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La plática entre Valentina y Juliana fluía con naturalidad a lo largo de esa mañana, era cómodo para ambas el estar con la contraria.

Aún sentadas en la mesa del comedor continuaron hablando y conociéndose mejor.

- ¿Entonces sabes tocar el piano? - Valentina preguntó interesada en lo que Juliana le decía.

-Sí, solía hacerlo en mis tiempos libres, pero hace unos años que lo dejé- La mayor respondió.

- ¿Por qué?

-Bueno, no tengo dinero para comprarme uno y no hay algún lugar en donde pueda encontrar un piano para tocarlo.

Valentina lo pensó un momento y recordó que en casa tenía uno.

-Yo compré uno hace poco como decoración, pero no sé tocarlo, deberías ir a casa y mostrarme un poco- La inglesa ofreció animada - ¿Estás ocupada mañana?

Mañana... Mañana Sergio estaría en casa...

-Lo siento, pero mi esposo tiene libres los fines de semana y debo quedarme con él.

-Oh, estás casada- Aquel dato tomó a Valentina por sorpresa, le había estado coqueteando a una mujer casada todo este tiempo.

¿Debía alejarse? Juliana le parecía una chica interesante, sin embargo, ella tenía un esposo y Valentina sabía que no debería interponerse en un matrimonio, eso estaba mal.

-Si... Pero, ¿Qué te parece el lunes? Podemos vernos el lunes en tu casa- Juliana ofreció una solución luciendo bastante animada.

-Claro- Sin embargo, Valentina no parecía muy convencida por aquello, después de todo estaría llevando a casa a una sexy mujer casada, ¿Qué pasaba si las cosas se salían de control? Juliana era una tentación bastante difícil para ella, era linda y definitivamente no quería solamente una amistad con la contraria, es por eso que intentó mostrarle sus verdaderas intenciones con ella desde el primer momento en el que la invitó a desayunar, ¿Acaso Juliana no había notado su interés? Diablos, las coreanas sí que eran realmente difíciles.

Por desgracia la alarma de Juliana interrumpió sus pensamientos. Parecía que su tiempo juntas había acabado.

-Oh lo siento mucho, pero...

-Debo irme- Valentina la interrumpió y salió de su casa algo apresurada. Parecía como si estuviese huyendo.

-Sí, debes irte- Juliana susurró para sí misma cuando Valentina prácticamente ya había escapado de su casa.

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Nuevamente un pesado fin de semana comenzaría para la mayor, esto gracias a los constantes regaños y gritos que se la pasó recibiendo de su esposo, se preguntaba, ¿Qué tan diferente sería si ella fuera madre? ¿Su esposo dejaría de odiarla por eso? ¿O su hijo también recibiría violencia?

Muchas dudas rondaban por la mente de la mexicana al recibir todo ese maltrato por parte de su marido.

Por suerte el fin de semana acabó, un par de golpes y heridas nuevas quedaron como recuerdo para Juliana de aquel fin de semana, sin embargo, eso no fue lo más doloroso sino el hecho de no haber hablado con Valentina por estos dos días, ni siquiera por mensajes, pero de cierta forma eso fue bueno, o de lo contrario se la habría pasado pegada al teléfono y probablemente Sergio habría descubierto que se veía con alguien mientras él no estaba. No podía exponer a Valentina de esa manera, no frente a un hombre así de peligroso.

Valentina por su parte pasó ese fin de semana pensando a dónde llegaría todo esto. Si estuviera en Inglaterra probablemente ahora mismo estuviera saliendo con alguna chica, sin embargo, estaba en México y de todas las chicas que había se había interesado en una casada, ¿Por qué no simplemente le había preguntado antes si tenía un esposo? Oh por supuesto, no podía llegar con una desconocida y preguntarle, "¿Estás casada?" Menos cuando la chica parecía bastante joven.

Por suerte llevaba poco de conocerla, aquella mujer había llamado su atención, pero estaba a tiempo de frenarlo todo, después de todo aún no estaba enamorada, solamente le había parecido interesante, así que todavía tenía la oportunidad de alejarse sigilosamente y seguir con su vida normal. Pero, algo en su interior le pedía que se quedara, además sería un poco cruel alejarse sin decir nada, sabía que de cierta forma eso podía lastimar a la contraria y Valentina no quería lastimar a nadie, pero no tenía otra excusa para irse.

Entonces a lo largo del fin de semana no habló absolutamente con Juliana, estaba en un dilema sobre si pasarle su dirección o no, si lo hacía le abriría una puerta más a Juliana y entre más tiempo pasara con ella más difícil sería alejarse, ella debía hacerlo, debía huir antes de que terminara enamorada de una mujer casada, no podía permitir que eso ocurriera por lo cual creyó haber decidido no pasarle su dirección ni volver a enviarle un mensaje, no iría más a su casa.

Sin embargo, no contaba con que Juliana le mandara un mensaje aquel lunes preguntando por su dirección y con lo que menos contaba era con su debilidad a la hora de llevar a cabo sus decisiones previamente tomadas.

Entonces ahora que Juliana tenía la dirección fue hasta la casa de Valentina una vez su esposo se fue al trabajo.

Valentina no dejaba de recriminarse que era una tonta por haber hecho eso, diablos, ahora no había vuelta atrás, lo único que podía hacer por el momento era organizar un poco mejor su casa para cuando Juliana llegara.

Y cuando el timbre sonó Valentina hecho un último vistazo al piano antes de abrirle la puerta a Juliana. No esperó sonreír al mirar a la mayor parada frente a su puerta.

-Hola- Saludó la más bajita al ver a Valentina abrirle la puerta.

-Hola, adelante- Valentina saludó moviéndose a un lado para que la menor pudiera entrar.

Juliana parecía una niña pequeña al mirar aquel piano frente a ella, la ilusión por volver a tocar uno después de años era increíble.

Y Valentina sonrió con ternura al ver a Juliana correr a la sillita frente al piano. La menor acarició el piano con la punta de sus dedos antes de mirar a Valentina acercarse.

- ¿Alguna vez intentaste tocar? - Juliana preguntó al notar la atención que Valentina ponía a sus movimientos.

-No, nunca- La mejor se sinceró.

-Ven aquí- Juliana hizo un espacio para que Valentina se sentara a su lado.

Y en una acción tan natural Juliana se quitó las gafas oscuras para mirar bien la partitura.

Entonces Valentina jadeó asombrada.

- ¿Pasa algo? - Juliana la miró.

- ¿Qué demonios te sucedió en la cara? - La menor la tomó de las mejillas para mirarla.

Y Juliana abrió los ojos en grande.

Había descubierto sus moretones.

Estéril || Juliantina (G!P) •AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora