🥀CAPÍTULO VEINTINUEVE🥀

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Quedaron con el piloto en cuestión, Alexander Moore se llamaba, en un bar del centro. El tío estaba tan tranquilo tomándose unas copas, pero aceptó de inmediato en cuanto Marcello lo llamó para pedirle el favor y acordaron reunirse allí.

—¿Cómo va eso, Alex? — saludó Marcello a un hombre de unos treinta que estaba apoyado en la barra con un vaso de White Label a medio beber en la mano. Este se giró para dedicarle una leve sonrisa y asintió.

—No me quejo, Marcello. ¿Y tú? — inquirió, con voz

—Todo bien, gracias. Él es mi amigo, del que te hablé. Günther, él es Alex...el hombre que necesitas.

Marcello hizo las presentaciones de rigor y Alex asintió, dedicándole una mirada penetrante y curiosa. Tenía unos ojos increíblemente azules, todo pupila.

—Es un placer. ¿Cuándo podremos volar?

El alemán no pudo evitar ir directo al grano. La impaciencia lo estaba consumiendo. Cada segundo que pasaba lejos de Candela era una agonía y podía marcar la diferencia.

—Calma, deja que termine mi bebida — replicó Alex, sujetando su vaso de whisky con celo.

—¿Acostumbras a beber antes de pilotar? — preguntó, con extrañeza y cierta desconfianza que el otro debió de notar, porque espetó:

—Acostumbro a beber cuando me sale de los cojones. Pero si lo que te preocupa es que nos estrellemos, no pasará. Soy el mejor. Ahora, si no te sientes seguro reserva un vuelo común en cualquier aerolínea.

—Joder, qué carácter — silbó Max.

Günther, en cambio, esbozó una sonrisa. Tenía que reconocer que el tío los tenía cuadrados y eso le gustó.

—Solo era una pregunta. Estoy listo cuando tú lo estés.

—¿Qué tal si brindamos por eso? — propuso Alex y a Günther le pareció una idea magnífica.

...

—No regreses sin ella, hermano. A por todas — lo animó Elliot, cuando se estaban despidiendo ya en el aeródromo privado de Alex. Por lo que había averiguado, el tío estaba forrado. Se encontraba ya dentro del avión ultimando los preparativos para el despegue.

—Intentaré no hacerlo — dijo, no teniéndolas todas consigo. Luego ambos se fundieron en un abrazo fraternal cargado de significado.

—Regálale flores, eso nunca falla — apuntó Max, fiel a sus ocurrencias. Günther tuvo que reírse, a su pesar, reconociendo que solo lo había dicho para aliviar la tensión.

Se abrazaron con cariño.

Después le tocó el turno a Marcello, que le deseó la mejor de las suertes.

—Gracias por todo, Marcello — le dijo, en medio de un abrazo. Y es que sin su ayuda nada de aquello habría sido posible. No creía haber podido esperar hasta que saliera el sol por la mañana para volar.

—No es nada, recupera a la chica. Tenemos una boda que celebrar.

Günther sintió que la emoción le embargaba el pecho solo de pensarlo. Eso esperaba.

—Estoy listo, cuando quieras — oyó la voz de Alex desde el interior.

Sin más, se despidió y subió.

Para su sorpresa, Alex le aseguró que podía ocupar el asiento del copiloto para que el viaje fuera más ameno, ya que debido a las horas ni siquiera iban a llevar azafata.

SUYA POR CONTRATO ✔ COMPLETA ©️ {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora