Capítulo 37

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Capítulo 37



Sexo.

Sexo, sexo, ¡sexo! Toneladas de sexo.

En la cama, en la ducha, contra la encimera de la cocina y en cada centímetro del sofá. Se acostaban con ilógica frecuencia y, aun así, NaSeol no sentía que se terminara de saciar de la sensación; de YoonGi. Esa sensación de sentirse completa, corrompida y extasiada; total e irremediablemente atraída por él.

Notaba cómo la deseaba, cómo la buscaba y cómo terminaba por encontrarla.

Todo era, sin duda, un subidón para su confianza, su ego y su autoestima.

Estaba adicta a él. A su olor, a su movimiento, sus besos, sus caricias y su calor. A todo lo que le ofrecía. Ser acariciada, besada y codiciada por él. Adoraba los momentos en los que YoonGi inspeccionaba con el chasquido de sus labios zonas de su cuerpo, en especial la parte de atrás de su oreja, mientras su mano bajaba, descubría y exploraba la sensibilidad misma hasta que empapaba todo lo que cubría.

Jamás pensó que llegaría este momento. Ya no solo con él, sino con cualquiera. El sexo. Una relación afectiva físicamente con un hombre. Algo tan mundanal y que, por otro lado, había permanecido bien apartado de ella por veintitrés años.

Había que admitir que la realidad difería de los libros, de la televisión y de las páginas pornográficas..., pues eso solo creaba una realidad distorsionada y era foco de ilusiones que luego no serían satisfechas... Pero YoonGi se esforzaba mucho en que se pareciera a las descripciones de sus novelas favoritas.

Un día, YoonGi metió la pata.

Fue en una de las veces que lo estaban haciendo. Ella estaba sentada sobre el mueble del recibidor, con la ropa arrugada y echa un desastre, y él de pie penetrándola hasta lo más profundo.

Decía que aquello era una práctica (una práctica tras otra, un orgasmo tras otro y una conexión tras otra) y que sería útil para ambos: ella para satisfacer a cualquier hombre que viniera después de él y él para volver a tener vida sexual activa; para aguantar más. Para no correrse tan rápido como ocurrió en su luna de miel y así decepcionar a cualquier mujer que viniera después. 

«A cualquiera que viniera después».

NaSeol ni siquiera pensaba en otra persona que no fuera YoonGi. ¿Qué cualquiera? ¿Qué después? Solo lo deseaba a él. Ahora, a todas horas, en cada momento y en cada lugar, sin excepción ni remordimiento. Sin vergüenza ni sosería. No iba a buscar a ningún otro cualquiera cuando ya había encontrado su todo.

No podía ir diciendo de utilizarla como práctica, como pañuelo de usar y tirar, y mucho menos cuando el remolino de su corazón atacaba con más fuerza. Estaba admirada con YoonGi. Con su sexo. Su movimiento de cadera, sus gemidos en su oído, el susurro de su voz repitiendo su nombre...

Suerte que se disculpó tan rápido como lo dijo.

—Tenemos que ir al trabajo... —susurró YoonGi contra la piel y el hueso de la clavícula de NaSeol, con la voz ronca, sus manos acariciando la espalda desnuda de ella y el pelo alborotado.

Su esposa se encontraba encima de él, moviéndose en un vaivén lento, casi como una tortura. 

NaSeol había descubierto que los polvos mañaneros eran mejor que cualquier otro. Tenían algo especial. Le gustaba la manera en la que terminaba de saciar lo que la parte más privada de YoonGi exigía cuando aún estaban cubiertos por las sábanas.

The Closest Friend » YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora