[Capítulo 8]

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Después del beso que le robó la peliblanca, Leonard se quedó confundido ¿Quizá emocionado? Sin embargo, pese a no saber qué era lo que sentía en ese momento ya con la puerta enfrente suyo cerrada, era innegable la enorme sonrisa que tenía dibujada en el rostro. Era una mezcla de emociones extraña, curiosa, pero que no le desagradaba en lo absoluto.

Se dio la media vuelta para dirigirse a su habitación, pero se detuvo un momento en la puerta viendo todo el desorden que había quedado tras la pintura; plásticos, sabanas destendidas, algunos lienzos tirados cerca de donde estuvo pintando. Inhaló durante unos segundos y soltó un largo y profundo suspiro.

– Nope, me niego, prefiero clavarme un pincel en una costilla antes que recoger esto. -Se quejó al aire mientras permanecía quieto aún.

Pasó hacia su cama dando grandes pasos para evitar mancharse o caerse y se tiró sobre su cama volviendo a inhalar y exhalar profundamente, se sentía cansado, quizá porque había sido un día intenso.

Tras acomodarse un poco mejor en su cama y continuar respirando con tranquilidad en la ahora silenciosa habitación, se dio cuenta que el olor de Saira se había quedado impregnado en su cama, a lo cual sonrió de manera amplia y cerró sus ojos sin decir una palabra. Ante esto se quedó profundamente dormido.

Pasadas las horas, despertó poco a poco mientras rascaba su cabeza a su vez que soltaba un gran y largo bostezo estirándose. Entrecerraba los ojos intentando no caer dormido de nuevo ya que quien había interrumpido su sueño era el sol quemando su rostro.

– ¿En qué momento se hizo de día? Hace un rato era de noche. -Preguntó al aire mientras se estiraba, lo cual fue interrumpido por el resonante sonido del timbre el cual le hizo dar un pequeño salto en su lugar.

Confundido, se levantó a ver quién era. «Debería de anotar las cosas que pido, ¿Pedí algo para empezar?» pensaba mientras abría la puerta dejando ver a la figura detrás de ella, era Saira quien tocaba el timbre.

– ¿Te quedaste dormido anoche? -Cuestionó la peliblanca.

– ¿De qué habl- -Fue en ese momento cuando Leonard terminó de despertar dándose cuenta que no se había cambiado aún y continuaba con la ropa del día anterior. –Quizá y sólo quizá me haya quedado dormido, ya sabes, usar pijama está sobrevalorado, y espera a ver el cuarto. -Respondió el pelimorado soltando una risa mientras la invitaba a pasar.

– Lamento haber llegado tan tarde, resulta que lo que teníamos que hacer en la empresa se extendió más de lo esperado y apenas tuve tiempo de salir y llegar a mi casa a cambiarme para venir de nuevo.

– ¿Tarde? ¿Qué hora es? -Volteó a ver el reloj en la pared que indicaba que pasaba del medio día, a lo cual se sorprendió. – Okay puede que sea algo tarde. Dormí más de lo que pensaba entonces.

– ¿Quieres desayunar algo dormilón? Yo invito, hoy fue mi día de pago así que mis finanzas pueden permitírselo.

El pelimorado soltó una corta risa mientras asentía y bostezaba. Saira fue a la habitación a dejar sus cosas mientras pedía la comida y Leonard le siguió estirándose, se sentía bastante cansado, quizá por dormir mucho.

Leonard se quedó quieto por un momento mientras veía a su contraria sentarse en la cama, sonrió y comenzó a preparar el caballete y lienzo para la pintura, los cuales a diferencia de sus obras que terminaban como gemas, si tenían los clavos bien sujetos y el lienzo tenso y plano, definitivamente podrían terminar como cualquier cosa, incluso basura, pero esas 4 pinturas de Saira no las volvería gemas por ninguna razón.

Al paso de los minutos, cada uno ya estaba en sus posiciones, la joven siendo retratada y el pelimorado pintando, pero en ese momento se escuchó el ruido del timbre que hizo sobresaltar a ambos.

Pintor de almas - SingularidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora