CUARTA PARTE

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¡Bonjour!

¡Buena lectura!

Inés se sonrojó de pies a cabeza. Nunca antes la habían hecho sentir tan halagada y avergonzada a la vez.

Se separó de Victoriano negándose a perderse la cena que el hombre le había prometido.

- Lo siento doctor fantoche, pero esa cena nos aguarda.

- Mi único objetivo es complacerte, mujer -expresó mientras besaba su mano para a continuacion salir de la casa con los brazos entrelazados.

Al llegar, Inés abrió la boca del asombro. El sitio era hermoso, con un ambiente muy romántico.

La luz tenue, las velas y las flores convertían el lugar en una atmósfera ideal para los amantes y románticos.

Inés que nunca antes había estado en un ambiente así, por ende quedó deslumbrada desde el inicio.

- Creo que me puedo acostumbrar a este tipo de salidas -susurró al oído de su doctor- es la primera vez que conozco un lugar tan bello.

Victoriano sintió un hormigueo de felicidad al ser él, el primero en tener ese detalle que lograba ponerla tan contenta.

- Esta es tu noche, así que quiero que hagas todo lo que desees -manifestó a su compañera- puedes probar la comida que quieras, beber lo que deseas ya que no consumes ningún medicamento y claro, si te apetece bailar yo te acompañaré con gusto -propuso sonriente.

Muy contenta, Inés tomó lugar cuando llegaron a la mesa que habían reservado.

Mientras la mujer leía la carta del menú, Victoriano no dejaba de observarla embobado, cosa que ya parecía haberse hecho costumbre.

Sonreía mientras se imaginaba el resto de su vida al lado de ella y aunque muchas veces quiso negarlo, al final Victoriano resultó ser un mortal más que había caído en las garras del enamoramiento.

Puede que Inés aún no se haya dado cuenta, pero ese hombre hace tiempo que se había perdido en un camino de amor profundo hacia ella y en ese camino ya no había reversa.

Victoriano se convirtió en ese hombre que al final cayó en el amor, en ese círculo vicioso de sensaciones maravillosas y contradictorias que llenan a uno de tantas alegrías así como de amarguras. Ese sentimiento que estalla dentro de uno, haciendo que pierdas el rasocinio y la capacidad de tomar decisiones sin que el corazón intervenga con la cordura que existe en el cerebro.

- ¿Qué tanto me ves? -lo cuestionó Inés frunciendo el entrecejo, al sentirse extraña nuevamente cuando él la contemplaba por mucho rato.

- Eres hermosa -respondió, riendo divertido- siempre tan altanera y a la defensiva tú.

- Lo siento, es que no me acostumbro a la idea de que alguien me haga cumplidos y menos que se sienta atraído por mi -se disculpó avergonzada.

- Ya te acostumbrarás -dijo antes de robarle un beso.

Conforme la cena transcurría hablaron de todo, compartieron sueños que tenían para el futuro, aunque ninguno de los dos se animaba a admitir que deseaban que esos anhelos fueran cumplidos con ellos juntos.

La música que al inicio eran más animada, fue cambiando a unas baladas lentas invitando a las parejas a la pista de baile.

Victoriano no se quedó con las ganas y extendió su mano a lo que Inés accedió inmediatamente.

Danzaron pegados y abrazados bajo el cálido son de: "Perfume de gardenias".

Con cada frase poética que describía la canción, Inés temía llorar de felicidad, sintiéndose la mujer más afortunada del mundo al estar en los brazos de Victoriano Santos.

¿QUIÉN ME HA ROBADO EL MES DE ABRIL?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora