Tres amigos, tendrán que enfrentarse a diversas situaciones, antes de comprender que el verdadero amor debe mostrarse y no permanecer tras las sombras. Deberán aprender que para poder amar a alguien más, primero deben amarse y aceptarse tal y como s...
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—Aquí vamos a tener privacidad —digo al tiempo que entramos en el área del club de natación. No enciendo la luz, con las luces exteriores que se filtran por las ventanas es suficiente. El agua brilla en el centro de la gigantesca habitación. Tan familiar. Yo había practicado natación durante demasiado tiempo en este lugar. No era mi actividad favorita, ni siquiera sabía porque me mantuve en ello, pero lo echaría de menos.
—¿Por qué necesitamos privacidad? —pregunta Gun, inocentemente. Sus peculiares ojos brillaban para mí. Pequeñas perlas en medio de la oscuridad.
Lo abrazo fuertemente, nunca me cansaría de hacerlo, y luego lo beso en los labios y se pone tenso. Le doy una sonrisa traviesa antes de besarlo en el cuello haciéndolo temblar.
—Me gustan tus reacciones —susurro seductoramente.
—No deberíamos estar aquí, Off.
—Está bien, nadie vendrá aquí —digo para tranquilizarlo.
«Vacila»
—No debería estar contigo —dice finalmente.
«Me siento molesto»
—¿Cuál es el problema Gun?
—Eres el ex novio de mi hermana. Ella aun no te ha superado. No puedo hacerle esto.
El arrepentimiento en su expresión, me duele e irrita de formas indescifrables. De repente parece que ha estado jugando conmigo. ¿Era posible que él me hubiera ilusionado de la forma en que yo lo había hecho con Ploy?
—¿Entonces por qué me dejaste besarte? —gruño.
Retrocede sin apartar sus ojos de los míos.
—No estoy seguro. Eres la primera persona que se me declara, el primer chico que me besa —hace una pausa. Está pensando bien lo que dice— Y me gustas, me gustas mucho Off. Pero como dije antes, no puedo hacerle esto a mi hermana.
—No le estás haciendo nada a ella. Esto es entre nosotros.
—No hay un nosotros, Off. Yo tengo planes, y creo que tú tienes cosas que averiguar sobre ti mismo.
—¿Qué planes?
—Mañana, luego de la entrega de diplomas, me voy.
—¿A dónde?
«Sonríe»
—A alguna ciudad, a hacer música. Conseguí entrar en una prestigiosa Universidad. Voy a hacer lo que me gusta en alguna gran ciudad, tal vez funcione, tal vez no, pero lo voy a intentar.
Mis ojos arden por las lágrimas que amenazan con salir.
¿Por qué me dice todo esto con una sonrisa satisfecha? Tan seguro de sí mismo. El muy idiota me está rompiendo el corazón con una maldita sonrisa en el rostro.
