Evangeline
Bajo por las escaleras sigilosamente. Hay demasiado ruido y la mayor parte de las personas están en la sala. Corro hacia la cocina, sin que nadie me vea, como todas las otras noches. Preparo una ensalada y me sirvo un jugo de uva. Vuelvo a subir las escaleras y al llegar arriba, encuentro a dos chicos de la preparatoria. Uno de ellos es Edward y siempre molesta a todos mis compañeros solo por ser recién llegados. Doy dos pasos atrás asustada y choco con alguien. Suelto la comida y cae al piso.—Solo…solo quiero ir a mi habitación—digo asustada.
—Eres linda, quien lo diría. La chica que se esconde tras una capucha de niña tímida—dice Edward, luego la persona de atrás me agarra por la cintura alzándome.
—¡Suéltame! —grito. Las lágrimas se agolpan en mis ojos.
—Shisss, no grites, sino habrá muchas consecuencias.
—…Y las consecuencias no son bonitas—Habla el chico moreno que está al lado de Edward.
—Para nada bonitas —ríe la voz masculina detrás de mí.
Los tres se ríen y cada vez sus risas se vuelven más entonadas molestando mis tímpanos. Intento escapar, pero no puedo.
—¡Suéltame! —Grito otra vez. Pataleo e intento escapar.
El de tez morena amarra una venda blanca en mi boca y me mira de arriba a abajo de una forma tan horrible, que me hace sentir pequeña y sucia. El chico que me sujeta camina hacia una de las habitaciones de invitados. Sigo pataleando, aunque nadie puede escucharme gritar, quiero seguir luchando. Mis manos se aferran al cuadro de la puerta con todas sus fuerzas y logro ver hacia el pasillo, donde está mi habitación, ese es mi único lugar seguro, solo necesito llegar allí y estaré a salvo. Edward se acerca y destraba mis manos de la puerta. NO, NO, NO, POR FAVOR, NO.
De un momento a otro, ya estoy dentro y la puerta se cierra. El moreno intenta acariciarme el rostro, pero Edward le agarra la mano deteniéndolo.
—Ella es mía—gruñe.
—Claro, como quieras—dice de mala manera. Se miran fijamente.
Intento zafarme del chico que me sujeta, otra vez. Pero no puedo. ¡No puedo! ¡No puedo! ¡No puedo! ¡No puedo! ¡No puedo! Me siento tan impotente.
—¡Lárguense! —grita Edward señalando la puerta.
Ellos hacen caso, pero no sin antes quitarme la venda de la boca. Inmediatamente corro hacia la puerta, pero los chicos la han cerrado por fuera. Golpeo con mis puños la puerta y grito.
—Nadie te va escuchar desde aquí, que no oyes la música alta—dice, detrás de mí. Lo siento acercarse y volteo para enfrentarlo.
—No… no me hagas…hagas daño, por favor—suplico.
—¿Yo? ¿Hacerte daño? No lo creo, más bien, te va a gustar—me acorrala contra la puerta y mi cuerpo entero tiembla. Intenta besarme en el cuello, pero le doy un puñetazo con toda la fuerza que tengo, deshaciéndome de él. Corro hacia la ventana y él se enoja.
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Brilla como las estrellas [YA EN FÍSICO]✔️
Novela Juvenil"𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐥𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐝𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐯𝐚𝐠𝐚𝐧 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐮𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐨 𝐬𝐢𝐧 𝐮𝐧 𝐩𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐟𝐢𝐣𝐨, 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞, 𝐬𝐢𝐧 𝐬𝐚𝐛𝐞𝐫 𝐥𝐚 𝐫𝐚𝐳ó𝐧, 𝐨𝐜𝐮𝐫𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐥𝐞𝐲 𝐝𝐞...