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¿Cuántas veces le dije que no volviera?

Si no es una palabra, es el humo que respiro. Si no es la noche, es el día. Enojo o alegría. Lo es todo. Se arrastra por el mundo como si fuese su creación. Me muerde los talones o me araña la espalda cuando hacemos el amor. Llevo las marcas de sus dientes y sus uñas.

Escribió su nombre en las estrellas y las huellas de sus manos aparecieron grabadas en las paredes de mi casa. Lo peor no es su risa ni su amor nocturno, sino ver su sombra persiguiéndome aún bajo el sol de la tarde.

La guerra se acabó y yo la perdíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora