Capítulo 102.- Juego sucio

822 42 0
                                    

En ese momento, Fiona estaba acomodándose la ropa. Tan pronto como se alistó para entrar al club con su esposo e hija, Janet los detuvo.

"Si pueden permitirse pasar el rato en un club de tal categoría, supongo que también tienen dinero para pagarme". Su fuerte voz llamó la atención de todos.

La sonrisa de Fiona desapareció en un instante. Entonces, se pavoneó hacia ella y exclamó: "¡Qué coincidencia, Janet! ¿Qué haces aquí? ¿Pero qué tontería estás diciendo? ¿Cómo puede una hija adulta seguir pidiendo dinero a sus padres?".

La otra frunció el ceño. Odiaba su hipocresía, por lo que alzó aún más la voz.

"Deja de decir estupideces y dame mi dinero. ¿O es que estás tratando de negarlo? Si ese es el caso, les contaré a todos la verdad sobre este matrimonio, que es una farsa".

Bernie y Fiona le daban mucha importancia a su reputación. Si salía a la luz la noticia, la dañaría por completo y revelaría sus verdaderos colores. Sin duda, sería un duro golpe para su imagen.

"Está bien, Janet. Suficiente. ¿Por qué no dejamos de discutir? Hay algunas personas que nos han devuelto el dinero que nos debían. ¿Qué te parece si te doy cien mil?". Bernie echó un vistazo alrededor y vio que la gente lo observaba. Quería quitarse a Janet de encima cuanto antes y centrarse en sus asuntos.

Por eso, sacó una tarjeta bancaria de su bolsillo y se la dio. "Ahí hay cien mil. Más tarde te envío la contraseña".

Ella tomó la tarjeta en silencio. Bernie era mejor que su esposa, pues al menos era un hombre honesto.

Desde que Janet era niña, su padre adoptivo había sido neutral con ella. Ni se preocupaba por ella ni la torturaba. Desde luego, no la odiaba tanto como Fiona y Jocelyn. Eso sí, nunca se interpuso entre ellas ni se molestó en detenerlas cuando intimidaban a Janet.

Mirando la tarjeta, Janet asintió con la cabeza. "Está bien".

"Bueno, será mejor que te vayas ahora. Te daré el resto del dinero pronto". Dicho eso, el hombre sonrió a modo de disculpa.

Esos cien mil eran más que todo el dinero que le habían dado antes. Janet miró a su madre, a quien vio horrorizada por lo que su esposo acababa de hacer. Por otro lado, supuso que hoy le resultaría imposible conseguir más dinero, así que optó por marcharse.

Los ojos de Fiona ardían de rabia. "¿Te has vuelto loco?", gruñó, pellizcando el brazo de su marido. "¿Has perdido el juicio o qué? ¿Cien mil? Debe de ser una broma. ¿Por qué le diste tanto dinero?".

Bernie suspiró y trató de persuadirla: "¿Pero qué problema tienes? Prometiste darle dinero, ¿no? Y cien mil está lejos de ser suficiente".

Sus palabras la enfurecieron y entró en cólera. "Eso no es cierto". Ella lo miró con desprecio. "Janet es nuestra hija adoptiva. La adoptamos cuando era pequeña. Desde entonces la hemos alimentado y apoyado. Casarse con Ethan sería su forma de devolvernos todo lo que hemos hecho por ella. ¿Cómo se pone a exigirnos dinero? Eres demasiado bueno".

"Sí, papá. Mamá tiene razón, ¿por qué le diste tanto dinero? ¡No tienes idea de lo mucho que me molestó en el banquete de la otra vez!". Jocelyn rechinó los dientes al ver la figura de Janet alejándose.

Mirándolas, el hombre negó con la cabeza y entró al club sin decir nada.

Su esposa lo siguió. Cuanto más pensaba en ello, más se enfadaba.

Tenía que terminar con esto; de lo contrario, Janet continuaría pidiéndoles dinero.

Echando un vistazo a su celular, a Fiona se le ocurrió una idea. Entonces, frunció los labios y marcó un número.

"Buenas noches, doctor. Soy Fiona Lind. ¿Hay una paciente llamada Hannah Stone en su hospital que necesite un trasplante de hígado? Sí, ese es su nombre. Como ya sabe, doctor, su ascenso está en mis manos. Me encuentro en problemas y necesito su ayuda, ¿podría hacerme un favor?".

Segundos más tarde, la mujer colgó la llamada y le dio un sorbo a su té negro. Su esmalte de uñas rojo deslumbraba bajo las luces.

"Mamá, ¿y esa sonrisa?". Jocelyn bajó las escaleras y se paró al lado de su madre.

Una leve sonrisa se dibujó en los labios de Fiona. "Buenas noticias. Tengo contacto con algunas personas que trabajan en el hospital. Le pedí a alguien que le diera el hígado que habían asignado para Hannah a otra persona. Vamos a ver cuánto tiempo aguanta esa anciana".

Su hija se estaba pintando los labios, mirándose en el espejo. "Genial, mamá. Esa vieja debería haber muerto hace mucho tiempo. Ha estado dependiendo de nuestro dinero para sobrevivir. Tiene unos ochenta años, es hora de que muera".

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora