mi amor. Miró fijo sus ojos. Se le fue la respiración del cuerpo. Su mirada era de un miel intenso, que la dejó sin habla. Entonces lo comprendió… ella amaba a Heeseung. No había otra explicación a lo que sentía. Levantó una de sus manos y acarició su mejilla. Él la miró de manera tierna.
—Heeseung yo…
— ¿Ross?
Ella giró la cabeza y se paralizó al verlo allí. ¿Qué diablos hacía él ahí? Torpemente se alejó de Heeseung.
— ¿Kai? ¿Qué haces aquí? —preguntó. Sintió como Heeseung se tensaba, e instintivamente se puso delante de él. No quería montar un espectáculo en ese momento.

Kai miró fijamente a Heeseung y luego volvió la mirada a Ross.
—Vine a buscarte para que arreglemos nuestro amor, cariño ¿Para qué más voy a venir?
—Yo… —dijo ella nerviosa y miró a Heeseung —Este no es un buen momento, Kai.
— ¿Quién es ese? — preguntó por Kai —¿Y por qué estabas abrazada a él?
Ella iba a contestar.

—Soy Heeseung, capataz y encargado de la estancia…
Kai miró a Ross y sonrió negando con la cabeza.
—Ross, dime que no has caído tan bajo de involucrarte con un simple empleado solo por despecho…

Heeseung la miró algo sorprendido. ¿Él había dicho despecho?
—Ya dije que este no es un buen momento, Kai—dijo ella apretando los dientes.
—Cariño —sonrió él —Vine para que arreglemos nuestros problemas. Tú me amas, lo sé… y lo nuestro aun no esta terminado.
—No way… —dijo Andy sin poder creerlo. Todos lo miraron — ¿Qué haces aquí, imbécil?
—La que me faltaba —murmuró Kai —No tenía ganas de toparme contigo, mariquita.

—Ross te dejó, estúpido, ¿Qué haces aquí?-
Heeseung volvió a mirarla. ¿Lo había dejado? Una tonta sonrisa se dibujó en su rostro. Y aprovechó que el idiota ese no los estaba mirando para acercarse a su oído.
— ¿Lo amas, Ross? —le preguntó en un susurro. Un escalofrío recorrió la espalda de la chica y giró la cabeza para mirarlo. Lo tenía tan cerca.
—N… no, no lo amo —murmuró.

Él sonrió y recorrió su rostro con una boba mirada. Y no pudo evitarlo, cortó la distancia y la besó. Ross suspiró, olvidándose de todo lo que estaba a su alrededor y giró del todo para rodear el cuello de Heeseung y responderle el beso.
— ¡Hey! —exclamó Kai.
Ella reaccionó y se alejó de Heeseung. Se aguantó una risa. ¡Dios santo! ¿Qué estaba mal con ella? Su padre estaba adentro, con un médico y no sabía lo que tenía… y ella simplemente no podía sacarle las manos de encima a Heeseung y le importaba poco y nada que Kai estuviera allí.
—Kai —dijo ella y sonrió. Escuchó que Kai se aguantaba la risa —Creo que te dije que no quería volver a verte…
— ¡No puedes hacerme esto, Ross! —gritó él.
— ¿No? —inquirió ella —Ya lo hice, idiota. Ahora encontré lo que estaba buscando, lo que me hacía falta – miró a Heeseung.

— ¿Estás completamente loca? — preguntó Kai sin poder creerlo —¡Es un empleado, Ross! Tu empleado…
—Es mucho más que eso para mí —dijo ella.
—Enana —la llamó Heeseung — ¿Puedo encargarme de él?.

Ross retrocedió un paso para chocarse con alguien. Giró y miró algo ‘asustado’ a otro hombre que tenía tres hombres más detrás de él.

—Primo —dijo Jungwon sin dejar de sonreír —Nosotros podemos sacarlo por ti…
— ¿Me harías ese favor? —sonrió divertido.
—Más que encantado…
Se acercaron a él y lo tomaron entre los tres. Ross simplemente observó como Kai maldecía y gritaba cosas horribles sobre ella. Kai estuvo a punto de acercarse él pero ella colocó su mano frente a él.
—No vale la pena —le aseguró y lo miró a los ojos.
La puerta de la habitación de Hann se abrió y el doctor se asomó. Todos se giraron a verlo.
—Pasen por favor… necesito hablar con ustedes.
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KAI FUE A BUSCARLAAAAAA
QQQQQ??

Wild Horses - Lee Heeseung ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora