Prologo

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"¿Podrías ayudarme, Nobita?" le preguntó, Shizuka, con una mirada de súplica en sus ojos.

Nobita, un joven que había pasado por muchas aventuras junto a su amigo, Doraemon, la miró con ternura y respondió: "Lo que sea por ti, Shizuka. ¿En qué te puedo ayudar?"

Shizuka sonrió, agradecida por la respuesta. "Verás", comenzó a explicar mientras buscaba algo en su mochila. "¿Podrías entregarle esto a Dekisugi? Este fin de semana no podré ir a dejárselo, ya que mis papás me llevarán a visitar a los abuelos." Le entregó un cuaderno a Nobita. "Se lo iba a dar hoy, pero él no vino."

Nobita aceptó con entusiasmo. "No te preocupes, iré a dejárselo", dijo con determinación.

"¿En serio? ¡Muchas gracias, Nobita!" exclamó Shizuka, abrazándolo. Nobita se sonrojó y respondió tímidamente: "Eres mi mejor amiga, Shizuka."

Shizuka se separó del abrazo y corrió hacia la salida. Tomó su paraguas y lo abrió. "Otra vez, gracias, Nobita."

Sin más, se fue dejando a Nobita embobado. Después de algunos años, Nobita había dejado de ser torpe o, al menos, había mejorado en muchos aspectos. Había progresado en sus estudios, sorprendiendo incluso a su madre y a Doraemon. Aunque su amigo robótico ya no le pedía ayuda con tanta frecuencia, seguían siendo inseparables y confiaban el uno en el otro.

Nobita miró el cuaderno que Shizuka le había entregado. "¡Jo, y yo que quería un fin de semana libre! Pero si es por ti, Shizuka, lo haré", se dijo a sí mismo, mostrando su disposición para ayudarla.

Y así, con determinación y un leve suspiro resignado, Nobita se encaminó hacia el lugar donde se encontraba Dekisugi, comenzando una nueva aventura que lo llevaría más allá de sus expectativas.

Inesperadas ConexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora