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Narra Connor

Jamás pensé que un año y medio viviendo con Sr. Anderson pasarían tan rápido.
Mi vida había cambiado completamente.

Aún recordaba como si fuera ayer que había llegado a esta enorme casa sorprendido de las inmensidades que contenía.
Ahora todo el lugar ya me lo sabía de memoria y solo 2 veces me había perdido.

En el segundo piso se encontraban las habitaciones, cuartos de baños y hermosos salones de té, mientras que el último piso, tenía varías bibliotecas, salas de estudio, salas de juegos y por supuesto el estudio de Sr. Anderson.

Esta última siempre estaba abajo llave y por muy raro que suene en todo lo que llevaba de mi estadía, jamás había entrado ya que siempre prefería encontrarme con él en alguna otra habitación para evitar problemas.

En mi tiempo aquí, Kara se encargó de enseñarme y traerme los mejores maestros para darme clases de todo tipo, como literatura, piano, lenguas, historia y más.

Me sentía el Omega más culto de todos, al saber tantas cosas en tan poco tiempo.

También conocí a Alice, la hija de Kara. Una Alfa muy linda y dinámica que tenia apenas 8 años y como su instinto de feromonas aún no se desarrolla sino hasta los 18 años como a cualquier Alfa y Omega sea mujer o hombre, podía convivir con ella sin ningún problema.

Ahí me enteré por parte de Alice su historia con Kara.

Ella no era su verdadera madre, antes era su sirvienta y trabajaba para una familia poco adinerada de un tal Sr. Tood.
El hombre era alcohólico y maltrataba a su hija, hasta que un día intentando proteger a la niña de sus ataques terminó asesinando al padre sin querer.
Para evitar que la policía la arrestara y se llevara a la niña a un orfanato huyeron del lugar.

En ese transcurso es donde conocieron a Sr. Anderson, quien llevaba la investigación, pero después de saber la historia completa decidió ayudarlas borrando su historial, cambiando sus apellidos y haciendo que vivieran con él como sus trabajadoras y el caso quedó como un suicidio.
Es por eso que Kara está tan agradecida con el hombre.

Alice se encariño mucho conmigo y todo el día andábamos juntos jugando, platicando de cualquier cosa o estudiando en la biblioteca, ya sea leyendo algún libro diferente o en la sala de música donde todo el día tocaba el piano y ella el violín.

A pesar de que Sr. Anderson siempre se encontraba en la casa, rara vez podía convivir con él, ya que personas o compañeros con los que solía trabajar en sus investigaciones, iban en su búsqueda para que les ayudaran en uno que otro caso sencillo, por lo que terminaba encerrado todo el día en su estudio o se iba de viaje por días.

Así de bueno era el hombre en su trabajo, además no estaba nada viejo para que se retira tan pronto y parecía que amaba lo que hacía.
Lo admiraba mucho.

Especialmente siempre venía un amigo suyo llamado Gavin Reed, el Beta más molesto y ruidoso que había podido conocer en toda mi vida.
No me agradaba mucho, pero lo soportaba ya que parecía que Sr. Anderson le tenía un gran aprecio.

En mi poco tiempo conviviendo con Sr. Anderson, el hombre jamás dejo de tratarme como en el principio.
Era amable, atentó y un verdadero caballero conmigo y eso poco a poco hizo que comenzará nuevamente a gustarme, evolucionando rápidamente a enamorarme de él.

La Herencia del Alfa~💙Hannor💙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora