Nathan Harper: II

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«- La luna está muy hermosa. - »

╰┈➤ «- Ahora puedo morir en paz. -»

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Aquel día, yo caminaba por el bosque. Siempre venía aquí inconscientemente, con la esperanza de encontrar a mi hermana.

Había mejorado, claro que sí. Pero aún así, mi busqueda nunca paró. El bosque era el lugar que probablemente más odiaba en el mundo, me recordaba a todo el dolor que alguna vez mi familia pasó. Mis pasos se escuchaban en el suelo, conocía este lugar como la palma de mi mano. A lo lejos, escuché a alguien caminar, gire para ver a la persona.

Era ella.

Era Mara.

- ¿Harper? - habló ella primero - ¿Qué estás haciendo aquí?

¿Cómo podría explicárselo?

- No mucho, solo doy un pequeño paseo.

El día del festival Amara y yo no hablamos demasiado, pero la sentí más cercana que nunca. Por primera vez ella no se alejo de mi al verme.

- Eres extraño. - murmuró - Nadie pasa por acá, ¿Se te olvida que vive mi familia por acá? - Sabía a lo que se refería, la gente le temía a los Rosier, por eso no pasaban por acá.

- Se mejor que nadie que tu familia vive acá, y no me importa. No me asustan, además, Saúl es mi amigo. - No lo era, a lo largo de los años el me dejó muy claro que no éramos amigos, pero yo si consideraba uno.

- Sí, lo sé. Por eso te digo, eres extraño.

- Tu también lo eres. - empiezo a caminar lentamente, y ella me sigue. - Primero que nada, eres una Rosier. Tu apellido es suficiente para decir que eres rara. - En ningún momento trate sonar ofensivo, y por la expresión de Amara, supuse que ella no se lo tomaba a mal. - Nos conocimos en ese parque cuando éramos niños pero tú me evitaste, luego de eso no volvimos a hablar. ¿Por qué?

- Nunca me llamo la atención hablar con la gente, es por eso. - Sentía que de algún modo estaba siendo sincera, pero que a la vez mentia. - Te evitaba porque siempre he odiado los vínculos cercanos, no me gusta eso para nada.

- ¿Le tienes miedo al compromiso?

- No le tengo miedo a nada. Siento más bien una especie de rechazo hacía el compromiso, solo míralo de esta forma, siempre que las personas aman a alguien se vuelven débiles. - Por un instante, hablar con Amara fue como hablar con Saúl, su mirada y forma de expresarse hacía los demás eran iguales. De odio. - Yo no quiero ser débil por nadie porque eso trae problemas.

- Todos los Rosier son iguales, odian a la humanidad. - dije eso en un tono bajo, soltando una pequeña risa.

- Si tuvieras la oportunidad de conocer realmente a alguno de nosotros, sabrías que somos tan diferentes.

- ¿Por qué?

- Porque algunos si somos capaces de querer.

- ¿Tú eres uno de ellos?

- No lo creo, pero se que Leah sí. Ella es capaz de dar su vida por amor.

- Tal vez tu también.

- Como dije, no lo creo.

Aquella conversación hizo que ni siquiera me fijará por dónde estábamos caminando, y Amara y yo terminamos enfrente de un pequeño sauce que se encontraba a mitad del bosque.

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