Como cada día me enfundé en un pantalón vaquero, una camiseta de manga corta de color blanco, una chaqueta de cuero de color negro y mis Vans.
Agarré los guantes, las llaves correspondientes, el móvil, la cámara y el casco.
-Me voy al bar, mamá-.
Abrí la puerta y salí como cada día, con una sonrisa en el rostro.
El barrio era tranquilo, los pájaros piaban sobre los arboles del entorno y el sol ayudaba a tener una buena temperatura.
Me acerqué hasta la moto, me subí en ella, me coloqué el caso y finalmente los guantes.
Una sonrisa se me dibujó en el rostro, al ver por el retrovisor, como mi vecina no quitaba su mirada de mi.
Quité la pata a la moto y salí marcha atrás sin arrancar la moto. Una vez estuve en la carretera giré mi rostro hacia ella.
-Para no gustarte las motos, bien que la miras ¿No?-.
-Y tú para ser tan hetero, bien que te lías con tías. ¿No?-.
-Para no interesarte mi vida, te veo muy atenta a mi vida amorosa ¿No?-.
-Así es, tan atenta como tu ayer por la ventana ¿No?-.
-¿Perdona?-.
-Ahora me vas a decir que no nos estabas mirando a nosotras mientras nos liábamos...-.
-Mas quisieras -Me carcajeé. -Venga, te dejo que sigas soñando. Galletita. -Me carcajeé antes de arrancar la moto y salir de la urbanización-.
Encendí la cámara y comencé a conducir. Vivía a las afueras de Madrid y cuando era menor de edad, me ponía mala tener que ir en autobús todos los días, ahora, me encantaba, ya que recorría los kilómetros en mi moto.
Sobre todo me encantaba ver la reacción de la gente que me veía y es que mi preciosa Kawasaki ninja h2r de color rosa llamaba la atención.
Me hacía ilusión como niños y niñas de apenas 4-5 añitos reaccionaban al verme.
Aquél día el semáforo se puso de color rojo, haciendo que frenase mi moto frente a una camioneta de color blanco y a su lado un coche familiar, en el cual una niña de apenas 8 años miraba por la ventanilla hacia mi moto.
La niña al ver que la miraba sonrió y como auto reflejo la saludé. Ella me devolvió el saludo y con su pequeña mano hizo el gesto de acelerar.
Con una sonrisa me coloqué junto al coche familiar y dejé que la niña misma acelerase la moto, sacándole una sonrisa a ella y a sus padres.
-Gracias. -Agradeció el padre-.
-No hay de que. -Dije antes de que el semáforo se pusiera de color verde. -Que tengan un buen viaje. -Dije antes de chocar los cinco con la niña y arrancar la moto-.
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572 km 「Albalia G!P」
RomanceSiempre se han llevado como el perro y el gato. Pero un viaje cambiará todo entre sus vidas. Una historia que te hará morir de rabia, de risa y de amor.