capítulo 28

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El que no debe ser nombrado

Tom Marvolo Riddle.
El pequeño niño huérfano, el pequeño al que el Profesor Dumbledore había sacado del orfanato donde tan mal lo trataban, donde sus compañeros lo dejaban de lado y donde ese mismo niño dio sus primeros pasos en la magia. Donde castigaba a sus compañeros por hacerlo sentir mal, donde atacaba a sus cuidadoras por los malos tratos y donde creo una pequeña obsesión con él mismo creando una mentalidad de ser superior a otro. Eso, junto con el odio inmenso hacia su padre por haberlos abandonado a él y a su madre, la cual murió, le hizo desarrollar un fuerte odio a los muggles y la idea de dominarlos pues él era un ser superior.

Tom cambió su nombre, no quería tener el nombre de su padre, saber que era de su estirpe, de su sangre. Por eso reordenó las letras de su nombre, Lord Voldemort.

Aquel si era un nombre poderoso para un hombre poderoso. Luchando por la supremacía de su especie, una especie única e ingobernable, una especie que no se doblegaría ante gente sin magia, gente sin don, gente que no eran más que alimañas hacinadas en sus casas viviendo una "buena vida".

Después de tantos años preparándose... por fin el tiempo estaba cambiando. Las nubes eran grises, avecinaban tormenta. El ambiente era más frío y hostil. Todo el mundo mágico desconfiaba hasta de su propia sombra, su nombre resonaba en todas las calles e incluso algunos temían pronunciarlo como si de una maldición se tratase "Lord Voldemort". Como amaba todo aquello, lo único que le proporcionaba felicidad en su negro y pequeño corazón era sentir el miedo, veneración y respeto de todas y cada una de las personas de aquel mundo.

— Mi Lord... lo hemos localizado. Está con la chica y los amigos de su hermano. No tienen intención de dejarlo solo. Ellos saben que escapó de ti, Mi Lord.

— Gracias, pequeña Black, ¿o debería llamarte Lestrange? — dijo el pelinegro mirando a Bellatrix acariciando suavemente su mentón. Él sabía lo que hacía. Tom sabía que la pequeña de los Black buscaba en él algo más que aprobación.

"Su Bella" como a él le gustaba llamarla, odiaba a Rodolphus Lestrange. Este era la viva imagen de su padre, alto con ojos azules y profundos y de tez pálida. Tenía el pelo rizado y castaño y un cuerpo atlético, pero eso no era lo que Bellatrix buscaba. Rodolphus tenía los mismos ideales que su padre y a los oídos de Bellatrix llegó que el padre del que sería su futuro marido era un intimo amigo de Su Señor así que se preocupó por ser una novia ideal solo para estar más cerca de Su Lord.

Una idea demente y llevada a cabo más que por amor por una obsesión insana. Eso era lo que amaba Tom de Bellatrix, que por su obsesión y locura por él haría lo que fuera, estaría dispuesta a morir y eso a él le encantaba y aunque nunca lo reconociera ablandaba, mínimamente, su corazón lleno de odio.

— Mi Lord sabe que siempre podrá contar con su más leal súbdita. — dijo acercándose a él con tranquilidad en sus gestos.

— Mi Bella... siéntate conmigo. Necesito hablar contigo.

— Si... por supuesto, Mi Lord.

— Bella, ¿por qué te casaste con Rodolphus? Él no es lo que quieres, puedo leerte, sentirte, puedo percibir con un solo movimiento de tu mirada que ni siquiera afecto le guardas a Lestrange. — dijo posando su mano llena de anillos de plata en la pierna de la Black.

— No, Mi Lord. Lo amo.

— Mentirosa.

— ¿Por qué dice eso, Mi Lord?

— Porque tus pupilas brillan de deseo obsesivo cuando me miras y desde que he puesto mi mano sobre tu pierna las has abierto debajo de tu fino vestido. — dijo levantando el vestido dejando sus piernas desnudas a la vista. — Tu no amas, Bella. Tu te obsesionas, y eso me fascina, mi pequeña Bella.

Era algo repugnante para todo aquel que supiera que una mujer casi casada mantuviera una relación clandestina con un hombre totalmente ajeno al matrimonio. Aquello era adulterio, algo que estaba muy castigado y mal visto en el mundo mágico durante los años que corrían, pero la obsesión te lleva a realizar actos desmesurados. Y nadie en sus sano juicio atentaría contra Lord Voldemort.

Bellatrix era hermosa, estaba chiflada, pero era hermosa. Su pelo era ondulado, pero nunca se lo vio encrespado o mal peinado, siempre llevaba un recogido medio dejando la mitad de su cabello suelto cayendo por los hombros. Sus ojos negros siempre iban adornados con una sombra de ojos verde y sus labios siempre resaltados con bálsamo. Siempre vestía de negro con detalles en verde, la capa que siempre llevaba por encima era negra forrada de terciopelo verde por dentro y sus pasos siempre se escuchaban gracias a sus botas de tacón que siempre resonaban por donde fuera.
Era deslumbrante y ya que estaba obsesionada con Lord Voldemort este iba a aprovecharlo. Era su más fiel sirvienta, pero nunca llegó a considerarla algo más.

— Mi Lord... mi marido está de camino. Hemos capturado una rehala de sangre-sucias — dijo ella poníendolo en advertencia.

— Oh mi querida Bella... aunque tu marido entre por esa puerta tu siempre serás mía y no lo digo yo. Tu sola te delatas. — dijo el pelinegro mientras se levantaba y se iba hacia la ventana del cuarto mientras observaba las oscuras nubes que se acercaban desde el horizonte. — Márchate y encuéntrame al niño. Él tiene que esconder el guardapelo.

— Reggie, relájate. — dijo Valerie mientras buscaba una poción en su maleta.

— No... no puedo. Estaban por todas partes. Sombras, su cara, su marca y después tenía la herida de mis padres otra vez abierta, sangrando como el primer día. —dijo mientras su voz se quebraba a cada palabra que iba diciendo. — Está aquí. Nos va a matar.

— Nadie nos va a matar, Reggie. Tómate lo que te va a dar Valerie. — le contestó Hela sosteniendo su mano. — Nadie te hará nada.

Valerie encontró la poción relajante, pero de poco sirviría. Regulus no había tenido un sueño, Voldemort entró en su mente mientras dormía y vio todo lo que le contaba a las dos chicas. La rubia sirvió la poción en un té caliente y le ofreció la taza al pelinegro mientras ella hablaba con Hela.

— Se levantó así como lo ves y después me vino a buscar a mi cuarto. Lo traje aquí porque sabía que hoy Megan estaba con Marlene y aquí tu lo ayudarías más con una poción que yo y estaría más tranquilo en un sitio alejado de las mazmorras. — habló la pelinegra.

— No te preocupes, la poción lo relajará un poco pero no al completo. El sueño lo ha contado como si fuera real, muchos detalles, ¿me entiendes? Como si lo hubiera vivido.

- Quien tu sabes tiene fama de meterse en la mente de los demás. Regulus siempre le ha parecido muy buen candidato para mortifago y no me extrañaría que quisiera tenerlo de su lado. Gracias a la charla de nuestros padres Él no nos tomó enserio cuando escapamos. Por eso Reggie ha soñado con el guardapelo. Creo que Él está creando horrocruxes, algunos dicen que está más demacrado de lo normal y que en su pelo se ven marcas de cansancio, dicen que lo tiene descuidado y canoso. Val, esto no me gusta nada.

— Si sospechas que Quien tu sabes está creando horrocruxes Regulus ha visto algo de eso en su respectivo sueño.

— Hay que preguntarle...

— Si, pero déjalo que ahora descanse. Cuando ya haya amanecido le preguntaremos, acuéstate con él en la cama de Megan. Haz que duerma, cuando despierte estará mucho más calmado.

La pelinegra agradeció a Potter y después hizo lo que le había mandado. Tiempos oscuros se acercaban, los merodeadores tenían que andar con cuidado, con cuidado y siempre juntos. Siempre.

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Lo prometido no siempre es deuda [Sirius Black]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora