Existen vampiros en este mundo, que salen de noche a cazar humanos. Yena, una chica a la que le diagnosticaron depresión, ya no tenía ganas de vivir, decidió trabajar de noche. Tal vez vendría un vampiro y la mataría, a ella no le importaría. ¿Y adi...
"¿A dónde fue? Aish- No importa. Debería ir a desayunar ahora mismo, de todos modos". Yena se encogió de hombros e inesperadamente pisó algo afilado.
"¡Tch!" hizo una mueca cuando encontró un objeto metálico brillante en el suelo: un collar de rubíes rojos.
Yena recordó el mismo collar metálico que colgaba del bolsillo delantero del vampiro hace un momento. Debe haberlo dejado caer accidentalmente.
"Espera un minuto. ¡Se ve similar!" jadeó y sacó otro collar similar que siempre guardaba en el bolsillo de su sudadera.
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"¿Collares a juego?" exclamó en estado de shock y tomó una foto de los dos collares. Su collar se lo regaló un niño cuando era más joven. El chico con el que me ayudó cuando tenía siete años.
"Yena, vendremos a buscarte al patio de recreo a las 6 pm, ¿de acuerdo? Ten cuidado. Solo tienes dos horas para jugar". dijo su madre. Sin decir ni despedirse, la niña emocionada se apresuró a sentarse en el columpio.
Alrededor de treinta minutos después, vio a un niño que parecía alguien de su edad, rodeado por un gran grupo de personas mayores en una terraza vacía cerca del patio de recreo.
Estaban empujando, golpeando y tirando piedras al pobre muchacho. Yena luego corrió rápidamente para detenerlos. Eso era lo que su madre siempre le decía que hiciera: ayudar a las personas necesitadas.
"¡VETE, antes de que llame a la policía!" Yena gritó, levantando su teléfono.
Los chicos la miraron y todos se echaron a reír. "¿Tú? ¿Tratas de asustarnos? ¿En serio? ¿Alguien como tú? ¿Una chica? ¿Quieres ser una heroína y salvar el día? Lamento decepcionarte, pequeña, hoy no es un buen momento para que seas un superhéroe". Uno de los muchachos soltó una carcajada, tirando otra piedra al pobre muchacho que ya estaba sangrando profusamente, sin poder decir nada.
Exactamente después de ese lanzamiento, el pobre chico quedó inconsciente. "Les advertí que se fueran. Pero, parece que ninguno de ustedes parece entender mis palabras. Parece que todos ustedes necesitan un pequeño regalo de mí". Yena dejó escapar una sonrisa juguetona mientras se arremangaba y procedió a patearlos a todos sin previo aviso.
Aprendió Taekwondo de su madre, una jugadora profesional de taekwondo. Por supuesto, debido a su genética y su talento, era extremadamente buena en eso.
