🥀CAPÍTULO VEINTISÉIS🥀

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Tomar esa decisión no había sido nada fácil para Candela. Le dolía el alma tan solo de pensar en lo que estaba por venir.

Pero por más que había tratado de buscar una solución, no la había hallado. Y es que la tenían entre la espada y la pared. Habían sabido darle justo donde más le dolía, presionando todos los límites para chantajearla y llevarla a su terreno.

No había tenido paz un solo día de todos cuantos pasaron tras aquel suceso.

Por las noches, le costaba conciliar el sueño y se veía obligada a fingir que dormía a pierna suelta para no preocupar a Günther y no levantar así sospechas.

Sin embargo, sabía que no era una buena actriz y su comportamiento errático y apagado no había pasado desapercibido a nadie, por mucho en que se excusó alegando que se debía al estrés y a los nervios por la fiesta de compromiso, que ya estaba a la vuelta de la esquina.

Lo había pensado todo; desde contárselo a Günther hasta delatar a Erika delante de él. Pero no tenía forma de probarlo, era su palabra contra la de ellos. Y aunque él la creyera – que lo haría – se irían de rositas sin pagar por lo que habían hecho y, lo que era peor, era seguro que en represalia tirarían de sus contactos para que Nathalie no pudiera obtener ningún papel en sus películas, llevarían la empresa a la bancarrota y hasta amenazarían la integridad de Albert.

Y no podía arriesgarse a que algo de eso ocurriera, porque su conciencia nunca se lo perdonaría. No podría soportar los remordimientos.

Si el precio a pagar era renunciar a Günther, entonces lo haría. Aunque le rompiera el corazón en mil pedazos, lo haría. Para no arruinar su vida ni su familia.

A duras penas había sido capaz de conducir hasta el hotel donde se suponía que debía haber ido desde el principio, lamentándose por haber caído en aquella trampa. Y cuando él llegó fingió que estaba plácidamente dormida, cuando la realidad era que le daba vergüenza hasta mirarlo.

Si tan solo hubiese hecho caso a su instinto...

Ahora ya era tarde.

El día del compromiso había llegado, la fiesta estaba en marcha y ella no podía sentirse más desdichada. Tanto que temía que Günther se diera cuenta. Ya le había preguntado un par de veces qué le ocurría y aunque se había excusado con el trabajo, podía ver en sus ojos que no terminaba de creérselo.

Ella no era como él, no sabía mentir.

—¿En qué estás pensando? Estás muy callada.

La pregunta de Günther la hizo volver bruscamente a la realidad y simuló una sonrisa azorada.

—Perdona, es que no puedo creer que haya llegado el día. ¿Qué me decías? — se excusó, rezando porque no notara nada raro.

—Me pasa lo mismo. Te preguntaba si prefieres celebrar la recepción dentro o fuera de la mansión. Pronostican buen clima, así que ambas opciones son viables — comentó, ajeno a su debacle interna.

Aunque Günther no era ningún tonto y se había percatado de lo decaída que estaba últimamente, pero prefería no darle demasiada importancia...porque tenía miedo de que se estuviera arrepintiendo de casarse con él.

Lo cierto era que no creía poder soportar que lo plantaran dos veces.

Pero eso era absurdo, se dijo a sí mismo, Candela no era como Willa. Jamás haría algo así. Ella lo amaba y todos los días daba gracias por haber encontrado a una mujer como ella. No la merecía.

—Oh, pues...creo que en ese caso prefiero al aire libre — respondió, intentando parecer entusiasmada.

—Así será entonces, tus deseos son órdenes liebling — dijo, recompensándola con un tierno beso que la tomó algo desprevenida.

SUYA POR CONTRATO ✔ COMPLETA ©️ {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora