07

46 6 0
                                    

|Y A N A R A|

Petición de la Oiran de la casa Ogimoto.












Lanzó un suspiro en cuanto detuvo su pasó justo frente a la puerta, tardó más de lo esperado desde que cruzó la entrada de la ciudad, ya no podía comportarse como un demonio Super dotado con velocidad y fuerza extrema, debía de ser de nuevo una humana frente a todos. No quería entrar, pero debía hacerlo, sobre todo porque extrañaba a sus pequeñas quiénes le suplicaron antes de irse que no se marchara, así que no era difícil saber que ellas la esperaban en sus habitaciones.

Antes de irse a buscar a la familia que Muzan deseaba muerta, les mintió diciendo que visitaría a un antiguo amigo que vivía fuera de Yoshiwara, uno el cual les proveería alimentos y bebidas gratuitas para su salud y satisfacción, así que tuvo que hacer compras en un pueblo lejano y encargar varios alimentos los cuales serían trasladados de su hogar en aproximadamente una semana luego de su cultivo.

Se sentía agotada mentalmente y quizá la causa era la muerte que dejó atrás, la familia que no pudo proteger por culpa de su distracción. Los descendientes de su querido hermano mayor, quería pedirle perdón por no haber hecho más por ellos, pero sabía que él la perdonaría fácilmente, porque siempre fue de esa manera.

Sumiyoshi, fue una persona pura y agradecida, amable y generoso con quién recién conociera y necesitara un poco de ayuda. Fue gracias a esa bondad que conoció a su primer amor y padre de su difunta hija, alguien que extrañaba desde lo más profundo de su ser, pero también la segunda persona que más le causó daño tras rechazarla a pesar de que ella quería amarlo por el resto de sus días.

—Si nuestro amor era tan real... ¿Por qué no me amaste siendo demonio? ¿Fui egoísta al pedirte más de lo que me ofreciste? —se cuestionó, mirando hacia el cielo oscuro adornado por las hermosas estrellas.

La imagen de Yoriichi apareció frente a ella y pudo ver, una sonrisa melancólica en su rostro, una cargada de tristeza que no supo cómo interpretar, porque no recordaba que alguna vez él la miró así después de que se reencontraron. Los recuerdos de él diciendo que desaparezca y que no volviera a acercarse hacían un eco repetitivo en su mente, esclavizando su poca esperanza de distorsión de la realidad.

Quería o más bien, anhelaba la poca esperanza de que todo fuese parte de una mala broma que su mente quería jugarle, que todo era una confusión y que en realidad Yoriichi si la perdonó y si sufrió su separación, pero los recuerdos le ganaban a su desesperación.

La puerta principal se abrió de golpe, tomándola por sorpresa y no pudo evitar enseñar una pequeña sonrisa para no levantar sospecha de su tristeza.

— ¡Oirán! —le gritó con emoción una pequeña que no pensó verla tan pronto después de que se marchó.

No pudo evitar tomarla entre sus brazos y cargarla con una gran sonrisa en el rostro, la emoción que reflejaba al verla le causaba tanta plenitud a su alma, que sentía como si en verdad se tratara de una humana y no la demonio sin pulso que sabía que era.

—Hola pequeña, ¿Me extrañaron? —preguntó, con una ligera sonrisa y, recibió un abrazo por parte de la pequeña.

Se adentró con ella en brazos y sintió, como alguien le abrazaba una de sus piernas, provocando que se detuviera de golpe y mirara a la culpable, encontrándose con la mellizas de la pequeña que sostenía, ambas siempre se encargaban de demostrarle su total apreció y eso, le daba un poco de calidad. Toda la gente que la abrazaba o lograba tocarla, entendió después de determinado tiempo, que el cuerpo de su Oirán era frío y que no debían de preguntar sobre su temperatura corporal, eran preguntas incómodas que no debían hacer a nadie.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Yanara | Kimetsu no YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora