Quizás la idea de su amigo si fue buena después de todo.
Sorprendentemente.
Nahuel le había llamado temprano en la noche del sábado, pidiéndole venir a tal lugar. Solo para joder y pasarla bien por un rato sin tener que pensar en nada más. Liberarse.
Cristian al principio había dicho que no, que tenía otras cosas para hacer y no quería irse a dormir tan tarde, pero terminó aceptando cuando recibió diez llamadas seguidas, su amigo rogándole que fuera.
Puede que ir, haya sido su mejor decisión.
Se encontraba en la barra, apoyado con el pico de la cerveza rozando sus labios, mientras se centraba en aquel chico bailando al lado de su amigo.
No lo notó la primera vez que entró en el bar, pero ahora, era todo en lo que podía fijarse. Quizás eran los efectos secundarios de la cerveza o también el hecho de que no se había encarado a alguien por mucho tiempo y ahora se sentía atraído por cualquiera.
Pero él no era cualquiera, ¿no?
Acomodo su espalda, bajándose el resto de la botella mientras veía a Nahuel y el otro chico caminando hacía él. Eran de la misma altura, pero el moreno estaba prácticamente cargando a su amigo.
Seguro el otro se había pasado de copas. No se podía notar del todo, solo en sus torpes pasos y como su garganta soltaba palabras suaves que inesperadamente, le endulzaban el oído. Mientras más se acercaban, se dió cuenta que sus ojos estaban cubiertos por unos lentes, dicho objeto se resbalaba por el puente de su nariz.
El chico era lindo, no hacía falta aclararlo. Había algo en la forma en la que se estaba hablando con Nahuel que lo cautivaba.
—Bueeenas —soltó el castaño apenas llegó, tropezándose hasta poder agarrarse a la barra. Levantó la mano en busca de más licor y un hombre rápidamente le sirvió dicha bebida.
—¿Cómo estás? —le preguntó Nahuel a Cristian, notando que el contrario no había hecho ningún esfuerzo en salir a bailar o divertirse. —¿No estás aburrido?
Cristian ni le prestó atención. Sus ojos seguían fijados en los movimientos del más bajo, que ahora tenía la botella de cerveza apuntando hacía arriba, mientras tomaba sorbo tras sorbo y el alcohol bajaba por su garganta.
—Bien.
—Ah. —Habló el contrario con una sonrisa. —Este es Lisandro.
Dicho chico parpadeó, despegando su boca de la botella y juntando miradas con Cristian, quién lo observaba como si fuera una comida.
Nahuel continuó con las presentaciones. —Licha, él es Cristian, el amigo del que te dije.
El más bajo acomodo sus anteojos negros, cubriendo totalmente sus ojos. Luego se sentó en un banco alto al lado del cordobés.
—Soy Lisandro. —Empezó, pero antes de que el más alto pudiera responder, siguió hablando. —Pero los lindos, piolas, altos y cordobeses como vos me dicen Licha. —Mostró una sonrisa simpática, sin sentir una pizca de vergüenza por lo que había dicho.
Cristian rió por el comentario. Antes de que se diera cuenta, Nahuel había desaparecido y se encontraba hablando solo con Lisandro.
—Ah, ¿sí? ¿Algo más? —preguntó, siguiéndole el juego.
Valientemente se acercó al contrario, levantándose del banco mientras llevaba una de sus manos a la cintura del más bajo y lo acariciaba. Su sonrisa solo haciéndose más pronunciada mientras el otro se relamía los labios.
Lisandro se encogió de hombros, mirando hacía abajo, específicamente a la mano posada en él. —Me podrías sacar a bailar.
—¿No bailaste mucho ya?
—¿Así que me estuviste viendo? —preguntó en un tono bajito pero juguetón. Acercó su nariz a la mejilla ajena y la pasó sobre esta, sintiendo el olor de un fuerte perfume. Se alejó. —Nunca es tarde para bailar con vos.
Cristian le devolvió una sonrisa también, sacándole los lentes y poniéndoselos él mismo mientras se dirigían a la pista. Sorprendentemente, Lisandro no se quejó de esto y dejó que se acomodaran para bailar la siguiente canción.
No sabía por qué, pero su cintura quemaba por cada vez que el cordobés hacía una caricia sobre la piel y su cuerpo se sentía en busca de más que solo eso.
Notando la torpeza del más bajo, Cristian se encargó de entrelazar sus cuerpos y pegar al contrario más cerca de él. Agarrando la cintura del mientras lo apegaba hacía él y guiaba los pasos, fijándose por donde pisaba.
No sabía cuantas canciones pasaban, porque solo podía estar completamente enfocado en el chico de ojos cafés frente a él.
Lisandro sonreía, le hablaba y le contaba sobre su vida; mientras Cristian escuchaba cada detalle como si fuera el secreto más importante que alguna vez le habían contado.
Podía sonar estúpido, pero nunca se había sentido tan flechado a primera vista como en ese momento, con un chico cualquiera que recién había conocido. Lisandro solo estaba enfocado en bailar y hablar coherentemente, con él en frente como si hubieran estado flechados toda la vida.
Sus ánimos se bajaron una vez el dueño del bar avisó que iban a estar cerrando y la gente se tenía que empezar a ir.
Desafortunadamente, también significaba que se tendría que despedir de Lisandro, por mucho que no quería soltarlo de su agarre.
El chico rió cuando intentó liberarse pero Cristian solo apretó más el agarre con una creciente sonrisa en su cara. Se despidieron así, aún pegados al otro y sin querer dejar ir.
—Espero que bailemos otra vez, pronto. —Guiñó el ojo el más bajo, levantando la cabeza para presionar sus labios contra la mejilla del cordobés. Su agarre se desvaneció, y dejó que el chico desapareciera totalmente.
Buscó a Nahuel para despedirse y agradecerle por haberle invitado. Luego salió por la puerta del bar, sin darse cuenta que aún seguía con los anteojos negros de aquel chico.
Por lo menos ahora tenía una excusa para volver a verlo.
Se subió a su auto y manejó de vuelta a su casa, con el único recuerdo de aquella noche siendo él. Su cara, su risa, su sonrisa, su voz, todo lo poco que había aprendido de Lisandro en apenas un día.
Apenas una noche, en realidad.
No se conocían del todo, pero Cristian no podía no admitir que ya de por sí, sentía que estaba extrañando a aquel chico como si lo hubiera conocido hace años.
Se acostumbró tan rápido a él, que esa noche había sido suficiente.
Los dos habían entregado todo de sí en un simple baile, y luego de eso, solo existían dos opciones:
Podría no durar, o... Podría ser para siempre.
Tal parece que yo, me acostumbré a ti en un sólo día
Que te ando extrañando
Como si hace años que te conocía
Tal parece que yo, en un solo baile te entregué mi vida
Tal parece que el sentimiento venció las reglas que había
Venció las reglas que había│⌊✩✯✩⌉│
morat como siempre publicita este espacio. 👍
espero que lo hayan disfrutado. :)
tengan un lindo fin de finde semana.besitos <3
🧉
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13&25 ~ cutilicha OS
FanfictionNo se, one shots que se me ocurren. ⌠Esta historia no esta pensada para ofender a nadie⌡ ✎ Todo es ficticio ✎ Boy x boy ✎ No busco asumir la sexualidad de nadie ✎ Lunfardo argentino ⌠Si no te gusta, deja de leer⌡