⌜Capítulo 34⌟

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•͟➳ Minho



Después de que me fui del departamento de Christopher, me sentí un poco intranquilo a causa de que él podría pensar que lo hice porque estaba molesto o arrepentido acerca de lo que sucedió entre nosotros, pero no fue así. Debo admitir que tenía tanto miedo de mirarle a los ojos tan pronto despertara porque no quería escuchar salir de su boca que se sentía arrepentido o similar.

Sé que es bastante estúpido, pero la cosa es que nunca me había visto envuelto a una relación tan peculiar justo como la que tengo con Christopher, así que, no tenía ni la menor idea de que hacer, decir o cómo reaccionar a la mañana siguiente después del sexo ya que me sentía muy avergonzado por mostrarle un lado mío que nadie había conocido.

—¿Sólo quieres que te traiga la pastilla? — me preguntó el pelinegro.

Elevé la mirada de mi escritorio para encontrarme con la de Christopher y sentí una inmensa necesidad de tener sus brazos alrededor de mi cuerpo puesto que me hace sentir tan jodidamente bien.

—También quiero algo para comer— dije tan pronto me di una bofetada mental para dispersar esos pensamientos perversos que suelen envolverme cuando aparece cierto chico de sonrisa única y bastante linda.

—Yo... uhm... ¿Te gustaría ir a comer conmigo?

¿Christopher Bang está siendo tímido? ¡No puedo creerlo! No hay duda de que se ve jodidamente lindo y apuesto cuando muestra ese lado suyo que le queda de maravilla, pero que no me gustaría que nadie más lo conociera.

Debería negarme ya que necesito que luche y se esfuerce un poco más para tenerme de nuevo, pero es imposible ignorar la necesidad y deseo que siento de tenerlo solamente para mí. ¿Qué mierda ha sucedido conmigo? ¿Cómo es que las cosas cambiaron de una manera bastante drástica?

—Solo si tu pagas— dije mientras regresaba mi atención al documento que tengo frente a mí. No tengo ni la menor idea de lo que trata, pero quiero evitar mirar hacia el extranjero porque tan pronto me encuentre con su mirada, rogaré para que me bese y abrace hasta el cansancio.

—Por supuesto que yo pagaré— aseguró y antes de salir de mi oficina, dijo—: Te estaré esperando en el estacionamiento a la hora de la comida.








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Después de cinco minutos de que se había marchado, Christopher me envió una pastilla para el dolor junto con una botella de agua. Debo admitir que me sentí muy feliz al tener esa clase de atención de su parte pues creí que no le iba a dar importancia. Y entonces, me quedó muy claro que debía disfrutar al máximo la peculiar relación que tenemos porque de lo contrario, podría arrepentirme.

Caminé hacia el auto de Bang tan pronto salí del elevador. El pelinegro no dudó en abrir la puerta para mí y me subí sin decir palabra alguna.

—¿Qué deseas comer? — me preguntó al subirse a su auto.

—Lo que sea— respondí —Me gusta comer de todo.

—¿Lo que sea, conejito?

Un repentino escalofrío me recorrió el cuerpo por completo a causa del apodo que me ha dicho. Dirigí la mirada hacia el pelinegro debido a que estaba a punto de pedirle que no me dijera de esa manera cuando nos encontremos en público, pero no pude hacerlo debido a que fui asaltado por sus labios pues no dudó en acercarse a mí para darme un suave besito en los labios.

—¿No te gusta que te diga «conejito»? — me preguntó tan pronto me dejó en libertad.

Fruncí el ceño y cuando estaba a punto de responder, él dijo—: Está bien. No te volveré a llamar así.

Christopher dirigió su mirada al frente, encendió el auto y comenzó a conducir sin siquiera mirar ni una sola vez hacía a mí durante todo el trayecto al restaurante. Y lo más extraño es el hecho de que tampoco habló y eso sí que es un gran problema. Diez minutos después, llegamos a un lindo restaurante, el pelinegro aparcó el auto y después nos bajamos para caminar en silencio hacia el interior del local.

—Bienvenidos, chicos. Aquí puedes escanear los códigos para obtener su menú— dijo la chica —En un momento regreso para tomar su orden.

Debo admitir que me siento nervioso puesto que Christopher no ha dicho ni una sola palabra desde que salimos del estacionamiento de la empresa y sinceramente, no sé qué debería decir o hacer para lograr que hable.

Elevé la mirada de mi celular y de pronto, Chris hizo lo mismo por lo que nuestras miradas se han encontrado y considero que es el mejor momento para iniciar una conversación.

—¿Qué pedirás? — le pregunté.

—Todavía no me decido— admitió al bajar la mirada al menú.

Dejé el celular sobre la mesa y extendí mi mano hasta posarla sobre la de él, dicha acción, sorprendió al pelinegro por completo y entonces, decidí admitir con tono serio—: Chris, no me molesta que me llames conejito, solo no lo hagas frente a otras personas porque necesito acostumbrarme a ello primero.

𝙳𝚒𝚛𝚝𝚢 𝙱𝚘𝚢 🦋 𝚌𝚑𝚊𝚗𝚑𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora