Los días de viaje que se habían tomado estaban siendo maravillosos. Si bien ella sabía que Sai no era la persona más amorosa del mundo, al menos había disfrutado bastante de cada día junto a él. Habían ido a la playa, aunque prácticamente Luna se había pasado esos días sola y conociendo a otras personas. A su alrededor siempre podía observar hombres intentando sacarle conversación, pero ella no estaba interesada en nadie y mucho menos siendo que había prometido salvar su matrimonio.
Uno de los sujetos que había conocido era totalmente diferente a los que siempre acostumbraba, y había tenido una buena conversación con él, incluso tras admitir que era una mujer casada, pero aún así las cosas habían fluido de una forma diferente a lo que acostumbraba y, finalmente, había decidido hacerse su amiga. Sin embargo, él se había marchado y Luna volvía a estar la mayoría del tiempo intentando convencer a Sai de salir de la habitación, hasta que finalmente él aceptaba divertirse por un tiempo y luego volver a estar encerrado en su propio mundo.
En el fondo, y aunque las cosas entre ellos habían sido bastante precipitadas por la misma situación de que ella había sido rechazada por un chico que le gustaba, tenía que reconocer que una parte de ella quería a Sai, y estaba dispuesta a luchar, aunque las cosas apuntaran a no suceder de la mejor manera. Y, al fin y al cabo, era su esposo, con el cual al menos podía intentar hablar y sentía ese deseo enorme de "comerse su cerebro" que era el motivo original por el que habían terminado casados.
Sabía que para Sai las cosas no eran exactamente tan maravillosas, porque él era lo que cualquiera definiría como "un espantaviejas", pero ahí estaba ella: dispuesta a esforzarse todos los días. Caricias fugaces, abrazos y besos nocturnos, intentos constantes de acercarse a él, a sabiendas de que Sai probablemente no estaba logrando congeniar plenamente con ella. ¿Qué pasaba por la cabeza de su esposo, ese chico que prácticamente era una computadora humana?
—Sai... —se interesó una noche, después de una apasionada jornada, intentando mantener su cuerpo pegado al de él—. ¿Tú realmente quieres hacer este esfuerzo por salvar nuestro matrimonio?
Él la miró fijamente y ella intentó acomodarse un poco sobre él, lo suficiente para que él tuviera una linda vista de su cuerpo, pero no tanto, para no incomodarlo.
—Bueno... he estado pensando en eso y... supongo que sí. No es que me desagrades, Luna, me gusta tu cuerpo, tu rostro, esa cara inocente que tienes, pero a veces siento que me asfixias y es muy difícil lidiar con todo eso —confesó él, volteando a mirarla fijamente a los ojos. Pudo ver cómo eso ojos marrones de Luna se llenaban de lágrimas y seguidamente tomó una actitud un poco más nerviosa.
—Entiendo.
Luna no parecía querer decir nada más y en la cara de Sai se empezó a reflejar un enorme nerviosismo. Ella no quería que Sai la hiciera sentir mal y se había prometido ser fuerte, sin importar lo que él dijera, ¿por qué tenía que sentirse de esa forma? Intentó separarse de él para no llorar, pero en ese momento, sintió su brazo rodearle la espalda.
—Luna, no hagas esto más difícil, estoy esforzándome, y sí quiero que estemos juntos, pero no puedo pasarme la vida intentando solucionar con lo mejor de mí para que tengamos un hijo. Puedes adoptar, Luna, hay muchas formas, quizás realmente no me corresponde tener descendencia y simplemente te he hecho daño todo este tiempo, ¿crees que me siento bien viéndote sufrir constantemente? —cuestionó él, y en su rostro realmente se notaba un inmenso pesar.
Ella entendió que, a pesar de que ella siempre pensó que estaba remando sola con el problema, en el fondo sólo estaba arrastrando a Sai hacia algo que no lo hacía sentir bien y debía enmendarlo de alguna forma.
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Embarazada... ¿yo?
FanficAU. Advertencia: No leer si todavía ven a Suika como una niña. Suika toda su vida se había enfocado en su futuro y había luchado por salir adelante a pesar de que era una chica huérfana y sin amigos. Pero definitivamente esto no era posible, ni siqu...