4 Nueva Orleans 💖🔥

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Sage cabeceó cuando las ruedas del avión tocaron tierra. Aún perdido y desorientado, un escalofrío lo invadió. Estaba en Nueva Orleans. Estaba mareado, con náuseas a punto de hacerlo dejar en el baño el escaso contenido de su estómago.

«Ya no eres un adolescente. Nadie puede hacerte daño».

La frase que buscaba tranquilizarlo a duras penas tuvo el efecto deseado. Sage no quería calma, sino correr a través del campo como lo hacía cuando era feliz, cuando su vida era suya. Tomó el bolso de mano y bajó rápido del avión. Buscó su maleta y rentó una camioneta para moverse por la ciudad. Tenía una reservación en uno de los hoteles por un par de días hasta tomar fuerzas e ir a su casa y recoger las pertenencias de su madre y quedarse allí.

—¿Te imaginas todo un camino de árboles frutales? ¿Caminar y oler las manzanas?

—Prefiero oler un piso recién limpio, lejos de este sitio polvoriento.

Sage recordó la conversación con Fausto, una de las tantas que habían tenido cuando él le hablaba de una casa tranquila entre árboles y campo. Fausto quería comerse el mundo, demostrarle a su padre que era el mejor, que era digno. Sage quería libertad, poder mirar las estrellas por la noche e intentar contarlas, tal y como le había dicho a su madre, y si eso no era posible, al menos escribir sus deseos en ellas.

Sage subió a la camioneta y quedó con su vista fija en el volante. Soltó un suspiro cuando no recordó cómo poner los cambios. Su corazón palpitó tan rápido que su cabeza fue testigo de ese golpeteo molesto. Sage quería arrancarse el corazón y frenar la cabeza. Anhelaba dejar de pensar, pero sobre todo ansiaba dejar de sentir.

De repente, volvió a ser el adolescente tímido y amable que le sonreía a todo el mundo. Se vio a sí mismo a la edad de dieciocho años. Se vio a sí mismo mientras lloraba y sentía que su vida se apagaba.

****

Quince años atrás...

La noche cubría todo con un manto de estrellas y el color plateado del disco lunar. Las figuras lucían frágiles y seductoras en las penumbras. Sage caminó en medio de la plantación de manzanas. Sus ojos azules iban hacia todos lados. Su amor llegaría en cualquier momento y, como ocurría desde hacía tres meses, se amarían bajo la luna, y su lecho sería la suave hierba que crecía debajo de los árboles junto al aroma de las flores silvestres.

La piel de Sage se erizó con anticipación cuando escuchó las pisadas y visualizó la figura que venía hacia él. Nadie sabía de su relación con Fausto. Sage era consciente de que sus padres sospechaban, pero mientras los de Fausto no lo supieran todo estaría bien. Douglas Carradine era cosa seria. Nunca, bajo ningún concepto, ese hombre admitiría una relación entre uno de sus herederos y un plebeyo, mucho menos si este tenía pene.

—Pensé que no vendrías. —Sage caminó hacia Fausto, y este lo tomó en sus brazos. El aroma de su colonia inundó sus fosas nasales.

—Lo lamento. Mis padres discutieron y se durmieron muy tarde.

Jonas D. E Libro 2 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora