Llevo dos días de haber terminado mi relación, de haberle dicho a la chica que me gusta que es mejor terminar. Ambos estamos en distintos países, y pese a intentar mantener lo nuestro a la distancia, el tema de comunicación se ha vuelto un problema constante. No hemos podido solucionar las diferencias y antes de que todo esto empeore y alguien resulte realmente lastimado, es mejor dejarlo ahí. Tal vez nos falta trabajar mucho más en nosotros. No lo sé. Lo único que me queda claro es que no se puede avanzar si hay asuntos pendientes sin resolver.
El problema con terminar es que luego te persigue la nostalgia como una sombra y no te suelta. Me cuesta revisar el celular y no encontrar un mensaje suyo. El saludo habitual de las mañanas, el pedirle que coma algo antes de ir a trabajar, las bromas que hacíamos para mejorarnos los días, el llegar a la noche para contarnos cómo nos fue. Me da ganas de llamarla o escribirle y decirle que no me haga caso, que no le quise terminar, que todo fue una bromita, que vuelva conmigo, que la extraño, que no la quiero perder, no así, que meremos esta historia, que podemos seguir, que quiero seguir compartiendo este sentimiento con ella. Llevo dándole vueltas a lo mismo. Caminando por el departamento riéndome solito de mis cambios de humor. Durante el día me digo: tranquilo, vas a estar bien. Pero ni bien cae la noche, soy más débil y me asaltan otros pensamientos y solo quiero verla y pensarla en cada canción. Tiene un poco de locura esto que siento por ella. Me hace viajar de un lugar a otro. Y aunque ahora me causa cierta alegría estos pensamientos disparatados y muy jalado de los pelos, sé que se vienen días difíciles para los dos. No sé a quién le afecte más, pero el futuro cercano no va a ser lo mismo sin nosotros.