Cap. (04): El mar de Asgard.

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Durante tres días surcando las suaves olas del mar de Asgard, nos dimos cuenta de que navegar era mucho más fácil de lo que pensábamos que sería, el mar de Asgard nos regalaba una corriente a favor y el cielo nos brindaba buen tiempo, el viento durante el día siempre estaba a nuestro favor, pero por la noche se nos ponía en contra, nuestra solución la primera noche fue soltar el ancla, pero en las siguientes nos fue imposible debido a la gran profundidad del océano. Durante aquellos días, Ernesto se esforzó en entender la utilidad de cada uno de los centímetros del barco, Lima estuvo entrenando sus poderes curativos con peces que pescaba y luego resucitaba para devolverlos al agua, Eric se organizó para estudiar a la vez que entrenaba a partes iguales y yo me tiré todo el tiempo que no estaba ayudando a Eric intentando recuperar mi mandoble.

-Roy, creo que necesitas descansar. - me dijo Ernesto sentado al lado del Timón mientras me veía intentar usar mi poder.

-Lo sé, pero necesito ese mandoble, hice algo con él que aun no entiendo cómo fue posible.

- ¿Levantarlo?

-De verdad que llevas unos días dando por culo ¿Qué coño te pasa?

-Él, no me gusta para ti. - dijo apartando la mirada.

- ¿Acaso estás celoso Ernesto?

- ¿Celoso? Has tenido muchas mascotas, estoy acostumbrado.

- ¡Ernesto! Por favor dime de una vez qué te pasa.

-Que no entiendo cómo puedes salir con alguien tan rápido, nosotros tardamos meses en hacernos amigos, es como si lo prefirieras a él antes que a mí.

- ¿Me estás diciendo que el otro día me soltaste una hostia porque tenías envidia?

Ernesto chasqueó la lengua e incómodo respondió.

-Fui a buscarte pensando que estabas solo y aterrado y resulta que estás mejor que nunca Roy, es como si mi muerte fuese en vano.

De repente entendí lo que pasaba por la cabeza de Ernesto.

- ¡Levanta! -

- ¿Para qué?

-Levanta y calla.

Cuando se puso en pie desenfundé el colmillo del lobo y puse su hoja al revés en su garganta por la parte que no estaba afilada.

- Pero ¡¿Qué haces?! - gritó asustado.

- ¿Te da miedo la muerte?

- ¡Pues claro!

-Pues ya estás muerto. - le dije guardando la espada de nuevo.

- ¿Qué quieres volver a matarme?

-No, quiero que entiendas que a pesar de que hayas muerto, estoy a tu lado, ahora mismo Eric está entrenando y podría estar viendo como el sudor hace brillar su cuerpo, sin embargo, estoy aquí viendo tu puto careto de mierda esperando a que me toque ayudarle a estudiar.

Por unos segundos únicamente se podía escuchar el mar, y de la nada, surgieron nuestras risas desde lo más profundo de nuestro ser.

- ¿En qué momento te he pedido que te quedes?

-Eres mi hermano, no me tienes que pedir nada para saber lo que quieres.

-También es verdad.

Volvió a sentarse en la cubierta y me lanzó una mirada nostálgica.

-No juzgues a Eric por ser quien es para mí y date cuenta de quien es para ti.

-Para mí es mi prototipo de cuñado, hacedlo oficial de una vez y dejad de dar vueltas.

Desterrados: Los misterios de AsgardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora