No me gustan las visitas inesperadas, por el simple hecho de que mi entretenimiento no viene por elección, sino, más bien, atraído por el azar. Y el azar, como bien se sabe, puede ser generoso, como mediocre.
El azar y yo, no nos llevamos bien.
Sin embargo, he de admitir que siempre es bueno mantenerse alerta, listo para lo que sea que vaya a pasar; en Italia aprendí a llamarle "entrenamiento", en América aprendí a llamarle "rutina".
El azar intenta cazarme y yo intento cazar al azar, ahí es donde ser un Alfa sirve, aunque siempre limitadamente.
Volvamos a las visitas inesperadas.
¿Es un policía?, ¿por fin me han descubierto?; ¿es una futura víctima?, ¿un futuro adversario?; ¿alguien digno de llevar por el oscuro camino?, ¿o alguien tan simple que lo más riguroso que me tocará hacer con él, será olvidarlo?
Por supuesto, como dije en un comienzo, el azar puede ser generoso, demasiado.
Un hombre de mediana edad, mi vecino y su hijo, recién huérfano de madre, recién llegado a la ciudad. Mi vecino vendría a ser la parte mediocre, en cambio, entre sus piernas, se esconde la parte digna de...
Primero, déjame conocerte.
— Señor Graham.
— ¡Lecter!
Demasiado pescado en sus manos, brusco y vulgar, cerveza seca en cada hilo de su camisa de tres días, aún ebrio. Pésimo aroma, no hay hígado digno de probar ahí.
— Mi hijo es un niño un tanto complicado, pero es fuerte, pocas palabras y más acción, buen muchacho, pero si te molesta, no tienes más que tomar la maldita correa y enseñarle una lección; en serio, Lecter, sólo quisiera que madure lo suficiente para que un buen Alfa lo ponga en vereda. Muy extraño el muchacho, pero eso sí, muy trabajador; es un simple Beta, pero sirve, buena mano de obra. Enséñale tus manos, Will; vamos, muchacho, por amor a Dios...
El chico mide entre un metro sesenta a un metro sesenta y cinco, es tímido, sujeto a un ambiente hostil, su aroma se parece al mar y a la tierra, como un día lluvioso, terroso y sofocante; le teme a su padre, con razones sólidas, apenas puede mirarme pero como sabe que lo estoy viendo, probablemente levante su mirada apenas me distraiga.
Hagamos un juego, niño, yo giro, tú me miras y yo te atrapo.
— Realmente no es un chico problemas, Lecter y me estarías echando una mano si lo contratas, no tengo dónde dejarlo; pinta, carga cosas, hace mandados, no es torpe, sólo callado...
Cinco segundos mirando a su repulsivo padre, sirven para calmar su desesperación porque me lo lleve. Ahora que te distraje, me estás mirando, criatura, es momento... una jugada rápida y ahí estás, ahora puedo verte.
Omega.
Eres un Omega, ojos azules, mi Omega, azules claros, casi verdes, mío, mío, mío; aprehensión en mi pecho, un dolor agudo y sordo. ¿También puedes sentirlo? Debes ocultarlo, no, no, no luzcas asustado, criatura, tu padre no debe saberlo, ¿qué hacer?, ¿qué hago contigo? Debes dejar de mirarme así, vamos, regresa tu mirada al piso.
No obedeces, soy tu Alfa, mira al piso. Ahora mismo.
Finalmente bajas tu mirada, debo haber sido convincente, no pretendo asustarte, no pretendía...
— Parece un buen muchacho.
Es un halago, pero no lo tomas como tal, estás asustado de tu padre y ahora crees que deberías asustarte de mí, ¿a quién te dio tu padre antes? La idea me molesta en parte, no lo atribuyo más que al enlace que parece hemos de padecer.

ESTÁS LEYENDO
Querido Will (Hannigram)
Фанфик¨[...] Amargura, desprecio y resentimiento fue lo que se leyó en los ojos del hombre, quien como último recurso, empujó detrás de él, a un pequeño niño de grandes ojos azules asustadizos, que miró al piso tanto como pudo antes de levantar su mirada...