Él día había estado calmado. Llego al trabajo a tiempo, no hubo mucho papeleo, pocas personas se quejaron, su jefe estuvo de buen humor y nadie lo había fastidiado pidiendo favores.Changbin honestamente no podía recordar la última en la que todo estuvo tan calmado en su vida, porque todo siempre parecía ser un desastre cuando se trataba de seo changbin. Al final decidió aprovechar que el mundo estaba a su favor y se relajó aceptando todas las cosas buenas que le estaban sucediendo.
-seo.
Levantó la cabeza de su computadora cuando su jefe lo llamó con una sonrisa.
-¿Si, jefe?-changbin rogaba porque no fuera algo malo y su día continuará genial.
-Puedes irte, ya vamos a cerrar.
Changbin solo asintió saliendo de su asombro en segundos, bien, no preguntaría, no iba a cuestionar al universo. Lo único que iba a hacer era tomar sus cosas y salir lo más rápido que pudiera de la oficina. Así lo hizo y entró a su auto soltando un suspiro mientras sonreía.
-Merezco un rico café.-se dijo a sí mismo soltando una risita.-Y tal vez un pastelito, por supuesto.
Continuó hablando solo mientras conducía hacia el centro comercial más cercano donde había un Starbucks. Se estacionó, salió de su auto, se dirigió al ascensor y cuando llegó al lugar no había cola, changbin iba a llorar, todo estaba siendo demasiado perfecto.
Tomó una respiración tomándose su tiempo para ordenar mientras la chica de la caja lo miraba con una sonrisa.
-Mmm, quiero un frapuccino napolitano y dos pastelitos de frambuesa.-sonrió arreglando sus lentes y la chica le asintió.
En menos de tres minutos todo estuvo listo y changbin pagó con una sonrisa dirigiéndose a su asiento. Comería ahí, se relajaría viendo hacia el gran ventanal y luego se iría a su departamento a descansar hasta el próximo día. Sonaba como un buen plan.
Comenzó a comer sintiendo que todo era muy dulce, pero no le importaba a changbin le encantaba lo dulce cuando estaba feliz. Tarareo una canción mientras meneaba su cabeza y miraba a su alrededor, y ahí changbin entendió porque el día estaba siento tan lindo, y es que el universo sabía que si iba a ser una perra con el, al menos debía suavizarle el camino.
Su ex estaba ahí, y justo en ese momento se estaban mirando fijamente.
Christopher, Christopher Bang chan estaba ahí mirándolo con una sonrisa mientras movía su mano de un lado a otro, changbin apartó la bebida de sus labios y tomó una respiración sintiéndose aún más nervioso cuando chan le hizo señas de que lo esperara.
Claro, ¿a donde iba a ir?
No podía ser, Seúl era gigante, y justó tuvo que encontrar a su ex cuando su día estaba siendo tan perfecto, y no. No pudo ser el ex que le había roto el corazón, por supuesto que no, la vida y changbin no eran tan amigos para que le concediera eso. Tuvo que ser chan, el ex que más le había dolido, aún, de vez en cuando soltaba una lagrimita por el chico.
Chan era literalmente perfecto y no solo en lo físico, porque ahí también era un 10/10. Chan era amable, honesto, y changbin juraba que no había nadie como él. Amaba los animales, era atlético, donaba a los niños pobres y su mamá lo amaba, de hecho, cada vez que changbin iba a visitar su mamá golpeaba su espalda diciéndole que era un inútil por dejar ir al australiano.
-Binnie.
Alzó la mirada devolviéndole la sonrisa al chico cuando este se sentó frente a el.
-Chan.-susurró sentándose derecho.