Día tras día, el autobús siempre pasa por el mismo recorrido y hace las mismas paradas.
Día tras día, los pasajeros del autobús pasan por el mismo recorrido y ven las mismas paradas.
Una y después otra, todas iguales.
Todas menos una. Justo ahí donde los ojos de la mayoría no alcanzan a ver, justo ahí donde las ramas y las hojas crecen para cubrir lo que no quiere ser visto.
Mi parada.
Desde que tengo memoria, nadie ademas de yo usa esa parada, siempre estoy yo, yo y aquellas plantas que tapan mi parada.
Para mi nunca fue un lugar importante, simplemente era el rincón donde pasaba todas las mañanas para esperar al autobús que me llevaba al instituto, nada más.
Es curioso como lo insignificante puede sin ningún aviso volverse relevante y hacer que la rutina diaria sea de repente un poco más interesante.
Yo no hice nada para hacer que eso pasara, pero tampoco hice nada para evitarlo.
Es posible que mi vida fuese la más aburrida en la faz de la tierra para ser un adolescente que lo tiene todo por vivir. Lo era.
Cuando una vez más, salí de mi casa aquel jueves para esperar al autobús, noté que algo era ligeramente distinto, más brillante, menos sombrío, menos mio.
Había una chica en mi parada.
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la chica de la parada
RomanceCuando algo tan común se vuelve distinto con la sola presencia de alguien. El punto de vista de Pelayo, cuya rutina es alborotada por una chica en la parada de autobús que suele estar vacía si no es por él.