15; Piel a piel.

246 19 14
                                    

Una semana después.

Nos encontrábamos en una tarde lluviosa, frente a frente, oyendo solo el relajante sonido de las gotas descendiendo con elegancia desde el grisáceo firmamento. Nuestras respiraciones eran tranquilas, al igual que nuestros latidos, y nuestras miradas estaban absortas en las facciones del otro. Nos habíamos comenzado a besar en el sofá, luego de que Jungkook llegara de acompañar a Namjoon a hacer algo de lo que no me quiso hacer partícipe. El beso había comenzado lento, hasta que sus manos apretaron mi trasero, y las mías desprendieron su camisa con urgencia. Nuestras ideas se sincronizaron y ambos tuvimos el mismo pensamiento, era hora de que me diera la mejor noche de mi vida, solo que no era de noche, y seguramente lo haríamos millones de veces más, iguales o mejores que esta.

Caminamos con pasos apresurados, tomados de la mano hasta adentrarnos en nuestra habitación, quedando frente a nuestra desolada cama, que estaba perfectamente arreglada.

—¿Estás seguro?—inquirí, deslizando con delicadeza la yema de mis dedos sobre la piel de su pecho que dejaba al descubierto su camisa abierta. Aún tenia rastros de los grandes hematomas que en su momento tenían una tonalidad púrpura, pero que ahora se habían vuelto un tono más fusco. Entonces, sus grandes manos tomaron mis muñecas, notándose la diferencia de temperaturas que contrastaba de un modo casi excitante.

—No te preocupes, mi amor, ya no duelen —sus labios besaron el dorso de mis manos con una magnificencia exquisita, que logró hacerme sentir cosquillas en mi vientre bajo, y un claro escozor en mi entrepierna. Lo había anhelado tanto estos días, y no porque no lo hayamos hecho, porque sí lo hicimos. Pero mi anhelo provenía de mis ansias por sentir su piel caliente sobre la mía. Necesitaba poder tocarlo, sentir con mis dedos cada centímetro de su cuerpo. Entonces, mis manos fueron a los costados de su estrecha cintura y viajaron con parsimonia hasta su espalda baja, mientras que mis labios comenzaban a recorrer poco a poco todo su tórax, comenzando por el centro de este, con mis manos acariciando su piel incesantemente. Llegué a sus fornidos pectorales y dejé que mi lengua gozara del sabor de su tersa piel, deleitándome con su aroma corporal masculino, escuchando como suspiraba con ávido, de un modo acompasado. Por otra parte, sus inquietas manos no soportaron mucho tiempo sin ser atraídas hacia mi piel, como un par de imanes opuestos, vagaron sin prisa por la totalidad de mi espalda hasta erizarme, sin interrumpir mi empedernido recorrido por su majestuoso cuerpo.

—Extrañé tanto esto —misté delineando sus clavículas con mi libidinosa lengua, llevando mis manos a sentir sus costillas, y de allí, partir a sus anchos hombros, para deshacerme finalmente de esa impoluta camisa que se encargaba de fastidiarme la vista, impidiendo que mis impacientes pupilas escudriñaran la obra de arte que era él sin ningún tipo de prenda de por medio.

Entonces lo hizo, cuando su camisa cayó al suelo, sus abrazadoras manos me acercaron más a él, comenzando a devorar la piel sensible de mi cuello, con un fervor que estaba fuera de este mundo, elevándome a las estrellas. Con mis manos aferrándose con pasión a su nuca.

—Te deseo tanto, como si hubiesen pasado mil años —mencionó, recostándome con sumo cuidado en el centro de nuestra cama. Y sin detener sus húmedos besos, que ahora se concentraban en mis clavículas, deslizó las tiras de mi camisola rosa pálido, hasta descubrir la totalidad de mis senos, y que así, quedaran bajo su procaz merced.

—Mhh —ahogué un jadeo tras sentir su vibrante lengua invadir mi sensible pezón, que ya se encontraba erecto para él. Mientras sus manos se introducían bajo la camisola de seda, para sentir mis muslos tensarse bajo su apacible tacto. Sus besos recorrieron toda la extensión de mi vientre, con el único objetivo de perderse entre mis piernas, para ponerme a delirar una vez más con la destreza de su boca, que se encontraba haciendo un fogoso sexo oral, frotando con gran habilidad mi palpitante clítoris, haciendo que perdiese la cordura y me entregase por completo al placer que él me provocaba, mientras mis manos se aferraban a las sábanas, y mis piernas se envolvían a su cintura, a la vez que mi descontrolada cadera se meneaba con desespero.

› Emily Love Story 🌺 2 ‹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora